La deuda de Cuba con Argentina
Ramón Frediani
Ahora que se ha puesto de moda opinar sobre Cuba (ya sea a favor o en contra), es conveniente traer a la memoria algo poco difundido: la gran deuda económica que Cuba mantiene con la República Argentina desde hace 35 años.
En efecto, en 1973 el gobierno peronista del ex presidente Héctor Cámpora, a propuesta del entonces ministro de Economía, José B. Gelbard, decidió otorgar a través de nuestro Banco Central un préstamo a Cuba por 1.278 millones de dólares a seis años de plazo a seis por ciento anual, para financiar la venta de tractores, maquinaria agrícola, camiones y automóviles (los Fiat 125, que aún se ven en las calles de La Habana).
Si le sumamos los intereses devengados, la deuda hoy asciende a 3.961 millones de dólares, sin tomar en cuenta intereses punitorios por mora. Después de Japón, Argentina es actualmente el mayor acreedor de Cuba. Pasaron 35 años y hasta el día de hoy Argentina nunca pudo cobrar ni un sólo dólar.
Para tener una idea de lo que significa esa montaña de dólares, con esos casi cuatro mil millones de dólares se podría construir, a los precios actuales y siendo generoso al pagar dos millones de dólares el kilómetro, una autopista de dos mil kilómetros, es decir, desde Buenos Aires hasta La Quiaca (1.804 kilómetros), o desde Buenos Aires hasta Comodoro Rivadavia (1.733) y aún sobraría dinero en ambos casos.
En aquél entonces, el argumento fue que se quería diversificar la lista de los países a los que Argentina exportaba, para salir de la dependencia con nuestros clientes tradicionales, y por igual criterio también se promovieron exportaciones financiadas a otros países comunistas. Hoy nos preguntamos: si se quería promover la producción de esos bienes, ¿no hubiera sido más lógico que se le diera a los productores y consumidores argentinos la posibilidad de adquirirlos con un crédito tan generoso como el que se concedió a Cuba, del que se sabía de antemano que lo pagaría tarde, mal o nunca, como finalmente ocurrió?
Cuba declaró el default de su deuda externa en 1989, cuando colapsó la ex Unión Soviética y dejó de otorgarse a Cuba tres mil millones de dólares anuales de subsidio para que siguiera funcionando como país.
Desde entonces, nuestro país hizo varios intentos fallidos de cobranza. Durante los años de 1990, Argentina le propuso formalizar la deuda y recibir bonos externos de deuda pública cubana, para así poder venderlos en el mercado internacional y recuperar parte del dinero. Esos bonos hubieran cotizado en Wall Street sólo a un 10 o un 20 por ciento de su valor, dada la larga historia cubana de insolvencia e incumplimiento de sus compromisos internacionales. Pero al menos algo se habría recuperado.
Otra propuesta durante los 90 fue la posibilidad de capitalizar la deuda a cambio de inversiones argentinas en la isla. Laboratorios Bagó está allí desde 1995, el grupo empresario Bulgheroni tuvo contratos para exploración petrolera, Repsol está interesada también en exploración petrolera en sus costas, Molinos Río de la Plata coloca en la isla desde hace unos 15 años una amplia gama de alimentos, y más recientemente Arcor.
El turismo, la hotelería, el sector petrolero (el mar Caribe contiene grandes reservas de petróleo) y la producción de alimentos serían las actividades económicas futuras en Cuba, dejando atrás a las tradicionales del azúcar, la pesca y el tabaco.
Luego, en octubre de 2003, el ex presidente Néstor Kirchner, a través del entonces canciller Rafael Bielsa, propuso a Cuba una quita importante de la deuda (75 por ciento), y saldar el remanente con: a) el pago de intereses futuros en efectivo; b) atención médica gratuita de alta complejidad durante cinco años a argentinos de bajos ingresos en hospitales cubanos para tratamientos de rehabilitación de lesiones (masajes manuales a pacientes con lesiones severas) ya que Cuba es famosa por esa especialidad porque los honorarios de sus enfermeros son muy bajos (10 dólares al mes); c) el envío a la Argentina de medicamentos de uso popular y consumo masivo de fabricación cubana; d) capacitación en Cuba en biotecnología y educación para científicos y docentes argentinos. Adicionalmente, Argentina solicitó tratamiento arancelario preferencial para introducir 1.300 productos en ese país (hasta ahora sólo 20 productos argentinos cuentan con ventajas arancelarias para ingresar a Cuba).
