domingo, 6 de enero de 2008

Economía social de mercado

Tercera Conferencia IQS de Justicia Económica

El pensamiento social cristiano y su papel en la constitución de la Economía Social de Mercado

Barcelona, 12 de diciembre de 2007.-

Sigue el ciclo de Conferencias IQS de Justicia Económica 2008. Esta vez la conferencia abordó el Pensamiento Social Cristiano en la Economía Social de Mercado, con José Sols Lucia, profesor de la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del IQS (URL). Esta conferencia, organizada por la Cátedra de Ética IQS y por el Centre d'Estudis Econòmics i Socials (CEES), se celebró este pasado miércoles 12 de diciembre en la Sala Multimedia del IQS.
En ella, José Sols trató de mostrar el importante papel que tuvo el pensamiento de algunos intelectuales católicos en el momento fundacional de la Economía Social de Mercado, a mediados del siglo XX, y cómo este sistema intentó recoger las críticas que algunas encíclicas papales habían hecho acerca de la inhumanidad que se respiraba en los sistemas capitalista y socialista.
Sols empezó con una introducción sobre el papel que juega el pensamiento cristiano en la economía.
“El pensamiento cristiano va dirigido prioritariamente a cuestiones teológicas, pero al ver que el Dios de la Biblia se preocupa enormemente por la vida de los hombres, las preguntas se desplazan poco a poco hacia la calidad de la vida concreta de los hombres, y es ahí donde entra lo económico”, empezaba diciendo Sols.
“La economía necesita de la antropología y de la ética”, seguía. “Ha habido aportaciones interesantes del pensamiento cristiano en la economía, como puede ser el caso de las reducciones jesuitas de Paraguay, cuando los jesuitas europeos del siglo XVII y XVIII crearon cooperativas para proteger el imperio guaraní de los ataques españoles y portugueses”.
Cabe recordar que la Doctrina Social de la Iglesia tuvo un papel importante en el origen de la Economía Social de Mercado, como la aportación intelectual de los jesuitas alemanes Oswald von Nell-Breuning y Gustav Gundlach, y el dominico suizo Arthur Fridolin Utz.
A finales del siglo XIX, existían dos grandes sistemas económicos: el capitalismo industrial y el socialismo marxista. El primero de ellos, era un sistema económico con un siglo de vida; en cambio, el segundo, era una corriente de pensamiento socioeconómico emergente. Cuando se encontraron los dos, chocaron en pensamiento y obra.
José Sols explicaba que el Papa León XIII, ante esta situación, “decidió promulgar una encíclica donde criticaba ambos sistemas, sin llegar a desautorizar completamente a ninguno de los dos, pero mostrando que las filosofías de uno y otro, así como alguno de sus pilares técnicos, son difícilmente conciliables con la fe cristiana”. Dichas críticas se recogían en la encíclica Rerum Novarum de 1891, y que fueron las bases para la Economía Mundial de Mercado que llegaría medio siglo más tarde.

Entre medio, el Papa Pío XI, “conmemoró los cuarenta años de la Rerum Novarum con la Quadragesimo Anno durante una situación poco más que degradante: por una parte, existía una crisis del capitalismo como consecuencia del crack del 29. Por otra, la expansión del socialismo soviético, y, para colmo, en Italia gobernaba Mussolini, y en Alemania Hitler estaba cerca de conseguirlo”.
En la Rerum Novarum, León XIII criticó tanto al socialismo como al capitalismo. Sobre el socialismo criticó la pretensión de suprimir la propiedad privada, las revoluciones violentas para lograr el cambio de las estructuras económicas y también la presunta igualdad uniforme de todos los hombres. En cuanto al capitalismo, criticó con dureza la absolutización de la propiedad privada, el rechazo a la intervención del Estado en la economía y la negativa a permitir la libre asociación de trabajadores.
Por su parte, Pío XI en el Quadragesimo Anno criticaba al socialismo y defendía el corporativismo, pero, como comenta Sols, "al ser confundido éste con el corporativismo de Mussolini, acabó sin eco social, a pesar de ser una propuesta interesante". Además, quería una reforma de las instituciones y de las costumbres, pero no con la violencia que los quería el socialismo. Pío XI calificó al capitalismo como una dictadura económica. Además consideró que el capitalismo ha introducido en la vida humana costumbres insanas (sed de riquezas, de bienes temporales…). También propuso una reforma de las costumbres: apuesta por un equilibrio de fines y medios y una preocupación seria por los más desfavorecidos.
José Sols proseguía hablando de la aportación ética de la Iglesia a estos dos sistemas tan criticados. “La Economía Social de Mercado”, decía Sols, “tiene dos pilares que están tomados del humanismo cristiano, como son el principio de subsidiariedad (es decir, el Estado interviene sólo cuando el libre mercado no satisface las necesidades de todos) y el principio de solidaridad”.
Tras el Concilio Vaticano II “los principios éticos se reformulan como un destino universal de los bienes, un desarrollo integral y solidario y un amor preferencial por los pobres”.
Por último, destacó que “el pensamiento social cristiano puso las bases para un sistema económico considerablemente humano, llamado Economía Social de Mercado. Es un sistema con entidad propia, no es el punto medio entre el capitalismo y el socialismo”.
Como conclusión, Sols dijo que “en los siglos XIX y XX, tanto la economía como la ciencia han tenido la pretensión de poder funcionar de manera autónoma, con leyes propias, sin necesidad de antropología alguna, ni de filosofía, ni de ética, ni de sociología. Los resultados han sido nefastos”.