jueves, 21 de mayo de 2015

LAS DIFERENCIAS ENTRE EL DISCURSO Y LA REALIDAD


Alejandro Olmos Gaona

El habitual secretismo que impera en las negociaciones internacionales, permite que muchas decisiones gubernamentales que afectan nuestra economía permanezcan silenciadas, mientras se muestran estrepitosamente números y cifras que pondrían en evidencia el éxito del “llamado modelo nacional y popular”, aunque solo sean producto de una ya rutinaria manipulación de las estadísticas, que a nadie asombra porque es parte de la habitualidad económica con la que se maneja el gobierno.

La demonización constante de los organismos multilaterales de crédito a través de los discursos presidenciales, y los sostenido por diversos ministros del gabinete, encubre una realidad distinta que pone en evidencia como se negocia con ellos, como se acuerdan créditos para financiar planes sociales; como se continúa con el clásico esquema se someterse a una lógica financiera de la que no existe la menor intención de salir y forma parte de los manejos de un esquema de poder capitalista que se recicla permanentemente aunque muchos ingenuos, en forma apresurada le hayan augurado un próximo desenlace fatal.

Hay que estar viviendo en una dimensión distinta de la realidad para dudar de la complicidad operativa de los organismos multilaterales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo y Corporación Financiera Internacional) con los grandes grupos financieros internacionales.  El Plan Brady es un ejemplo de cómo colaboraron para salvar a los bancos privados transnacionales, y liberarlos de créditos presumiblemente incobrables, articulando toda una estructura que fue impuesta en casi todos los países de Latinoamérica, a principios de la década del 90, mediante la cual además de incrementar el endeudamiento externo, permitieron comprar empresas públicas a precios irrisorios, lo que determinó en la Argentina, un desguace integral del Estado.

Las investigaciones que realicé en el Ecuador en oportunidad de integrar la Comisión de Auditoría de la Deuda de ese país, me permitieron conocer documentos confidenciales de como operaban estos organismos multilaterales a través de créditos, que se otorgaban para supuestos planes de desarrollo, y se desviaban para el pago de deuda externa y otras obligaciones, sin contar la exigencia de contratar auditorías impuestas por ellos, que en muchos casos, se llevaban en costos operativos sumas descomunales que se pagaban con los créditos otorgados. Por supuesto estaban las habituales condicionalidades, los planes de ajuste, la formulación de planes económicos a los que había que someterse, para  contar con “ayudas” ficticias que encubrían la realidad de un sistema perfectamente elaborado para condicionar las políticas de los países dependientes.

Después del pago, efectuado en diciembre del 2005, al Fondo Monetario Internacional, con el cual se cancelara la deuda pendiente con este organismo, el Presidente Néstor Kirchner, los ministros y distintos funcionarios del Poder Ejecutivo, reiteraron en cuanta ocasión se les presentara, que mediante ese pago se terminaba la sujeción al Fondo y a sus políticas, que “mucho dolor y hambre nos trajeron” disponiéndose una relación diferente con los organismos multilaterales de crédito, a los que la Argentina no iba a volver a recurrir. Tales conceptos abundaron también en los discursos de la Presidenta, y los funcionarios que actualmente la acompañan en su gestión, donde la sobreactuación discursiva, es parte del ejercicio del poder para solaz de una vasta legión de aplaudidores, y el engaño constante a sectores populares que de buena fe se convencen de la palabra oficial.
Nadie que conozca la política económica llevada a cabo durante la dictadura, y especialmente durante la década del 90, podrá justificar las constantes intromisiones del FMI, del Banco Mundial y del BID, en los planes de ajuste y en las restricciones económicas que produjeron hambre y desocupación. Lo que resulta una manifiesta contradicción, es que las actitudes de los presidentes Kirchner, hacia el FMI y los organismos multilaterales, no tengan nada que ver con lo que dicen para sus sumisos auditorios y para una obnubilada militancia, que toman como verdad revelada el contenido de los discursos.

