viernes, 13 de agosto de 2010

JÓVENES


Seis de cada diez jóvenes argentinos, con problemas

Por
Ismael Bermúdez


En la Argentina, uno de cada cuatro jóvenes de menos de 34 años está desocupado o trabaja pocas horas y quiere trabajar más. Y de los que están ocupados, casi la mitad tiene un empleo precario, según los últimos datos del Observatorio Social de la UCA.

Así, el 60% de los jóvenes tiene problemas de empleo porque no lo consigue, no puede trabajar más horas o porque trabaja en condiciones precarias.

Las estadísticas oficiales, del primer trimestre de 2010, también marcan que el desempleo entre los menores de 29 años duplica el promedio general: entre las mujeres es del 20,1% y entre los varones del 11,3%.

Como sucede en buena parte del mundo, también en la Argentina la desocupación golpea con más fuerza a los jóvenes, quienes, si cuentan con una ocupación, tienen más probabilidad de perder el empleo y deben trabajar en un entorno de mayor precariedad laboral.

Las cifras del Observatorio de la UCA también marcan que el año pasado, entre los jóvenes, creció la desocupación del 12,2 al 13,9% entre los que tienen el secundario incompleto y se registró una leve disminución del 8,7 al 8% entre los que completaron los estudios secundarios o están en un grado más avanzado.

En parte eso sucede porque buena parte de los jóvenes debe salir a buscar trabajo para ayudar a sus familias cuando aún no completaron sus estudios .

Así, tienen dificultades para conseguir un empleo, y cuando lo consiguen es precario. Y al menor desánimo, pasan a integrar el contingente de los que “no trabajan ni estudian”.

También influye el incremento de la expectativa de vida y el deterioro de los ingresos de los ya jubilados porque los adultos mayores tienden a retirarse más tarde del mercado de trabajo, colocando una valla adicional para el ingreso de los más jóvenes a ese mercado.

La mayor parte de los jóvenes desempleados proviene de hogares de escasos recursos, muchos de los cuales se encuentran en situación de pobreza. Son víctimas, según los especialistas, de un círculo vicioso de transmisión intergeneracional de la pobreza.

El desempleo juvenil se concentra en los grupos sociales más vulnerables, en especial en las mujeres que deben aceptar tareas más descalificadas. Y se refuerza porque, en general, los jóvenes no están incluidos en los planes sociales y escasean los planes de formación y capacitación laboral.

Clarín, 13-8-10