domingo, 23 de agosto de 2015

DESCAPITALIZACIÓN K DEL BANCO CENTRAL


Por Héctor GIULIANO
(20.8.2015).

El Banco Central de la República Argentina (BCRA) ha sido llevado bajo la administración Kirchner a la insolvencia y la iliquidez por haberlo puesto al servicio del sistema de la deuda pública perpetua del Tesoro.
El banco ha devenido así no sólo el principal sostén de la política de pagos de la deuda externa con reservas internacionales y fuente de fondos para sufragar el déficit fiscal en pesos sino además una ventanilla adicional del endeudamiento del Estado, con deuda que también se toma sin capacidad de repago.
Por eso, la supervivencia financiera del BCRA depende hoy de la permanente refinanciación y aumento de sus pasivos con el sector bancario-financiero, local y externo.
Esta gravísima situación se oculta a la opinión pública y en ello son cómplices el oficialismo, la oposición política y los grandes medios de información del establishment.

VACIAMIENTO DE LAS RESERVAS.
Durante la administración Kirchner salieron del país divisas por valor de más de 90.000 MD[1]. No se trató de un mecanismo de fuga oculta o ilegal de capitales sino de operaciones lícitas aceptadas por el BCRA. Incluso se llegó a estimular la salida de estos dólares bajo la idea que un “exceso” de moneda extranjera acentuaría la apreciación del peso. Durante largos años del gobierno K se permitió – por otra parte - que un gran porcentaje de las exportaciones argentinas se liquidasen en el exterior sin necesidad de traerlas al país (caso minería, petróleo y granos).

Hoy el stock de Reservas Brutas del BCRA – según datos al 31.7.2015 – es de 33.900 MD y el sostenimiento de este nivel es cada vez más gravoso porque las reservas se compran con deuda.
Sólo un tercio de las reservas totales son propias del BCRA: 7.700 MD corresponden a Cuentas corrientes en otras monedas (que son los encajes bancarios por depósitos en dólares) y 13.900 MD corresponden a Otros Pasivos (constituidos por préstamos de otros bancos centrales, como el Banco de Francia, el BIS de Basilea y – sobre todo - el Banco Popular Chino, a través de un swap por el equivalente de 11.000 MD, de los que el gobierno lleva utilizados 8.000-8.500 MD).[2]

En total, y sumando a estos dos rubros los Medios de pago en otras monedas (unos 500 MD, que son en su mayoría Certificados de Depósito para Inversión) esto da que 22.100 MD son pasivos directos del BCRA en moneda extranjera que, deducidos de las reservas brutas, dejan un saldo real de reservas propias de sólo 11.800 MD (un nivel muy poco superior al stock de divisas que tenía el país en el momento del default de Diciembre de 2001).[3]
Si a este saldo se le restara el stock de deudas a corto plazo por Lebac/Nobac – que equivale a casi 40.000 MD – el desequilibrio consiguiente liquidaría toda posibilidad de controlar la política monetaria, cambiaria y bancaria por parte del BCRA.

Es obvio que si la Argentina no tuviera semejante problema de reservas netas o disponibles el gobierno K no necesitaría mantener el cepo cambiario como lo hace actualmente.
La Argentina hoy ya no dispone de superávits gemelos – fiscal y externo – y el saldo de Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos es fuertemente negativo, por lo que  el gobierno no puede comprar las divisas provenientes de la liquidación de exportaciones con recursos propios sino que lo hace con deuda; y para ello apela a un mecanismo de triangulación vía Lebac/Nobac.

ENDEUDAMIENTO CUASI-FISCAL.
Las Letras/Notas del BCRA – fundamentalmente las Lebac – son obligaciones a corto plazo (menos de un año) que el banco utiliza como instrumento de regulación monetaria para retirar dinero del mercado (pagando interés).
El monto de estas Lebac ha venido aumentando extraordinariamente bajo la administración K, sobre todo - y más aceleradamente - en los últimos años, llegando hoy a un stock de 355.900 M$, equivalentes a 38.700 MD (casi 40.000 MD, siempre con datos al 31.7).
Para reponer reservas con deuda y/o aumentar el stock de las mismas el gobierno realiza una maniobra en tres pasos empleando las Lebac:

