miércoles, 7 de enero de 2015

UN ACUERDO QUE NOS ALEJA DEL DESARROLLO



José Ignacio de Mendiguren
           
           
La aprobación legislativa del acuerdo con China abre nuevamente el debate sobre la ausencia de estrategia argentina para el desarrollo. En el mundo actual y en el que viene, China es una potencia con la que resulta imposible no entablar relaciones comerciales, ¿pero de qué manera debe encararse esa relación para no relegar las posibilidades de desarrollo nacional?

El modelo chino viene avanzando a pasos agigantados pero presenta dos flancos débiles a partir de los cuales nuestro país puede negociar desde una posición ventajosa: alimentos y minería.

La estrategia argentina tiene que estar basada en el aprovechamiento de esa ventaja comparativa para transformar minerales en productos manufacturados y los alimentos en productos con más valor agregado que vayan directamente a las góndolas de los supermercados chinos.

Esta estrategia implica concebirnos como jugadores de un equipo y no como un actor aislado. Por eso es imperioso concebir a Brasil como socio estratégico en este nuevo mundo multipolar y cada vez más regionalizado.

Ambas naciones poseemos industrias pujantes a las que potenciar: trabajando de manera articulada podemos hacer valer nuestros recursos naturales como palanca para el desarrollo.

En nuestro modelo de desarrollo, a diferencia del caso de los países que conforman la Alianza del Pacífico, no alcanza con firmar tratados de libre comercio con el gigante.

Entre Argentina y Brasil tenemos el 25% de la proteína vegetal del mundo para transformarla y exportar valor agregado. Además, la región posee el 55% de las reservas mundiales de litio, futuro carburante para la industria automotriz. Son apenas dos ejemplos de nuestra fortaleza para trabajar en conjunto. Hay muchos más.

Nuestro país todavía debe solucionar un problema acuciante: 4.000.000 de ciudadanos en informalidad laboral y 1.700.000 desocupados.

No vamos a poder solucionar este cuello de botella si nos convertimos en un mero proveedor de materias primas para China. Lo que nos permitirá desplegar las potencialidades de la industria es un plan estratégico para nuestro desarrollo que se capaz de generar en el mediano plazo 8.000.000 de puestos de trabajo registrados. La relación con China puede reportarnos beneficios en ese sentido, pero requiere que fijemos prioridades y ritmos y, sobre todo, que no decidamos el largo plazo en virtud de urgencias de cortísimo aliento.

Para Argentina y la región, desarrollarse implica que nuestros recursos naturales sean insumos para la agregación de valor a través de conocimiento, ciencia y tecnología. Escuchar el canto de sirenas de la primarización puede hacer que China troque de oportunidad a riesgo. Y de consumarse, habremos tropezado una vez más con la piedra que frenó el desarrollo a lo largo de nuestra historia.



José Ignacio de Mendiguren es diputado nacional y secretario de la UIA.


Clarin, 7-1-15