Debemos recordar, que Néstor Kirchner fue el presidente que más le pagó al fondo transfiriéndoles todos los recursos que eran exigibles y sin cuestionar en momento alguno la legalidad de sus demandas, aun cuando la Comisión de Fuga de Capitales de la Cámara de Diputados, había determinado en el año 2002, que todos los préstamos del FMI, había sido fugados por empresas y particulares, con el conocimiento de ese organismo, tal como fue puesto en evidencia por su Oficina de Evaluación Independiente.
Durante la gestión actual de la Presidenta, las relaciones con el FMI y con el BID, fueron de estricta sumisión a las decisiones adoptadas por estos organismos. 
En efecto; haciendo un elogio de las contribuciones del BID para eliminar la pobreza y promover una mayor equidad social, la Sra. De Kirchner envió al Congreso Nacional en el 31 de agosto del año 2011, un proyecto que fue aprobado, para capitalizar al BID, en la suma de SIETE MIL QUINIENTOS CINCUENTA Y DOS MILLONES DE DÓALRES SIETE MIL QUINIENTOS VEINTICINCO MILLONES SETECIENTOS SESENTA MIL DOSCIENTOS DÓLARES (U$A 7.525.760.227) más VEINTISEIS MILLONES SETECIENTOS SETENTA Y NUEVE MIL CUATROCIENTOS QUINCE DÓLARES ( U$A 26.779.415) para el Fondo de Operaciones Especiales, sumas estas que se abonaran en cinco cuotas, abonándose la primera en el 2011 y las restantes este año, el año 2013, 2014 y 2015 respectivamente, suscribiéndose acciones por esos importes.

En el Proyecto que llevaba la firma del ex Ministro de Economía Amado Boudou y el Jefe de Gabinete de Ministros se hacía mención a que el BID planteó entre sus metas “el logro de una mayor equidad social y la reducción de la pobreza en los países de menor desarrollo de América latina y el Caribe y, asimismo mediante el fortalecimiento de las operaciones de cooperación técnica y productos no financieros a países, reforzar sus estructuras institucionales”.

Este Proyecto de capitalización fue idea de los mayores accionistas de la institución (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, China, etc.) para compensar las importantes pérdidas que le ocasionaron inversiones especulativas  que determinaron que su capital operativo disminuyera considerablemente. En el año 2008 las pérdidas fueron del orden de los 1.900 millones de dólares, lo que llevó al Senador Richard Lugar, del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los Estados Unidos a pedir explicaciones al presidente del BID, Luis A. Moreno, quien reconoció el la existencia de operaciones de riesgo lo que determinó a que con fecha 22 de marzo de 2010 la Asamblea de Gobernadores aprobara la Declaración de Cancún , que llevó a elaborar un documento técnico  que con fecha 24 de junio de 2010 , el Ex ministro Boudou votó favorablemente. En ese documento se resolvió elevar el capital del Banco en la suma de SETENTA MIL MILLONES DE DÓLARES (U$D 70.000.000.000) más la suma de CUATROCIENTOS SETENTA Y NUEVE MILLONES (U$D 479.000.000) para el Fondo de Operaciones Especiales.

Hace dos años el ex Presidente de la Comisión Presidencial para la Nueva Arquitectura Financiera del Ecuador, Dr. Pedro Páez, me había comentado los quebrantos del BID, y de lo absurdo que suponía seguir postergando la capitalización del Banco del Sur, mientras se entregaban ingentes fondos a los organismos multilaterales.
El 15 de diciembre del año 2012 el Fondo Monetario Internacional decidió aumentar las cuotas de participación en el organismo, lo que tuvo el voto favorable del representante argentino. Debido a ello el 21 de febrero de ese año, la Presidenta Kirchner, envió un proyecto de Ley al Congreso, que tuvo media sanción del Senado y fue aprobado  por la Cámara de Diputados, para aumentar la cuota de la Argentina en TRES MIL CIENTO OCHENTA Y SIETE MILLONES TRESCIENTOS MIL DERECHOS ESPECIALES DE GIRO, equivalentes a CINCO MIL MILLONES DE DÓLARES. El aumento será pagado en moneda de la República y en la de otros países con recursos del Banco Central. A pesar de las criticas constantes al organismo, la Presidenta no ha tenido ningún reparo en disponer de esa suma, para aumentar las disponibilidades que se le exigiera debía hacer junto con los otros miembros.