La idea llegó a formalizarse en un pre-acuerdo suscripto con el presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón. Para el diseño del acuerdo definitivo, estaba prevista la participación de técnicos de Banco Central de Argentina y del Banco de Inversión y de Comercio Exterior (Bice), pero tal acuerdo definitivo nunca llegó a firmarse, de manera que el arreglo de la deuda no pasó de ser un listado de buenos deseos en los papeles.
Recientemente, Cuba licitó 59 áreas petroleras en su mar continental y adjudicó 16 de ellas a empresas chinas, indias, canadienses y noruegas. ¿Porqué el gobierno argentino no hizo una propuesta para cobrar la deuda recibiendo a cambio áreas petroleras en el Caribe? ¿Porqué el gobierno argentino, a diferencia de Brasil, México, Rusia y España, se preocupa tan poco en recuperar esta montaña de dólares y en cambio prioriza sólo “cultivar lazos de amistad” con ese país? ¿Alguien hace el seguimiento de la cobranza de estos miles de dólares? ¿A alguien le preocupa este tema? ¿O es que los argentinos somos muy generosos cuando se trata del dinero del Estado, olvidando que el dinero del Estado sale de nuestros bolsillos cada vez que pagamos impuestos?.
Hasta el día de hoy, no se llegó a ningún acuerdo y no se pudo cobrar un solo dólar de los casi cuatro mil millones de dólares que todavía Cuba debe a Argentina desde hace 35 años. Sigue figurando en un renglón en el archivo de la contabilidad del Ministerio de Economía y del Banco Central.
No nos confundamos: el tema no es llevarnos bien o mal con un país socialista. El tema es que el Estado argentino debe recuperar su patrimonio, aunque el deudor sea un país socialista. Ellos, los cubanos, defienden sus intereses como corresponde. ¿Nosotros defendemos nuestros intereses como corresponde?.
(Extractado de: La Voz del Interior, 1-3-08)
Ramón Frediani
Ahora que se ha puesto de moda opinar sobre Cuba (ya sea a favor o en contra), es conveniente traer a la memoria algo poco difundido: la gran deuda económica que Cuba mantiene con la República Argentina desde hace 35 años.
En efecto, en 1973 el gobierno peronista del ex presidente Héctor Cámpora, a propuesta del entonces ministro de Economía, José B. Gelbard, decidió otorgar a través de nuestro Banco Central un préstamo a Cuba por 1.278 millones de dólares a seis años de plazo a seis por ciento anual, para financiar la venta de tractores, maquinaria agrícola, camiones y automóviles (los Fiat 125, que aún se ven en las calles de La Habana).
Si le sumamos los intereses devengados, la deuda hoy asciende a 3.961 millones de dólares, sin tomar en cuenta intereses punitorios por mora. Después de Japón, Argentina es actualmente el mayor acreedor de Cuba. Pasaron 35 años y hasta el día de hoy Argentina nunca pudo cobrar ni un sólo dólar.
Para tener una idea de lo que significa esa montaña de dólares, con esos casi cuatro mil millones de dólares se podría construir, a los precios actuales y siendo generoso al pagar dos millones de dólares el kilómetro, una autopista de dos mil kilómetros, es decir, desde Buenos Aires hasta La Quiaca (1.804 kilómetros), o desde Buenos Aires hasta Comodoro Rivadavia (1.733) y aún sobraría dinero en ambos casos.
En aquél entonces, el argumento fue que se quería diversificar la lista de los países a los que Argentina exportaba, para salir de la dependencia con nuestros clientes tradicionales, y por igual criterio también se promovieron exportaciones financiadas a otros países comunistas. Hoy nos preguntamos: si se quería promover la producción de esos bienes, ¿no hubiera sido más lógico que se le diera a los productores y consumidores argentinos la posibilidad de adquirirlos con un crédito tan generoso como el que se concedió a Cuba, del que se sabía de antemano que lo pagaría tarde, mal o nunca, como finalmente ocurrió?