  1. El BCRA emite dinero sin respaldo para comprar dólares (dólares que luego le presta al Tesoro para que éste pague deuda externa con terceros: acreedores privados y organismos financieros internacionales).[4]
  2. Como el dinero emitido incrementa lógicamente la Base Monetaria (BM) y presiona sobre el nivel de los precios (inflación por exceso de emisión sin correlato en el crecimiento económico) el mismo BCRA coloca entonces Lebac en el mercado financiero para absorber o esterilizar el dinero emitido.
  3. Estas Lebac – que en su mayoría son a 90-110 días de plazo – devengan intereses del orden del 28-30 % anual y pasan a constituirse en la mayor parte de la deuda cuasi-fiscal o pasivo del BCRA – después de la BM - con lo que se cumple la regla citada de que las divisas de las reservas se compran con deuda.[5]
Este conjunto de obligaciones del BCRA – desde un punto de vista potencial, debiera restarse también de las Reservas Brutas porque constituye una enorme masa de dinero que si no es remunerada con tasas positivas de interés terminaría yéndose al dólar, con el consiguiente desequilibrio explosivo del tipo de cambio.[6]
El gobierno K evita o dilata esta crisis de deuda retroalimentando permanentemente – a través de sus colocaciones semanales de los días martes - la totalidad del stock de tales Lebac vía renovación a su vencimiento y emisión de letras adicionales (hoy llegadas a un tope de tolerancia financiera para el BCRA).[7]

La administración Kirchner se encuentra así fácticamente sometida a un mecanismo de tipo extorsivo por parte del oligopolio de los grandes bancos tomadores de Lebac, que cada semana tienen la alternativa de pasar por el “escritorio” a renovar sus letras o pasar por la “ventanilla” a cobrarlas, lo que supondría restituir a la plaza el dinero sobre-emitido para poder comprar dólares de las reservas en el mercado; y tal cosa presionaría inexorablemente sobre el tipo de cambio.
Este mecanismo perverso de subordinación financiera del Estado a los Bancos – que se administra a través del BCRA – constituye una de las formas más graves de subvención al sistema financiero.

SUBSIDIO AL SECTOR FINANCIERO.
El altísimo costo financiero para el Estado Argentino producido por esta dependencia del BCRA con respecto a los grandes bancos es difícilmente mensurable dado sus efectos directos pero también indirectos.
El año pasado – según los datos del Balance General al 31.12.2014 – los Intereses Ganados por la colocación de Reservas Internacionales, traducidos a pesos, fue de sólo 142 M$ mientras que los Intereses Perdidos o Pagados durante el Ejercicio (prácticamente abonados en su totalidad por Lebac/Nobac) fueron de 42.200 M$.
Esto quiere decir que el costo de endeudarse para comprar reservas es 300 veces más caro que la rentabilidad por la colocación de tales reservas (!).
La rentabilidad promedio de las reservas fue menor al 0.05 % mientras que la tasa promedio pagada a los bancos por las letras del BCRA fue del 15 %.
En la actualidad, siendo que el BCRA viene colocando deuda al 28-30 % anual por las Lebac se estima que los intereses a pagar este año no bajarían de los 90.000 M$.
Los subsidios dados por la administración K a los bancos multiplican los privilegios de rentabilidad del sector:

a)    La Banca Comercial - que presta a elevadas tasas de interés dinero que crea  a través del sistema de encaje fraccionario – es uno de los principales acreedores del Estado (que tiene, en cambio, la facultad de emitirlo sin costo!): aproximadamente un tercio de la cartera de créditos de los bancos del país está prestado al Sector Público  (un monto que lógicamente se resta del crédito al sector privado).
b)    Las colocaciones semanales de Lebac/Nobac se hacen casi todas por los montos ofrecidos por las entidades financieras - renovaciones y nuevas deudas – que son muy superiores a los requeridos normalmente por el BCRA.
c)    El BCRA subsidia adicionalmente a los bancos por medio del sistema de Pases Pasivos (toma de dinero a sólo 1 ó 7 días).[8]

Bajo estas condiciones, no es casual que el sector financiero-bancario sea el que tenga los  mayores niveles de ganancia en la Argentina K.
Paralelamente – y en gran medida como contrapartida - la situación real del BCRA no puede ser peor debido a una combinación insostenible:
a) falta de reservas propias, con sobre-endeudamiento consiguiente para comprar divisas vía Lebac/Nobac (con bancos locales) y vía Otros Pasivos (préstamos de bancos centrales extranjeros),
b) bajísima calidad de sus  activos en títulos públicos que no tienen capacidad de repago (Letras intransferibles entregadas por el gobierno para pagar deuda externa con reservas), y
c) aumento extraordinario de la Base Monetaria para sostener la recompra de reservas (según la política de compra de divisas con deuda).

