Después de las primarias
Juan Gabriel Tokatlian
“Mientras avanzan las primarias de los partidos Republicano y Demócrata, en Estados unidos, y se suceden los supermartes, crece la percepción interna e internacional de que la idea (¿o la esperanza?) de un cambio se ha instalado definitivamente en la puja electoral que llevará a alguno de los contendientes a la Casa Blanca. Es probable que en ciertas cuestiones específicas del ámbito doméstico esa expectativa se pueda materializar. Sin embargo, es altamente factible que en el campo de la política internacional exista continuidad”.
“...ni Barack Obama ni Hillary Clinton ni John McCain ni Mitt Romney podrán modificar de moto sustantivo la política exterior, porque difícilmente las personas puedan reorientar de manera drástica la conducta externa de una potencia vigente. Prefigurar cambios debido al perfil individual de cada candidato es osado, y más aún en el caso de Estados Unidos; es especial cuando Washington no abandona su pretensión de primacía: esto es, ninguno de los candidatos demócratas y republicanos cuestiona esa estrategia y su premisa básica de que Estados Unidos no debe aceptar el surgimiento de una potencia de igual talla, sea ésta aliada o enemiga. A lo sumo, unos y otros expresan variaciones de una primacía calibrada; una primacía menos agresiva y arrogante que la que ha venido desplegando el presidente George W. Bush.
Como bien señalara recientemente Richard Haass -actual director del prestigioso Council on Foreign Relations y ex director de la conspicua Oficina de Planeamiento de Políticas del Departamento de Estado (2001-03)-, Estados Unidos ha ingresado en un momento palmerstoniano. Esto es, una etapa en la que el dictum de lord Palmerston acerca de que las naciones no tienen ni amigos permanentes ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes, orientará decisivamente su política exterior. (Sería bueno que la Argentina tomara nota de esta tendencia, más visible después del fiasco de Irak).
Por ello, no es dable esperar grandes novedades ni una honda transformación con un presidente (hombre o mujer) demócrata o republicano. Las actuales primarias corroboran que hay matices, tonos distintos y perfiles disímiles entre los candidatos con mayores opciones. Pero no hay distancias, desacuerdos ni diferencias francamente notables. Los contendores pueden exhibir características personales distintivas y aun responder a tradiciones partidistas particulares. Ello, sin embargo, no implica que vaya a ocurrir un cambio en la política exterior de Estados Unidos. La continuidad la imponen un conjunto de fuerzas, factores y fenómenos, internos y externos, que limitan la capacidad de acción e innovación de una persona con poder, por más que él o ella sean el presidente de Estados Unidos”.
(Extractado de: La Nación, 13-2-08)