domingo, 5 de septiembre de 2010

EVASIÓN


El alto costo de la evasión tributaria: no paga el impuesto a las ganancias la mitad de los que deberían

Con todo lo que se evade de los impuestos a las ganancias y al valor agregado (IVA) se podrían construir por año 8000 escuelas primarias, con jardines de infantes incluidos. Muchas más que las 700 que están construyendo los gobiernos de los Kirchner. O se podría dar la asignación universal por hijo durante todo el año a 29 millones de niños. Muchos más que el total de menores de edad que vive en la Argentina y que los 3,8 millones que la reciben.

El ministro de Economía, Amado Boudou, ha anunciado en su avance del presupuesto 2011 ?ese mismo que tal vez nunca apruebe el Congreso? que no habrá cambios en la estructura tributaria. Otros colegas suyos consideran que no es el camino correcto. Opinan que los impuestos constituyen no sólo el sustento para la estructura del Estado, sino que, junto con el gasto público, son las dos herramientas clave para equilibrar la distribución del ingreso y advierten que tanto la evasión como los gravámenes regresivos ?aquellos que gravan por igual a pobres y ricos? contribuyen a mantener e incluso aumentar la desigualdad social.

No es fácil medir la evasión tributaria, pero los especialistas Juan Carlos Gómez Sabaini y Darío Rossignolo, asesores del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otros organismos, se embarcaron en la difícil tarea de hacerlo y dieron sus resultados no sólo para la Argentina, sino para el resto de América latina. La tasa de evasión del impuesto a las ganancias en la Argentina alcanza el 49,7 por ciento. Es decir, sólo se recauda la mitad de los ingresos que potencialmente deberían ingresar por el tributo a la renta. La evasión de este gravamen es menor en México (41,6%) y Chile (47,4%), pero mayor en Ecuador (63,8%). Si se toma la recaudación de 2009, lo que la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) dejó de recolectar en Ganancias llegó a $ 54.889 millones.

La evasión en IVA es mucho menor, porque los gobiernos han puesto énfasis en su control, según explicó Gómez Sabaini en un reciente taller de debate sobre "Tributación e igualdad", que organizaron el Instituto de Altos de Estudios Sociales (Idaes) de la Universidad de San Martín y la Fundación Heinrich Böll (del Partido Verde alemán). Vigilar el pago del IVA en los comercios resulta mucho más sencillo que auditar las declaraciones de ganancias de los individuos.

Así es que la tasa de evasión del IVA en la Argentina asciende al 21,2%, según Gómez Sabaini y Rossignolo. En Chile supone sólo el 11% y en México, el 20%. En cambio, en algunos países de la región se evade en mayor proporción que en la Argentina, como Colombia (23,5%) o Nicaragua (38,1%). Si se considera la recaudación argentina de 2009, lo evadido en IVA llegó a $ 23.510 millones, que si se suman a los fondos perdidos en Ganancias totalizan 78.399 millones.

El impuesto a la renta es más progresivo -redistribuye mejor la riqueza- que el IVA, cuya tasa es igual para las clases baja, media y alta. Los que pagan Ganancias en la Argentina -sólo está obligado a abonarlo el 20% de la población con más ingresos, y con una tasa que grava más a los que más tienen- son sobre todo las empresas, más que los individuos. Siete de cada diez pesos que se recolectan por este tributo provienen de lo que aportan las empresas y únicamente tres, de las personas. En los países que integran la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) -son todos desarrollados, con excepción de México y Chile- la relación es precisamente la inversa.

La Argentina está en este aspecto más cerca de los parámetros de la OCDE que Guatemala (89,8% viene de las empresas) y Chile (86,6%). En cambio, en México, compañías y personas aportan casi por igual. Gómez Sabaini considera que el nivel de aportes de las empresas en América latina es adecuado (3,4% del PBI, frente al 3,9% de las naciones de la OCDE) y el problema radica en la contribución de los individuos (apenas 1,5% del PBI, contra el 9,2% en el universo de la OCDE).

A su vez, de las personas que pagan Ganancias, la mayoría es asalariada en blanco, advierte Gómez Sabaini. No pagan este impuesto los que trabajan en negro, que suponen por lo menos un tercio de la economía argentina. Pesa poco el tributo a las ganancias que aportan empresarios, cuentapropistas y profesionales de todo tipo. "Hay un gran bolsón de evasión, que es el monotributo. Los profesionales importantes son todos monotributistas", dice Gómez Sabaini. Hay abogados, médicos, contadores, arquitectos, psicólogos u odontólogos que subfacturan o directamente no entregan boleta.

