viernes, 21 de mayo de 2010

LOS VERDADEROS IMPERATIVOS

Salvador Treber.

Las condiciones externas actuales favorecen claramente a los intereses de la Argentina. Ello es así pese a que los principales países del Hemisferio Norte no logran superar totalmente los efectos de la crisis que estalló en Estados Unidos el 15 de setiembre de 2008, para luego expandirse con singular virulencia a casi todos los miembros de la Unión Europea.

Como secuela más inmediata y penosa, en esas áreas se incrementaron los desocupados en 24 millones, a los cuales hay que agregar otros 14 millones que revistan como subocupados. Nadie arriesga a prever cuándo se logrará revertir esa situación e, incluso, no pocos analistas advierten sobre la posibilidad de que haya nuevos y muy fuertes remezones, ya sean localizados o con un radio amplio, bastante más allá de su foco generador.

El caso griego. El caso griego es aleccionador. Recién al asumir el actual primer ministro, Yorgos Papandreu, se "destapó la caldera" y pudo saberse que durante los ocho años anteriores se falseó la realidad, con la expresa complicidad de varios grandes bancos estadounidenses que ayudaron a ocultar parte de la deuda externa y facilitaron recursos líquidos transitorios para mostrar, al cierre de los respectivos ejercicios, un grado de liquidez inexistente.

Se ha impuesto por tres años un riguroso programa de ajuste con reducción y congelamiento, tanto de remuneraciones como jubilaciones, con un fuerte incremento de la carga tributaria sobre el consumo de la población, entre otras medidas semejantes de corte recesivo, que implican un severo y prolongado proceso de "saneamiento" cuyo mayor costo caerá especialmente sobre las espaldas de las franjas más desprotegidas de la población.

El retorno a la "normalidad" llevará un mínimo de cinco años. Lo más grave es que, al cabo de ellos, la distribución de la riqueza y el ingreso serán mucho más regresivos de los que regían hasta hace poco.

Igual de difícil es la situación interna que afrontan Estados Unidos y, muy especialmente, España, Portugal, Irlanda, junto con algunos otros socios menores de la Unión Europea. Los que se salvaron por mérito propio del "naufragio" son India y China, que nunca pararon de crecer. Esta última ha retomado su extraordinario ritmo con mayor empuje, pues en el lapso enero-marzo de 2010 alcanzó el récord de 11,7 por ciento. En consecuencia, el centro de la economía mundial se ha trasladado al sudeste del océano Pacífico y al Índico, con el cual tenemos importantes relaciones.

El área sudamericana apenas ha sido rozada por la crisis y exhibe muestras de recuperación que, obviamente, incluyen a Argentina. Hasta los analistas menos optimistas han debido elevar sus pronósticos ante la evidencia de las buenas perspectivas y las realidades que se vienen plasmando con el transcurso de la primera parte del año. Es lamentable que tanto los representantes del Gobierno como los dirigentes de todo el arco ideológico, en vez de coadyuvar a consolidar y ampliar los logros, gasten sus energías en discusiones estériles que ponen en serio riesgo el futuro, alejándonos de los objetivos fundamentales.

Sin planes. Por el momento, no se avizoran en el ámbito de los partidos la vocación por estudiar los principales problemas, elaborar planes -generales y específicos-, y continúan remisos a preparar adecuadamente los que deberán llevar adelante.

En algunos casos, la respuesta a esa legítima inquietud se torna desoladora. Muchos dirigentes de alto nivel, al ser consultados sobre la razón por la que aún no han organizado centros o equipos con la misión de pergeñar soluciones reales, contestan sin sonrojarse, usando un tono y palabras calcados: "No... primero hay que llegar, después vamos a ver".

El más elemental ejercicio de la razón estaría indicando que debería ser exactamente al revés. La puja y la pretensión de acceder a los puestos de conducción sólo están justificadas cuando se esgrimen ideas e iniciativas superadoras. Si se pretende escalar desprovisto de ellas, es obvio que estamos en presencia de simples "trepadores de la pirámide", cuyo único estímulo es la faceta más negativa y egoísta de la ambición personal, la cual nunca coincide con las de la población y el país.

En este momento en que se está conmemorando el Bicentenario, sería oportuno reiterar la más genuina aspiración de que se haga un profundo análisis de los probables cursos de acción por seguir y tomemos el solemne compromiso, cualesquiera sean los que accedan al Gobierno, de concretar las metas esenciales que nos fijemos racionalmente el conjunto de los argentinos. Si en esto no podemos ponernos de acuerdo, habremos fracasado como sociedad y los dirigentes que exhiban tal grado de ineptitud deberían ser removidos para siempre.

Alguna vez existió la Comisión Nacional de Desarrollo (Conade), en la que se elaboraban diagnósticos, programas sectoriales de mediano y largo plazo, que cesó en su proficua gestión por decisión de un gobierno militar. También encaraba estudios subregionales de largo aliento el Consejo Federal de Inversiones (CFI), que, si bien aún hoy existe, no cumple otra función que ser lugar de citas y reuniones por parte de los gobernadores.

Dado que los grandes grupos económicos cuentan con este tipo de equipos en procura de optimizar sus propios objetivos y teniendo en cuenta que, de los 500 más grandes -que concentran 60 por ciento de la actividad económica-, 400 son de capital extranjero, es mucho más notoria la ausencia del Estado, que debería cumplir esa función rectora. Ello implica dejar en manos non sanctas aspectos decisivos en la fijación del futuro y el rumbo a transitar por el país.

La fecha del Bicentenario sería muy propicia para que, de una vez por todas, se recupere en plenitud la conducción. Y renovemos la esperanza de ser los verdaderos protagonistas de una gesta mayor.

La Voz del Interior, 21-5-10