miércoles, 17 de abril de 2013

LOS QUE GOBIERNAN:


 ¿Es un problema de salud mental ….?

Por José Antonio Riesco
Instituto de Teoría del Estado

“Cuando la ineptitud, la imprevisión y la irresponsabilidad domina la mente
 y la conducta de los gobernantes, parece llegada la hora de la anti-política.” (Anthony Barry)

“-No contamos con estadistas, por que la política se convirtió en un reñidero
de gallos, donde la lucha por el ascenso o la reelección consume el grueso de las energías psicofísica de los dirigentes”. (Benito Pelayo)

Los gravísimos sucesos de los últimos tiempos, con cientos de víctimas fatales, más la secuela de heridos y lisiados, con derivaciones crueles en las familias (viudas, huérfanos, etc.) han perdido, casi, el carácter de novedad o de hechos fortuitos. Hay, inclusive, una suerte de resignación que, pasado los primeros momentos, marca el “status” moral de la sociedad.

Fueron 200 los muertos de Cromagnon, 51 en el accidente ferroviario del Once, y más recientemente el desastre en daños personales (superan los 52 muertos) y materiales (miles de millones de pesos) de las inundaciones en la Capital Federal y, especialmente, en la ciudad de La Plata. Vale recordar que la irracionalidad en el uso de vehículos de alta velocidad y los déficits de la infraestructura vial, son causa, cada año, de 7 a 8 mil víctimas fatales en las rutas y caminos del país.

Estamos en presencia de un fenómeno extendido de carencia de eficacia y, sobre todo, de responsabilidad de parte de los gobernantes y funcionarios de su dependencia. En pleno siglo XXI ejercen sus cargos con una tecnología de gestión que ni siquiera tuvo el siglo XIX. La estructura gubernativa, la que figura en la ley de ministerios y en el presupuesto de gastos, está llena de secretarías, subsecretarías, direcciones, jefes de área, parientes, amigos, testaferros, etc. con altos emolumentos, viáticos y canonjías.

Pero no funciona o no existe una percepción objetiva, precisa, actualizada y previsora de la problemática social. Ni la personal, en vivo y en directo, ni la sistémica mediante la programación, la prospectiva y la supervisión informáti ca.  Y cuando en algún coqueto panel del pomposo ministerio que dirige Julio de Vido o alguno de sus colegas de las provincias y municipios, se prende una luz roja, advirtiendo de un asunto grave, en el acto la apagan. Qué no joda..!!

Es que nuestros gobernantes tienen una prioridad suprema e impostergable : “la interna partidaria”. Lo demás puede esperar. Primero está la pelea por la ree lección, o por un cargo más alto o defenderse de la guerra que le prodigan sus propios correligionarios. Nunca como en estos días la Argentina estuvo absor bida en “la lucha por el poder”, arriba, al medio y abajo. En la nación,  en  las   provincias, en las comunas e incluso en los clubes deportivos y en la farándula.
Como en ninguna parte ni en otra época la riña consume en tan alta proporción las energías del cuerpo y de la  mente. La sociedad, en lo medular, avanza hacia la anemia perniciosa, se está quedando sin sangre, como las víctimas de Drácula. Tal es la lógica de la decadencia que se nos impone.

A nuestros mandatarios, no les faltan títulos universitarios (aún truchos)  ni discursos de vuelo académico.  Pero en el mando practican los métodos que ridiculizó Minguito. Ignoran, en los hechos, que la Teoría del Estado enseña cómo el gobierno es planeamiento y administración y, con esos recursos imprescindibles, adoptar decisiones oportunas e inteligentes. Claro que la historia no parece convalidar eso de que “gobernar es fácil” (E. Duhalde)

Y la Psicología Política tiene un capítulo jugoso sobre la percepción de la realidad que hace y debe hacer el estadista. Pero también dedica buenas páginas a “la atención” o concentración de la mente en un objeto y en un problema, acaso en varios. Y que esa función sustantiva de la mente está expuesta a leyes psico-biológicas, las que rigen la capacidad del sujeto y, especialmente, el grado en que la fatiga debilita o distorsiona sus aptitudes, en particular la caída del nivel “de concentración de la actividad consciente” (cf. Schoua-Verthelyi, p. 97)

La política –en tanto conflicto que demanda aplicación neuronal intensa sobre “lo propio y lo del otro”-- es una de las faenas que mayor desgaste de energías  genera. Estimula el apetito pero eleva riesgosamente el “stress”. En la pugna el sujeto puede llegar a un punto de total entrega de su mente a la competencia, incluso postergando o prescindiendo de cualquier otro asunto (familiares, profesionales, etc.). El esfuerzo se dirige a neutralizar las embestidas del adversario (a veces enemigo) y bastante a frenar las deserciones y las traiciones en la propia tropa. 

Salvo excepciones –hay individuos de estructura psicofísica que todo lo soportan--, es común que  el ser humano (el político lo es, pese a su incurable    maquiavelismo) que acumula presiones dentro y fuera de su entorno, se vea  inserto en una trama de tensiones. De allí la acumulación de fatiga. A esta, bien se ha dicho, la produce “el esfuerzo mental prolongado en actividades que demandan mucha atención, así como por conflictos emocionales”.

Puede que la fatiga no aniquile la atención, pero sí influye para soslayarla o no darle la significación ni la urgencia adecuadas a los”objetos” que se le pre sentan. En tanto al gobierno le cabe el parentesco con un “sistema” en la entrada se acumulan diversas demandas, por cuya urgencia o importancia, compiten entre sí. ¿Cuál logra atención privilegiada…? ¿Cómo influye la demanda “política” en comparación con otras..? ¿A cuál concede prioridad el gobernante enfrascado en la lucha política..? 

Las respuestas están en la experiencia argentina. Esa que sufrimos y tenemos a la vista. O acaso se trata de un cierto problema de “salud mental”..?, no en el sentido médico-terapéutico aunque sí sociológico-político. Pero no hay dudas que está ínsito en “el mal desempeño” que contempla el art. 53 CN como causal de juicio político.

-Schoua-Verthlyi : Psicología; Bs. As. Ed. Crespillo, 1986.
-Lapierre, Jean-William : Los sistemas políticos; Barcelona, 1976.