Cuando se habló que nos “liberábamos del Fondo”, se instaló otra falacia, porque liberarnos no significaba solo pagar una suma que no correspondía, sino retirarnos del mismo, y efectuar un serio cuestionamiento, reclamando todo lo que habíamos pagado indebidamente durante años, especialmente en concepto de resarcimiento por las políticas defraudatorias llevadas a cabo durante la dictadura militar que tuvieron al FMI, como participe fundamental como se pudo acreditar en la causa Olmos, y que determinó una especial mención del Juez Jorge Ballestero en la sentencia dictada en abril del año 2000.

Finalmente, y como ya es habitual en esto de someterse a las exigencias de estos organismos multilaterales, la presidenta envió al Congreso de la nación el 1º de julio de 2014 un proyecto de ley para capitalizar al Banco Mundial, a la Corporación Financiera Internacional y a la Asociación Internacional de Fomento. A la Corporación Financiera se le darán 4.276.000 dólares, a la Asociación Internacional 71.411.538 dólares, y al Banco Mundial, la nada despreciable suma de de NOVECIENTOS NOVENTA MILLONES DE DÓLARES  a pagar en cuatro años. En el proyecto de ley la Presidenta recuerda que “El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) entró en vigor el 31 de diciembre de 1945 cuando veintiocho (28) países aprobaron su convenio constitutivo, siendo su objetivo lograra la reducción de la pobreza en los países en vías de desarrollo brindándoles asesoría financiera en materia de gestión económica, préstamo, garantías…” Tal proyecto después de pasar los laberínticos vericuetos de las comisiones, será tratado este mes por el Senado de la Nación, que lo aprobará, y que los proyectos del Poder Ejecutivo jamás son discutidos en profundidad y se los aprueba, aun cuando existan objeciones fundadas por parte de algunos legisladores.

Mientras esto ocurre, el Banco del Sur sigue languideciendo,  y a pesar de los organismos suramericanos creados (Mercosur, Unasur, Celac), su instrumentación definitiva sigue detenida. Los altisonantes discursos de los miembros de estas instituciones, donde se enfatizan ideas supuestamente progresistas y liberalizadoras, no pueden ocultar la realidad de que la colaboración económica de nuestros países es casi inexistente, y cuando se necesita dinero, se recurre invariablemente a las seculares fuentes de financiamiento: los grandes bancos de Estados Unidos y de Europa, y recientemente de un nuevo participe del sistema, la República Popular China, con los condicionamientos que se siguen imponiendo y que todos los países aceptan sin discutir.

Seguramente ya conozco el argumento que podrá justificar estas capitalizaciones: si somos miembros de esos organismos, tenemos que cumplir con lo que deciden las normas estatutarias. Eso sería cierto si se cumplieran estrictamente con los reglamentos de esos organismos, pero eso no ocurre ya que  el gobierno, ha desconocido palmariamente la obligación de someter las cuentas públicas a la revisión del FMI, tal como lo determinan los Artículos IV, Sección 3, inc. b, y VIII, Sección V de su Carta Constitutiva, y solo se limita a cumplir con aquellas cuestiones estatutarias que no muestren la realidad de nuestra precaria situación económica. Lo mismo ocurre con las obligaciones existentes con los otros organismos.  Es decir que podemos darles todo el dinero que decidan que les debemos entregar, pero no se pueden hacer públicas las realidades de  las cuentas públicas y las adulteradas estadísticas que se manejan. Se vive en la ficción discursiva para consumo interno donde se enfrenta al sistema financiero pero se negocia con ellos, se demoniza a las instituciones multilaterales, pero se las capitaliza, sustrayendo un dinero necesario para disminuir la pobreza que sigue creciendo. Se critica a los buitres como NML o Aurelius, pero se negocia con los grandes como el Citibank, el Barclays, el Deutsche, o Merrill Lynch. Se dice una cosa, se hace otra, y siempre existe alguna explicación para justificar el sometimiento mostrando una actitud soberana que en la realidad de lo que se firma no existe. Es continuar aceptando la lógica de los imperios: ellos deciden nosotros debemos obedecer; eso sí sobreactuando y exhibiendo una independencia económica que no existe y que los documentos muestran de manera definitiva.


ALEJANDRO OLMOS GAONA