lunes, 6 de mayo de 2019

PARA VOTAR BIEN



Religión en libertad, 2-5-19
Recientemente hemos tenido en España elecciones generales. Los resultados, como siempre no han sido del gusto de todos. Los católicos debemos aprender a defender principios de acuerdo con un orden humano y sagrado de la vida, un humanismo cristiano, y elegir a los que defiendan estos principios. Esta tarea no es fácil porque falta mucha formación en este sentido. 
Algunos católicos piensan que les basta con que les dejen ir libremente a Misa y sacar procesiones a la calle. Se olvidan que el cristianismo no se agota en estas manifestaciones, por muy santas que sean. Hay muchos campos donde debemos dar la cara: la defensa de la vida, la familia, la cultura, la enseñanza, los medios de comunicación, la infancia y la juventud, el respeto a los mayores, la justicia social, etc. A la hora de votar, ¿qué campos hay que defender en esta batalla política?
El Profesor Fernando Fuentes Alcántara, que enseña Doctrina Social de la Iglesia en Salamanca, lo resume así:
Retos más urgentes a los que debe responder el cristiano insertado en la sociedad actual:
a.- La apertura a la vida: Su planteamiento y defensa deben formar parte de una auténtica conciencia social cristiana, especialmente en estas circunstancias como indica Caritas in veritate (nº 15): « no puede tener bases sólidas, una sociedad que -mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz- se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada ».
Uno de los aspectos más definitivos para juzgar la calificación moral de una sociedad es la valoración que se hace de la vida humana. Esta se desprecia cuando el juicio acerca del prójimo se realiza a partir de criterios extraños a la verdadera dignidad de la persona, esto es, a partir de una utilidad social o de si alcanza el nivel de "calidad de vida" socialmente admisible.
También la aspiración a lograr una ecología humana, la apertura a la vida en la naturaleza y el respeto del medio ambiente natural, es uno de ámbitos más relevantes de la educación en la doctrina social de la Iglesia.
b) Testimoniar la fe en la vida pública
Se trata de sanar las instituciones, las estructuras y las condiciones de vida contrarias a la dignidad humana. El cristiano no se limita a la mera trasformación de las estructuras sino que la originalidad de su acción está, sobre todo, en el impulso de una cultura inspirada en el Evangelio. Se trata de dar prioridad y profundidad a la conversión y trasformación de las conciencias antes que al cambio de estructuras sociales y políticas.
El Papa actual plantea abiertamente el papel de la religión cristiana (y de las otras religiones también) como propuesta pública en esta sociedad en la que vivimos. Su "estatuto de ciudadanía" es un tema insuficientemente tratado y evitado por las instancias sociales y políticas sobre todo de nuestro país. En este sentido es un itinerario erróneo la fuga hacia la privacidad y la separación entre lo social ( y sus complejidades) la moral y la fe. Hay que evitar cualquier disociación entre la vida religiosa y los deberes terrenos. "La ruptura entre la fe que profesan y la vida ordinaria de muchos debe ser contada como uno de los más graves errores de nuestro tiempo " La fuga hacia la privacidad genera un modo de espiritualidad evasiva. El proyecto formativo supera "el problema de cada uno ", fiel reflejo de la sociedad fragmentada y de la falta de motivación para la vida colectiva " .
Quizás alguna culpabilidad tenemos como comunidad cristiana por dar a entender a veces que la misión de la Iglesia había que situarla en el ámbito de los espíritus y de la vida privada. Sin embargo, el magisterio social de la Iglesia siempre ha planteado la necesidad de que los cristianos asuman no sólo un compromiso ético-social, como dimensión imprescindible del testimonio cristiano, sino que también posean una conciencia única y unitaria entre su vida pública y su vida cristiana como un deber de coherencia en su fe. Por eso "se debe rechazar la tentación de una espiritualidad intimista e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad ni con la lógica de la Encarnación y, en definitiva, con la misma tensión escatológica del cristianismo".
