martes, 3 de enero de 2017

QUÉ SE PUEDE ESPERAR DEL PERONISMO

                           

                                  Alberto Buela (*)

Antes que nada hay que aclarar, que el peronismo se ha convertido en un universalismo más, como la latinidad o la humanidad, que a santo de tantas definiciones dispares lo dejaron vacío de contenido. Además, sus actuaciones lo confirman. Así, en setenta años de existencia pasó por las más variadas tendencias: de liberal con Menem a demócrata progresista  con Kirchner y de nacionalista con el primer Perón a socialcristiano con Duhalde.
Hoy a finales del 2016 y luego de un año de gobierno social liberal no podemos saber donde está parado. Al gobierno de Macri lo definimos como social liberal porque ha distribuido más subsidios del Estado que los Kirchner y aumentó el gasto público, de ahí que algunos analistas lo denominen “kirchnerismo de buenos modales”.

Lo cierto es que durante este año, los factores de poder de la sociedad  perdieron todos, salvo los piqueteros y las organizaciones sociales que recibieron $ 30.000 millones de pesos y administración de obras sociales. El resto: las CGTs, la CTA, las Pimes, las grandes empresas, la Iglesia, la Universidad, los lobbies comunitarios, los mass media, los partidos políticos, etc. se mostraron en retroceso. Hay mil datos que prueban esto.
La dirigencia peronista o mejor aun, sedicente peronista, los que se dicen de sí mismo peronistas, luego de la regencia kirchnerista, está saltando de rama en rama. Así, ora van con Macri, luego con Massa, los menos con Cristina, nadie con Scioli, algunos con Urtubey y todos dentro del partido peronista que es un sello de goma comandado por el ex gobernador de San Juan, Gioja, “gerente del cáncer en Argentina” con su triste record mundial en la sufrida Jachal.

Parece ser que una tenue luz asoma en el horizonte del estos sedicentes peronistas y es la figura de Vidal, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires. La orden, como un reguero del pólvora, corrió entre todos los fragoteadores y mentideros políticos: “hay que ir en auxilio de Vidal”, que es una variante del viejo apotegma: “siempre prestos en auxilio al vencedor”.
La sedicente dirigencia peronista para seguir existiendo no solo tiene que acercarse raudamente a Vidal sino que tiene que asumir y difundir un discurso antiglobalista,  no conformista, de defensa de los bienes del Estado. En una palabra: soberanista. Con un discurso opuesto al que produjo estos últimos treinta años desde la restauración democrática del 83 hasta ahora.

En un último esfuerzo por conservar el poder, Macri introdujo, con Dujovne como ministro de hacienda, al lobby hebreo en le manejo directo de la economía nacional. El tema es que la carnalidad del lobby y su afán de riquezas es más fuerte que la austeridad que pueda proponer un ministro.
Todo parece indicar que los sedicentes peronistas están más cerca de la guitarra, mientras Macri lo está del arpa.