martes, 29 de junio de 2010

AHORA EL FORO DE SAN PABLO DELIBERARÁ EN LA ARGENTINA


Por Carlos Manuel Acuña

Exactamente como sucedió en los años setenta y después de los preparativos desplegados durante la década anterior para desarrollar la izquierdización de Latinoamérica, sus impulsores buscan nuevamente a la Argentina para centralizar sus proyectos. Después de la derrota militar ocurrida en todo el continente, en 1990, en San Pablo, Brasil (de allí su nombre) el Foro reagrupó a todas las fracciones derrotadas con el objeto de evitar su dispersión, lograr su unidad y coordinación posterior para preparar en el mediano o largo plazo nuevas acciones que permitieran alcanzar el poder donde esto fuera posible. La operación sólo contemplaba las mejores oportunidades para reiniciar las acciones bajo cualquier forma, aunque tenía -y tiene- un contenido substancial: la necesaria dosis gramsciana que pone el acento en el factor cultural, la deflación de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, las limitaciones a la acción de las Policías, la modificación de los códigos y normas jurídicas más emblemáticas, el manipuleo y alteración de los aparatos educativos, el indigenismo "originario" donde fuera posible y rentable y la alteración de la paz social como complemento básico y reemplazable de la anterior acción directa y armada que había fracasado.

Sin embargo, "conquistar la calle", adueñarse de determinadas áreas geográficas por pequeñas que fueren y la utilización de la violencia, son componentes que no quedan descartados pues la estrategia consiste en avanzar todos los días un paso, crear discusiones dialécticas mediante el aprovechamiento de intereses concurrentes -la homosexualidad, la rebelión mapuche o la creación de debates religiosos, por ejemplo- ya se convirtieron en verdaderos instrumentos que operan a través de las fronteras. El objetivo de máxima es cerrar el círculo en materia de información mediante el control periodístico y la instrumentación de lugares comunes, argumentos y frases que se repiten con insistencia para fijar los conceptos revolucionarios en las distintas sociedades elegidas como blanco y para iniciar un "contagio" progresivo como sucede con la adición al consumo de drogas. Los vocablos o frases como represión, genocidio, imperialismo, zona liberada, jóvenes idealistas, pensar diferente, sectores excluidos y la demonización de figuras o personalidades, grupos o sectores, constituyen un mecanismo que no ha cambiado a lo largo de los años.

Dependiente del Foro Social Mundial que establece las pautas que deben seguirse y fija las medidas estratégicas que abarcan a fuerzas o sectores afines o más o menos próximos a sus intereses presentados bajo la apariencia de ideas y propuestas, el Foro de San Pablo se multiplicó con organizaciones similares como el posterior Foro de Porto Alegre, el realizado en la localidad ecuatoriana de Mantas y un despliegue de reuniones efectuadas en distintas partes del mundo en oportunidades diversas, especialmente debates económicos, empresarios o culturales.

Ahora, frente al debilitamiento político que registra la izquierda continental, el resultado emblemático que adquirió la solución de la crisis hondureña y la debacle hacia la que se encaminan los regímenes de Venezuela y Bolivia, los conductores de este proceso aceleran su presencia en un escenario alterado por los fracasos económicos producidos por los mismos gobiernos de izquierda. Esto último es un factor nada desdeñable, sobre todo por los ajustes económicos anunciados por los países europeos más afectados por esa situación, ajustes que ponen de manifiesto el fracaso de políticas que inevitablemente tienden a desaparecer o al menos modificarse substancialmente. A poco que se evalúen las circunstancias que rodean esta realidad, es fácil concluir en qué medida se afectarán los respectivos intereses electorales y como influirán en un panorama internacional ya de por sí muy complicado e inestable.

La iniciativa que ha convertido al pequeño Partido Comunista Argentino en anfitrión del Foro de San Pablo, sin duda ofrecerá la oportunidad de manifestarse a los grupos afines, simpatizantes o aliados estratégicos, un problema que tal vez coloque en mayores dificultades a nuestro gobierno, incluso si de la mano de Timerman el kirchnerismo da una voltereta en el aire y cambia su orientación, lo que es improbable.