Con el agravante que pese a esta descapitalización estructural el BCRA – junto con la ANSES[9] y el Banco Nación[10] - es uno de los principales entes financieros públicos que transfiere fortísimas “utilidades” al Tesoro.[11]
La clase política y sus “equipos técnicos” – del oficialismo y de la oposición – así como el establishment económico-financiero debieran responder en forma concreta a este interrogante que plantea qué medidas tendrían que adoptarse frente al problema de tal descapitalización mayúscula del BCRA (como no sea proponer la toma de más deuda), ya que el tema constituye un punto clave dentro de la herencia de nuevo endeudamiento K.

Paradójicamente, fue el Kirchnerismo que promovió la última reforma de la Carta Orgánica del BCRA con el objetivo declarado de ponerlo al servicio de “la estabilidad monetaria, la estabilidad financiera, el empleo y el desarrollo económico con equidad social.”
Ésta parece ser la manera en que, pese a sus discursos “para la galería” (discursos tradicionalmente contradichos por la realidad), la irresponsabilidad del gobierno Kirchner – por ineptitud y/o por complicidad – termina siendo funcional así a los intereses del Capital Financiero.






NOTAS:

[1] La siglas MD/M$ significan Millones de Dólares/Pesos  respectivamente y todas las cifras se exponen aquí siempre con redondeo.
[2]  Las operaciones de swap o pase de divisas están normalmente aplicadas al intercambio comercial entre dos países pero pueden utilizarse también – como en nuestro caso – como préstamo financiero a corto plazo (un año, a tasa de interés del 6 %).
El swap de China – lo mismo que el resto de los Otros Pasivos – se utiliza para reponer reservas que el gobierno destina al pago de deuda externa con terceros.
Por un convenio entre el Banco de Inglaterra y el Banco Popular Chino – bancos centrales de sus respectivos países – la principal plaza internacional donde se realizan las operaciones de conversión de yuanes a dólares es el Mercado de Londres.  
[3] Si se divide la Base Monetaria (BM) – que al 31.7 pasado era de 520.200 M$ - por las Reservas Brutas (33.900 MD) eso nos da un tipo de cambio teórico de referencia de 15.34 $/US$ (un valor no lejano del dólar paralelo o blue).
Aunque este número no represente necesariamente el nivel de corrección pertinente en caso de devaluación del peso, la administración Kirchner mantiene de todos modos una política de retraso cambiario; y lo hace por dos razones básicas: 1. La necesidad de sostener los pagos de la deuda externa y garantizar la toma de nueva deuda, debido a que el Estado recauda en pesos y esos pesos tienen que convertirse a moneda extranjera para pagar los servicios de la deuda, y 2. El uso del tipo de cambio como “ancla inflacionaria”, para tratar de evitar que una devaluación relevante se traslade a los precios.
[4] Actualmente la Tesorería Nacional le debe al BCRA unos 90.000 MD (exactamente 89.500). De este total, 58.800 MD corresponden a Títulos Públicos; siendo prácticamente todos Letras Intransferibles entregadas por el gobierno – como “vale de retiro de caja” – a cambio de reservas para atender el pago de deuda externa.
Estas letras no devengan intereses o bien tienen una rentabilidad irrelevante (0.01 %), son a diez años de plazo y no garantizan capacidad de repago alguna, lo que reduce sustancialmente la calidad de los activos financieros del banco.
Otro tanto pasa con los Adelantos Transitorios al Gobierno Nacional – el segundo gran rubro de préstamos del BCRA - que hoy suman unos 282.400 M$, equivalentes a 30.700 MD.
[5] Estrictamente hablando, este mecanismo de compra para reposición o aumento de reservas internacionales con deuda se realiza por transposición de pasos: en lugar de primero tomar deuda el BCRA para con esos fondos comprar las divisas, el banco opera al revés, emitiendo el dinero primero y rescatándolo luego como deuda a través de las Lebac.
