jueves, 25 de febrero de 2010

YACIT

Yacyretá y las falsedades del ecologismo cavernario
Por Carlos Andrés Ortiz

En artículos separados, en varias oportunidades, se analizaron las metodologías del “terrorismo mediático ecologista”, que utilizando datos falseados, tergiversaciones, verdades a medias, cuando no groseras mentiras, busca sembrar en el subconsciente colectivo el terror y la aversión a los “objetivos de ataque” que define el movimiento ultraecologista de corte fundamentalista.
Esos activistas no carecen de audacia, y en procedimientos que demuestran la creciente escalada de violencia, no tienen reparos en apelar a la violencia verbal, la violencia física, la intimidación, las presiones mediáticas y las manifestaciones violentas, en este caso incluso movilizando activistas hasta que en algunos casos logran “crear el clima” en el cual perpetrar sus acciones de violencia focalizada (¿resabios del “foquismo” guevarista?). Eso no es más que patoterismo puro, dentro del conjunto de acciones violentas que los caracterizan, demostrando que en el fanatismo la razón de la fuerza bruta reemplaza a la fuerza de la razón.

Por cierto que hubo ataques anteriores, con los que pretendieron demonizar a Yacyretá, que hoy es la principal fuente productora de energía eléctrica con la que cuenta Argentina, en sociedad con Paraguay.

La última versión de esa sistemática serie de ataques contra la Central Hidroeléctrica Yacyretá, pretende instalar en la población el totalmente infundado miedo al “colapso y derrumbe” de la gigantesca presa, para lo cual apelan a todo tipo de bajezas, distorsionando, confundiendo e incluso falseando –cuesta creer que no sea en forma maliciosamente intencionada-, para de ese modo instalar la desconfianza y los miedos en la población.

Analizando diversos artículos y comunicados emitidos tanto por los enfervorizados activistas del ecologismo cavernario, como de la propia Entidad Binacional Yacyretá, así como consultando a profesionales de reconocida seriedad e idoneidad –incluso del exterior-, pude componer el cuadro de situación real que me permite evaluar con la debida fundamentación el tema, artificiosamente llevado a una cuestión ríspida e irritativa, en vez de haberse apelado a la verdad científica, como corresponde.

Veamos cómo es la cosa. Los activistas anti represas, falsamente autocalificados de ambientalistas, han logrado apoderarse de una filmación técnica realizada por personal técnico de, o contratado por la EBY (Entidad Binacional Yacyretá), en la que existen imágenes de desgaste superficial de la estructura de cemento armado construida inmediatamente aguas abajo del aliviadero de la presa. Esa filmación, según datos extraoficiales pero de muy buena fuente, tendría más de 10 años, o sea en principio es extemporánea.

Dicho en términos corrientes, el desgaste se produjo en una estructura horizontal, en “un piso” de cemento armado, que usualmente se construye a modo de gigantesco piletón, desde la zona de descarga de los vertederos (de las “cataratas” artificiales en las que se descarga el agua que no se turbina), con un largo usual de un centenar de metros, para evitar que la fuerte corriente en forma de cascada erosione el fondo del río.

Digámoslo más claramente, el deterioro se produjo en una pequeña parte del “piso” construido aguas debajo de la central, con lo cual mal podría afectar “la estabilidad” o “la estructura” de la presa, pues ese “piso” no forma parte de la presa en sí misma, es una instalación complementaria, que en nada se relaciona con la duración o solidez de la propia presa.

Ejemplificando: si se tiene un edificio de propiedad horizontal, digamos de 20 pisos, y si en el patio trasero de dicho edificio existe una canaleta de cemento para evacuación pluvial (o sea para canalizar el agua de lluvia) que baja del propio edificio; y si por alguna circunstancia esa canaleta o el piso circundante se fisurara o deteriorara, solo a un lunático se le ocurriría afirmar que “está en riesgo la integridad y la estabilidad del edificio”, pues ni el piso ni la canaleta exterior mantienen al edificio. Y si en base a ese desorbitado “argumento”, al lunático de marras se le ocurriera pretender impedir que se levanten otros edificios de departamentos, evidentemente no solo no sería tenido en cuenta, sino que su desprestigio sería total.

Por otra parte, la estructura del “piso” de cemento armado de la pileta de aquietamiento de la presa, tiene un espesor de dos metros y medio, habiéndose constatado que el daño está muy acotado, es de pequeña superficie, y tiene una profundidad (un agujero) máxima de 25 cm. Por otra parte, en prácticamente una década, el pequeño daño no se incrementó.

Es como si en el piso común del patio del ejemplo, se le hubiese saltado en algunas baldosas la capa de barnizado exterior, ¡irrelevante!

Tampoco es un tema menor consignar que el agua que se vierte por los aliviaderos es únicamente la que no se turbina (es energía potencial que se pierde). Mientras no funcionaban las turbinas, era lógico que el agua escapara por los vertederos. Ahora con la hidroeléctrica en marcha, solo los excedentes de agua productos de las crecientes, o poco menos, caen por los vertederos; motivo por el cual el pequeño daño previsiblemente no seguirá expandiéndose, tal como sucedió en una década.

Queda en claro que el escandalete mediático fue otro más de los tantos “circos mediáticos” montados por los activistas fanatizados del fundamentalismo ecológico.

Las motivaciones de esos curiosos personajes, verdaderos depredadores feroces e inmisericordes, que se solazan ante los festines impíos de destrucciones sistemáticas de toda iniciativa que pueda contribuir a nuestro desarrollo socio económico, exceden un análisis económico – energético y ambiental; pasando a tener connotaciones psicológicas, sociológicas e incluso geopolíticas.

Desde las ansias desmesuradas e irreflexivas de lograr la figuración a cualquier costo (aún a costa del ridículo), pasando por el negacionismo psicológico (negar todo lo que se oponga a los dogmas, aún a pesar de la realidad misma); siguiendo por los encuadres de lavados masivos de cerebros (los alienados “mass media” analizados por la sociología) , en muchos casos de jóvenes deficientemente instruidos ante las falencias de los sistemas de educación pública; siguiendo por políticos oportunistas de muy baja estofa; y en determinados casos con mercenarios al servicio directo o indirecto de las transnacionales de la ecología, con objetivos y planes trazados desde el G 7 (Grupo de los Siete), para mantenernos atados al subdesarrollo crónico, bajo cuyo esquema seguiríamos siendo dóciles proveedores de materias primas baratas, mientras nuestra gente continuaría atada a la miseria, la desocupación, la carencia de valores y la degradación sistemática.

Especialista en Gestión de la Producción y Ambiente – Fac. de Ing. = UNaM
Politica y desarrollo, 23-02-2010