lunes, 11 de julio de 2011

LA BABEL DE LA DROGA



por Miguel Durán

Holandeses, españoles, rusos, búlgaros, nigerianos, estadounidenses, canadienses, alemanes, letones, españoles, colombianos, peruanos, chilenos, bolivianos, paraguayos, brasileños y de otras partes del mundo eligen Córdoba como destino. Frente a las vacaciones de invierno, cualquiera podría decir que se trata de turistas. Nada más alejado de la realidad. De todos esos países provienen narcotraficantes que fácilmente consiguen cocaína para exportarla a Europa, e incluso a China.

En los últimos tres o cuatro años, cientos de kilos de droga fueron secuestrados a ciudadanos extranjeros que utilizan los más variados métodos para ocultar los estupefacientes.

Los que dicen que Córdoba es una ciudad o provincia “de paso” del narcotráfico ignoran o prefieren ignorar esta realidad, que se refleja casi a diario en los tribunales federales y en las cárceles. Éstas se convierten a veces en una Babel de la droga, en la que se mezclan idiomas desconocidos que dificultan o impiden la comunicación de los guardias y de los propios presos con detenidos oriundos de lejanas latitudes.

Un relevamiento realizado por este diario arrojó que, a la fecha, en las prisiones de la ciudad de Córdoba hay alojados 57 hombres y mujeres de nacionalidad extranjera.

Maximiliano Hairabedian, fiscal del Tribunal Oral Federal N° 1, revela datos para el asombro, en referencia a casos por narcotráfico juzgados en ese ámbito. El magistrado ha visto pasar a imputados que no pronuncian una palabra en castellano y a otros extranjeros que lo hablan pero ignoran las consecuencias que puede acarrear convertirse en una “mula” del narcotráfico internacional.

Esto le sucedió al paraguayo Aníbal Paredes Vega (60), interceptado en el aeropuerto de la ciudad de Córdoba cuando transportaba varios kilos de cocaína disimulados en una valija. El hombre entró con el pie izquierdo el primer día del juicio, cuando no se puso de pie en el momento en que ingresó el tribunal y el presidente de la Cámara, Jaime Díaz Gavier, lo recriminó por “faltarle el respeto a un tribunal de la Nación”.

Cuando llegó el momento de la última palabra, el imputado sólo atinó a “pedir perdón” por haber permanecido sentado. Lo que tampoco sabía Paredes Vega, y era mucho más grave, es qué le podía pasar si en vez de ser detenido en Córdoba hubiese sido apresado en el país donde tenía previsto entregar el estupefaciente.

El hombre se quedó con los ojos muy abiertos y sin poder pronunciar palabra cuando el fiscal, al pedir la pena, le dijo: “Agradezca que está en un país generoso y voy a pedir una pena de seis años de prisión, porque si lo detenían en China, adonde llevaba usted la droga, la pena hubiera sido de muerte”.

Una vez que concluya la feria de invierno, en ese tribunal oral federal serán juzgadas dos mujeres búlgaras, que no conocen una sola palabra del castellano. Tsvetanka Andreeva Islavieva (42) y Kameliya Yordanova Kiradzhiyska (24) permanecen alojadas en el pabellón de mujeres de Bouwer desde el 17 de septiembre de 2010. “Ese día fueron sorprendidas en el Aeropuerto Córdoba cuando intentaban abordar un vuelo con destino a Santiago de Chile con conexiones a Europa, para sacar del país varios kilos de cocaína con un método muy singular”, explica Hairabedian.

Las búlgaras “habían impregnado las ropas que llevaban en las valijas con clorhidrato de cocaína. La sospecha de la policía de Seguridad Aeroportuaria se disparó por el fuerte olor a químicos que emanaba del equipaje. Al abrir las valijas, la ropa estaba con una extraña apariencia húmeda, como almidonada o acartonada”, describe el fiscal.

Hairabedian dice que en su lugar de detención “están bastante incomunicadas, porque no hablan ni español ni inglés”.

Una vez más, en un juicio oral y público, será necesaria la presencia de un traductor. La curiosidad en el caso de las dos rubias y hermosas mujeres que estarán en el banquillo de acusados desde el próximo 10 de agosto es que en Córdoba no hay ningún traductor de su idioma materno, por lo que se deberá convocar a un intérprete búlgaro de Buenos Aires.

Las extranjeras están acusadas de tentativa de contrabando agravado de estupefacientes destinados a la comercialización, con una escala penal que va desde cuatro años y medio a 16 años de prisión.

La búlgara y el letón. Dicen que el amor todo lo puede. Esto ha quedado demostrado en Bouwer, pero nadie se explica cómo pudieron comunicarse una de las búlgaras con el letón Andrejs Petrovskis (31), que cumple una condena de cinco años y seis meses de prisión por intentar llevar a Europa cocaína en el interior de una notebook especialmente acondicionada.

El letón fue declarado reincidente porque, de acuerdo a los informes de Interpol, cumplió condenas por daño, hurto y pandillero (había sido skinhead ). Una vez por semana, la pareja goza del beneficio de visitas íntimas.

El juicio que necesitó de más traductores se ventiló en el Tribunal Oral Federal N° 1. De los antecedentes facilitados por el fiscal Carlos Gonella surge que el 12 de noviembre de 2007 fueron condenados el nigeriano Daniel Dlamini (a 12 años de prisión), las alemanas Tasina Krawcyk (a ocho años) y Franzisca Henrich (a siete años) y la holandesa Dulci Kaise (a ocho años).

El nigeriano, que, a su pedido, cumple condena en la cárcel de Ezeiza, era el cabecilla del grupo y fue condenado por organización, transporte, financiamiento y contrabando de estupefacientes. A las tres europeas reclutadas como “mulas” por el africano se las imputó por transporte y contrabando, pero ya recuperaron la libertad.

¿Por qué las dos alemanas y la holandesa, una condenada a siete años y las otras dos a ocho, ya están en libertad, si ni siquiera se cumplieron cuatro años de la sentencia?

Los extranjeros juzgados en la Argentina están bajo el régimen de la Ley de Migraciones. Hasta 2004, rigió lo que se llamó la “Ley Videla” y las condenas a prisión debían cumplirse en su totalidad. La norma que reemplazó la legislación de la dictadura estableció que los extranjeros deben permanecer detenidos hasta que se cumpla la mitad de la pena. Tras ese lapso, se les da por cumplida la totalidad de la pena y se los deporta a su país de origen.

Pasajes pagos. El Estado argentino tiene la obligación de pagar los pasajes y gastos para que esas personas lleguen a destino.

Una curiosidad que merece mencionarse es lo relativo a la conducta del condenado en prisión. Si se trata de un delincuente argentino, que podría recuperar la libertad al cumplir los dos tercios de la condena, la mala conducta es un impedimento para obtener la condicional. Sin embargo, los extranjeros pueden tener un pésimo comportamiento en prisión y de todos modos serán libres al purgar la mitad de la pena.

Como se verá, en materia penal no hay discriminación con los extranjeros. Ahora bien, si muchos de ellos no pueden comunicarse, no pronuncian una palabra en castellano, ¿cómo muchos consiguen abogados defensores de renombre? ¿De dónde sacan el dinero para honorarios caros?

En la Justicia federal hay coincidencias en que el pago de las defensas lo afrontan quienes reclutaron a las “mulas”, algo que, obviamente, cualquier abogado va a negar.

La Voz del Inte
rior, 10-7-11