Gómez Sabaini y Rossignolo advierten que un sistema tributario de bases amplias y generales, sin exenciones ni tratamientos preferenciales como los que rigen para la renta financiera (de acciones, bonos o plazos fijos) y la ganancia de capital (de la compraventa de acciones o inmuebles), facilita la recaudación, al eliminar bolsones en los que se refugia la evasión. También sugieren que se adopte el concepto de renta mundial, y no sólo nacional, para reducir vías de evasión y elusión (resquicios lícitos para evitar o reducir la tributación), aunque sin caer en la doble imposición, es decir, que se pague en dos países por las mismas ganancias. Además recomiendan regulaciones sobre transferencias a paraísos fiscales. La falta de retención del impuesto en el momento justo en que se genera la ganancia ayuda a los contribuyentes escurridizos.

Pero no sólo la evasión contribuye a la inequidad, sino también la baja imposición tributaria. Por ejemplo, México presenta los niveles de evasión más bajos de la región, pero su recaudación representó en el período 2000-2008 sólo el 10,7% del PBI. Es un país que exige pocos tributos a sus ciudadanos, porque los gastos del Estado dependen de los recursos extraordinarios de la petrolera estatal.

En el lapso analizado, la Argentina ejerció una presión tributaria del 25,1% del PBI, sólo superada en América latina por Brasil (32,7%) y por encima de la de Chile (19,5%, que descansa en los ingresos de la cuprífera estatal), Colombia (16,8%), Venezuela (13,9%, otro que confía en la petrolera pública) y Haití (9%). Rossignolo reconoce que en 2008 la presión alcanzó el 30,6% y por eso coincide con Gómez Sabaini en que el desafío del país no es aumentar la tasa, como en la mayoría de los países latinoamericanos, sino hacer más progresiva la estructura impositiva. En cambio, Nadin Argañaraz, del Instituto de Análisis Fiscal (Iaraf), recomienda la reducción de la presión, porque advierte que se elevó en 2009 al 32%, por encima de la de EE.UU. (27%), pero debajo de España (33%), Reino Unido y Alemania (36%), Francia e Italia (43 por ciento).

Esa es otra

En los países de la OCDE, el 41% de la recaudación proviene de las cargas directas (las que gravan rentas y patrimonios, como Bienes Personales); el 31%, de las indirectas (las que castigan transferencias, consumo y producción) y un cuarto, de las contribuciones a la seguridad social. La estructura argentina es bien distinta. La diputada y economista Fernanda Reyes (Coalición Cívica) afirma en un documento sobre la necesidad de una reforma tributaria que las cargas directas representan sólo el 26%; las indirectas, el 35%; los aportes a la seguridad social, un cuarto, y las retenciones a la exportación y los aranceles a la importación, el 13 por ciento.

"Se observa la escasa participación en la recaudación que tienen los impuestos a la renta, en relación con los que gravan los consumos, que son los que impactan en los sectores de menores recursos, que deben destinar la totalidad de sus ingresos al consumo", advierte Reyes. La diputada cita otro trabajo de Gómez Sabaini y Oscar Cetrangolo, que indica que la relación entre la recaudación por impuestos a la renta y al consumo es de 0,5 a uno, peor la de Brasil (1,7 a uno), Alemania (10 a uno) o EE.UU. (5 a uno).

"Nada asegura más la cohesión social que los gritos de los ricos por los impuestos", fue la cita del economista norteamericano John Kenneth Galbraith (1908-2006) que pronunció el especialista en desarrollo económico José Nun, ex secretario de Cultura y actual director honorario del Idaes, al inaugurar el taller. El director del Idaes, Alejandro Grimson, y el economista francés Alexandre Roig advirtieron al cierre de la jornada que una reforma -todos los políticos la proponen cuando son oposición- enfrenta la resistencia de lobbies . También critican a los sectores que dominan el debate por los cambios: no sólo al campo, por su queja contra las retenciones, sino a la CGT, por su obsesión para reducir el peso de Ganancias: "Ni en el caso de la CGT ni en el de las retenciones parece haber una preocupación respecto de cómo el Estado financia su gasto. Es una muestra elocuente de eso el hecho de que sólo se presione para elevar el mínimo no imponible, lo cual beneficia al 10% de ingresos más altos, en lugar de presionar para reducir impuestos regresivos e instalar el debate acerca de la falta de progresividad en la tributación". Grimson y Roig añaden que "la corrupción y el uso discrecional de dineros públicos socavan la legitimidad de la tributación".

Clarín, 5-9-10