domingo, 14 de abril de 2013

LAS PESQUERAS ATRAVIESAN UNA CRISIS PARALIZANTE




Por Darío Palavecino 

 El diálogo está abierto y es lo más saludable de un escenario por demás crítico. Pero las primeras respuestas concretas del Gobierno saben a poco para los empresarios de la pesca. Dicen que es uno de los momentos más dramáticos de esta industria que tiene más de 60% de su flota paralizada, que presenta una caída en picada de la producción y que transita por la cornisa de la rentabilidad, en especial por una relación cambiaria desfavorable para una actividad que puede respirar sólo con buenos niveles de comercio exterior.

Ya el año pasado las exportaciones cayeron un 13% con respecto a 2011 y sólo en Mar del Plata, en el inicio de este año, el volumen de capturas rondó las 77.000 toneladas contra las 97.000 logradas en igual período de 2012.

Con mayoritaria presencia en esta ciudad -epicentro de la pesca argentina con desembarque en sus muelles de más de la mitad de las capturas nacionales- unos 40.000 trabajadores que tiene el ramo padecen las consecuencias de una virtual parálisis del sector.

Los armadores advierten que soltar amarras ya no es negocio porque los actuales rendimientos de las exportaciones no logran estar por encima del presupuesto de costos. "Producimos en pesos y se vende a otros mercados a valores muy buenos, pero cuando esos dólares los transformamos en pesos no son suficientes para recuperar lo invertido", explica una y otra vez el presidente del Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA), Oscar Fortunato. Y ahí el principal reclamo del sector: pretende un tipo de cambio más cercano a la cotización blue que a la oficial.

Pero en varias reuniones con funcionarios nacionales entendieron pronto que ni el Gobierno tiene intenciones de modificar la actual paridad cambiaria ni la industria, con despachos por unos 1200 millones de dólares al año, tiene una incidencia tan fuerte en la balanza comercial como para presionar modificaciones en ese sentido.

Los ministros de Trabajo de la Nación, Carlos Tomada, y de Agricultura, Ganadería y Pesca, Norberto Yauhar, y el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray, recibieron esta semana a los integrantes del Consenso Pesquero Nacional, que reúne a cámaras empresarias, gremios y autoridades municipales. El Gobierno puso sobre esa mesa sus dos primeras ofertas con ánimo de llevar alivio y reactivar la industria: precio mayorista para la compra de combustible y líneas de créditos para capital de trabajo a través de los bancos Provincia y Nación con intereses de 9 a 11 por ciento.

"No [se deben] generar falsas expectativas sobre los anuncios realizados por el Gobierno", pidieron en un comunicado conjunto la Cámara de la Industria Pesquera Argentina (Caipa) y CEPA en su primer balance de la reunión del martes último. Y recordaron una larga lista de demandas pendientes que incluyen restituir valores preferenciales de derechos de exportación para principales especies, rebajas en retenciones, aplicación de reintegros y devolución de los adeudados, devolución del 100% del IVA y diferimiento de cargas sociales.

"La industria pesquera requiere la adopción de medidas de fondo para dejar de trabajar a pérdida", insisten los empresarios y señalan que la caída de la actividad no responde a una decisión de los armadores, sino al "agotamiento de los medios económicos".

La aclaración no es casual. Es que desde algunos sectores gremiales sospechan y acusan de una suerte de lock out patronal. La operatividad de la flota es más que parcial y mayor aún tras Semana Santa, momento hasta el que hubo un leve repunte para responder a una mayor demanda interna para una fecha que se caracteriza por el consumo de pescados y mariscos.

Este freno a la actividad lo sufren por igual las tripulaciones de los buques pesqueros y el personal de las plantas de procesamiento. A esos establecimientos es poco el pescado que llega para filetear y mucho aún el stock existente en cámaras frigoríficas, producto de una demanda que cayó por crisis económicas en algunos de sus principales destinos. Por ejemplo, España.

La crisis pesquera es más grave aún si se tiene en cuenta que aquí hay complicaciones importantes en el conjunto de las actividades portuarias. Las demoras en la obra de dragado de la terminal marítima local, comprometida por los gobiernos nacional y provincial en una inversión conjunta, mantienen a este destino sin posibilidades de ingreso de buques portacontenedores ni otras embarcaciones de gran porte. Una merma que impacta al corazón de actividades como la estiba y la industria naval.

Las empresas advierten sobre la virtual e inminente situación de quebranto y entonces se acrecienta la preocupación por la posible pérdida de fuentes de trabajo. Para Mar del Plata el golpe puede ser durísimo por la incidencia que la industria pesquera tiene en su economía, a lo que se suma una temporada estival que rindió por debajo de lo esperado.

Vale recordar que en esta misma época, hace un año, el puerto estuvo parado por cuatro meses por una sucesión de conflictos gremiales. Hoy la chance de medidas de fuerza empieza a quedar relegada a último recurso.

El gobierno nacional ya había acercado el año anterior una oferta de subsidios por personal en relación de dependencia siempre y cuando no se produjeran despidos en las empresas pesqueras. El mecanismo sigue habilitado, pero pocas firmas pueden aprovecharlo porque han tenido que desprenderse de empleados por la caída en la producción y las ventas.

Ya son tres las reuniones mantenidas entre los altos funcionarios nacionales y la siguiente está programada para el próximo 24, cuando el Consenso Pesquero Nacional dé su respuesta a las propuestas recibidas el martes y reciba otras que las autoridades tienen pendientes. Por lo pronto, rescatan este espacio de diálogo, negociaciones y aportes para la recuperación de la actividad. Lo reflejaba un importante empresario del ramo: "Que nos estén recibiendo ministros y con esta frecuencia confirma que la situación que estamos denunciando es grave de verdad", dijo a LA NACION.

La Nación, 14-4-13