Cuba declaró el default de su deuda externa en 1989, cuando colapsó la ex Unión Soviética y dejó de otorgarse a Cuba tres mil millones de dólares anuales de subsidio para que siguiera funcionando como país.
Desde entonces, nuestro país hizo varios intentos fallidos de cobranza. Durante los años de 1990, Argentina le propuso formalizar la deuda y recibir bonos externos de deuda pública cubana, para así poder venderlos en el mercado internacional y recuperar parte del dinero. Esos bonos hubieran cotizado en Wall Street sólo a un 10 o un 20 por ciento de su valor, dada la larga historia cubana de insolvencia e incumplimiento de sus compromisos internacionales. Pero al menos algo se habría recuperado.
Otra propuesta durante los 90 fue la posibilidad de capitalizar la deuda a cambio de inversiones argentinas en la isla. Laboratorios Bagó está allí desde 1995, el grupo empresario Bulgheroni tuvo contratos para exploración petrolera, Repsol está interesada también en exploración petrolera en sus costas, Molinos Río de la Plata coloca en la isla desde hace unos 15 años una amplia gama de alimentos, y más recientemente Arcor.
El turismo, la hotelería, el sector petrolero (el mar Caribe contiene grandes reservas de petróleo) y la producción de alimentos serían las actividades económicas futuras en Cuba, dejando atrás a las tradicionales del azúcar, la pesca y el tabaco.
Luego, en octubre de 2003, el ex presidente Néstor Kirchner, a través del entonces canciller Rafael Bielsa, propuso a Cuba una quita importante de la deuda (75 por ciento), y saldar el remanente con: a) el pago de intereses futuros en efectivo; b) atención médica gratuita de alta complejidad durante cinco años a argentinos de bajos ingresos en hospitales cubanos para tratamientos de rehabilitación de lesiones (masajes manuales a pacientes con lesiones severas) ya que Cuba es famosa por esa especialidad porque los honorarios de sus enfermeros son muy bajos (10 dólares al mes); c) el envío a la Argentina de medicamentos de uso popular y consumo masivo de fabricación cubana; d) capacitación en Cuba en biotecnología y educación para científicos y docentes argentinos. Adicionalmente, Argentina solicitó tratamiento arancelario preferencial para introducir 1.300 productos en ese país (hasta ahora sólo 20 productos argentinos cuentan con ventajas arancelarias para ingresar a Cuba).
La idea llegó a formalizarse en un pre-acuerdo suscripto con el presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón. Para el diseño del acuerdo definitivo, estaba prevista la participación de técnicos de Banco Central de Argentina y del Banco de Inversión y de Comercio Exterior (Bice), pero tal acuerdo definitivo nunca llegó a firmarse, de manera que el arreglo de la deuda no pasó de ser un listado de buenos deseos en los papeles.
Recientemente, Cuba licitó 59 áreas petroleras en su mar continental y adjudicó 16 de ellas a empresas chinas, indias, canadienses y noruegas. ¿Porqué el gobierno argentino no hizo una propuesta para cobrar la deuda recibiendo a cambio áreas petroleras en el Caribe? ¿Porqué el gobierno argentino, a diferencia de Brasil, México, Rusia y España, se preocupa tan poco en recuperar esta montaña de dólares y en cambio prioriza sólo “cultivar lazos de amistad” con ese país? ¿Alguien hace el seguimiento de la cobranza de estos miles de dólares? ¿A alguien le preocupa este tema? ¿O es que los argentinos somos muy generosos cuando se trata del dinero del Estado, olvidando que el dinero del Estado sale de nuestros bolsillos cada vez que pagamos impuestos?.
Hasta el día de hoy, no se llegó a ningún acuerdo y no se pudo cobrar un solo dólar de los casi cuatro mil millones de dólares que todavía Cuba debe a Argentina desde hace 35 años. Sigue figurando en un renglón en el archivo de la contabilidad del Ministerio de Economía y del Banco Central.
No nos confundamos: el tema no es llevarnos bien o mal con un país socialista. El tema es que el Estado argentino debe recuperar su patrimonio, aunque el deudor sea un país socialista. Ellos, los cubanos, defienden sus intereses como corresponde. ¿Nosotros defendemos nuestros intereses como corresponde?.
(Extractado de: La Voz del Interior, 1-3-08)