martes, 23 de abril de 2013

EL CONGRESO: MAYORÍA Y MINORÍAS




Por José Antonio Riesco

Loa anticipos (más publicitarios que efectivos) de la diputada Elisa Carrió sobre gestiones opositoras para impedir el triunfo del oficialismo en la votación de la reforma judicial, desataron los escrúpulos doctrinarios y jurídicos del líder de la bancada kirchnerista. A juicio del diputado Agustín  Rossi tal acción no sólo sería un caso de obstrucción sino un atentado contra el sistema de la Constitución.

Con total desconocimiento verbal de lo que viene ocurriendo con el comportamiento del órgano legislativo, el diputado Rossi –de cuya absoluta lealtad a las instrucciones de la Presidente nadie duda--  calificó de “golpe de Estado” a la iniciativa de Elisa Carrió. Todavía más, habló de una tentativa “fascista”.

Tal cual se viene dando en los hechos la relación del Congreso con respecto al Ejecutivo en el régimen kirchnerista, habría que buscar en la  experiencia del fascismo europeo de la primera mitad del siglo XX para encontrar algo parecido. Solamente en esos regímenes se dio una subordinación tan escandalosa como la que, en la Argentina del presente, está soportando el sistema constitucional.

Lo que implica una verdadera ruptura de la división de los poderes, cuyo respeto es esencial en una democracia republicana. Tal como actúan y se expresan públicamente los legisladores kirchneristas, ellos no son representantes del pueblo sino voceros y ejecutores de la voluntad de la Presidente.

Para más, a cada momento proceden ignorando groseramente el rol y los derechos de las minorías parlamentarias, y es de público y notorio que el tema urticante de estos días (la reforma judicial) estuvo a punto de ser aprobada a libro cerrado y sin debate. Sería bueno que el diputado Rossi se anoticiara de que, en el sistema constitucional que adoptamos en 1853, asumiendo modelos con vigencia en otras partes del mundo, la dictadura de la mayoría estuvo y está excluida del orden jurídico fundamental. También que, con la división de los poderes, no tiene ningún sentido pretender imitar la “soberanía del parlamento” propia de Inglaterra. Aunque en eso parece estar el oficialismo.

Hay que recordarle al diputado Rossi que el proyecto de reforma judicial está dirigido, sin tapujos, a la liquidación de la independencia del Poder Judicial. O sea producir un auténtico “golpe de Estado” con la cobertura formal de una legalidad que ya viene hecha trizas. El Modelo K no tolera jueces que dicten sentencias al margen de la voluntad de la Sra. Presidente. Sobre todo si ponen freno a sus ataques a la prensa y de  paso se niegan a cubrir los casos de corrupción que proliferan en los ámbitos del poder desde hace años. –