Ante la complejidad de la vida pública, el compromiso sociopolítico requiere una formación especializada que responda a las características propias y plurales de donde se ha de realizar tal compromiso . Es necesaria una formación sociopolítica, desde la DSI y desde fórmulas de formación y de educación social como es el Master de Doctrina social de la Iglesia, que promueva, motive y capacite para realizar dicho compromiso.
c) El Master de DSI pretende formar una conciencia social que trasforme la cultura y la sociedad
Una tarea de fondo que debe asumir el cristiano es la aportación ética a la cultura. Seguramente una de las quejas más comunes que vemos a nuestro alrededor es la opinión casi unánime de la decadencia de la cultura que nos invade. Echamos en falta una cultura "capaz de enriquecer al hombre" (Compendio de Doctrina social,556).Una cultura humana y civil que tenga como contenido el desarrollo de la dignidad humana, que esté bien fundamentada en una correcta antropología; que no reduzca al ser humano a las visiones ideológicas y formas culturales que lo empobrecen. Asistimos a planteamientos culturales en España donde el control ideológico es cada vez más determinante en los medios de comunicación. También la cultura de las diversas Naciones, que son formas de plantear la existencia persona, se ha impuesto como una vía de empobrecimiento más que como una manera de realización humana abierta y fraterna.
El desafío que nos presenta la cultura actual es el desafío de la verdad en la cultura, como ya se ha indicado. Y para llegar a ella no basta una lectura sociológica y cultural de la sociedad actual, es preciso un compromiso por la educación y la formación de las personas. No hay formación ni educación en la fe personal y en el compromiso social si no es mediante un proceso permanente de maduración, de discernimiento, cultivo de la espiritualidad laical y de revisión de vida. Esto supondría actual en los siguientes campos:
1.- Educar para ser protagonistas como miembros de una comunidad cristiana que discierne las opciones que debe asumir . Más concretamente, educar para ser capaz de hacernos cargo de los problemas del propio tiempo y del propio ambiente. Poder tomar una responsabilidad activa que es fruto de un proceso de búsqueda que aboca a tomar opciones y protagonismo en la comunidad cristiana y en la sociedad.
2.- Educar para participar en una sociedad profundamente necesitada de construir tejido social. Uno de los retos históricos permanentes es la escasa consistencia de la sociedad civil, que en la vida real se traduce en el abandono de responsabilidades individuales en manos del Estado.
3.-Promover la formación de un VOLUNTARIADO que participe en asociaciones, organismos, campañas, en favor de las cuestiones desafiantes de nuestro tiempo:la paz, la ecología, la solidaridad.....
3.- Educación para que los hombres conduzcan su vida según los principios del Evangelio aplicados a la moral personal y social, y manifestado en un testimonio profundamente cristiano.
Para todo ello es imprescindible tener instrumentos de formación adecuados. Un recurso puede ser el Master en Docrtrina social de la Iglesia que promueve la Universidad Pontificia de Salamanca (www.upsam.es), que he recomendado ante los retos de la sociedad y de la Iglesia. Hay otros medios también que están en marcha y con resultados adecuados. Lo imprescindible es tomar conciencia de la necesidad, pues de esa forma encontraremos sentido a las distintas propuestas formativas.
Cfr.https://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2011/10/15/doctrina-social-iglesia-religion-master-upsa-salamanca-madrid-fernando-fuentes.shtml

Es necesaria una labor formativa para orientar a los políticos en su defensa de los principios éticos expuestos en la Doctrina Social de la Iglesia, y una formación del pueblo votante, que sepa lo que debe exigir, y lo que está dispuesto a defender. Esta tarea es larga, pero muy necesaria en un sociedad bastante desinformada, que solo bebe de la tele y otros medios de comunicación, muchas veces sin escrúpulos. No podemos exigir un voto responsable basado en la imagen bonita del político de turno, o en las promesas fantásticas que nos puedan ofrecer como si fueran caramelos para niños. Hay que saber lo que se defiende y lo que se vota, y para eso no podemos dejar la formación de la persona en manos de los que no tienen más principios que los que le dictan una concepción materialista de la vida.
Hay que votar siempre, pero sin dejar en casa el sentido común que estamos obligados a vivir y defender.