[6]  Se trata de un caso típico de arbitraje entre Tasa de Interés y Tipo de Cambio, que lleva a que el gobierno siga aumentando las tasas para retener pesos en el sistema financiero.
La tasa que el BCRA paga a los grandes bancos privados por las Lebac/Nobac fija, a su vez, el piso de las tasas del mercado y, consecuentemente, agrava el costo financiero de todos los créditos a empresas y personas.
Este aumento ha llevado a que la tasa mayorista o interbancaria local (BADLAR) esté hoy en el orden del 21 %, con los efectos recesivos consecuentes que el incremento de estos intereses tiene sobre la Economía.
[7] La relación Lebac–Base Monetaria (siendo la BM = Circulante más Cuentas Corrientes en pesos) es extremadamente anormal en la Argentina: al lado de una BM de 520.200 M$ (≡ 56.600 MD) el monto existente de las Lebac/Nobac es de 355.900 M$ (≡ 38.700 MD), lo que significa que éstas equivalen al 68.4 % (casi el 70) de la Base.
O, dicho de otra manera, que sobre una emisión total de 876.100 M$ (≡ 95.400 MD) el 40 % de esa masa de dinero se encuentra retenido por el BCRA pagando intereses a los bancos tenedores de Lebac del orden del 28-30 % anual.
Abonar tasas de interés de este nivel – cercano a la tercera parte del valor nominal del capital prestado vía letras - implica que por las operaciones sistemáticas de renovación y toma de nuevas deudas el BCRA termina pagando en tres años por  concepto de intereses tanto como el capital o principal que tiene que devolver a los acreedores por el capital o principal de los títulos.
[8] Los Pases Pasivos son operaciones de toma de deuda a cortísimo plazo – la mayoría, a sólo un día – que el BCRA realiza con los bancos y por lo que les paga una tasa  del 16-17 % anual (Abril 2015) .
Notablemente, la mayoría de estas operaciones no son necesarias para el BCRA porque remuneran los saldos de caja bancarios entre el cierre de la jornada – última hora de la actividad diaria – y el comienzo del horario del día siguiente: son las denominadas letras overnight (“por la noche”).
[9] La ANSES - que administra la plata de los jubilados - tiene el 65 % del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) prestado al Estado - lo que implica un desfinanciamiento a mediano/largo plazo del Sistema Previsional Argentino.
[10] El BNA – principal banco del país, cuya Carta Orgánica se modificó bajo la administración Kirchner para privilegiar el préstamo a la actividad privada productiva (especialmente PYMEs y Agro), en los hechos tiene hoy aproximadamente la mitad de su cartera de créditos prestada al Estado.
[11]  Las ganancias contables del BCRA en el ejercicio 2014 fueron de 78.100 M$, ganancias que fueron rápidamente giradas al Gobierno. Estas utilidades no fueron producto de ganancias genuinas sino básicamente de resultados por tenencia de activos en moneda extranjera, es decir, por diferencias de cambio debidas a la devaluación del peso.
Las diferencias netas de cotización por este motivo sumaron el año pasado 114.800 M$, correspondientes principalmente a Reservas Internacionales (41.000 M$) y Títulos Públicos Nacionales (92.800 M$, en su mayoría derivados de la enorme masa de letras intransferibles en cartera del banco, y que no tienen capacidad de repago por parte del Tesoro).
Este mecanismo sistemático de transferencia de utilidades no genuinas al Fisco – alimentado sintomáticamente con la depreciación de sus activos en moneda extranjera – no sólo constituye una forma espuria de financiamiento del Estado sino que a la vez descapitaliza al BCRA y lo deja en un virtual estado de “vaciamiento”.
La reciente ampliación de la colocación en títulos públicos del 50 al 90 % del Fondo de Garantía de los Depósitos (FGD) – que administra SEDESA (Seguros de Depósitos SA, que es una entidad privada) – agrava este cuadro de situación y potencia el peligro del sistema financiero en caso de corrida hacia los depósitos bancarios.