“Si los precios de los alimentos siguen aumentando, cientos de miles de personas van a morir de hambre”, advirtió el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. El espectacular incremento del costo del arroz, el maíz o la harina está creando situaciones insostenibles en los países en desarrollo, que tienen auténticos problemas para abastecer a su población.
En Haití, Egipto o Camerún, decenas de personas han muerto en los disturbios provocados por las llamadas revueltas del pan. Se avecina un período de inestabilidad social marcado por el hambre.
Con la bolsa de arroz y el precio de la harina por las nubes, muchos ciudadanos de países en desarrollo no han visto otra solución que salir a la calle. La espectacular suba de los productos básicos tienen en jaque a decenas de gobiernos mientras la inestabilidad y la incertidumbre son el pan de cada día. Recientemente se produjo en Haití la primera caída de un Ejecutivo motivada por el actual alza de los precios. La paz social de 37 países está en juego con los llamados motines del hambre.
El costo de los alimentos ha subido 48 % desde finales de 2006 hasta hoy. Esta situación amenaza con crear una emergencia alimentaria global.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA, organismo dependiente de la ONU) ya habla de emergencia alimentaria y de que necesitará 500 millones de dólares para hacer frente de forma urgente a la necesidad de comida.
La producción de alimentos está fuertemente globalizada debido al abaratamiento del transporte y a comunicaciones más eficientes. Aquí radica la razón por la que esta crisis se ha extendido a escala mundial.
“Vamos hacia un período muy largo de motines, de conflictos, de oleadas de inestabilidad regional incontrolables, marcado a fuego vivo por la desesperación de las poblaciones más vulnerables”, subraya Jean Ziegler, relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación. “Un niño de menos de 10 años muere cada cinco segundos [17.280 por día; 6.220.800 por año] y 854 millones de personas están gravemente subalimentadas en el mundo”, recuerda.
Los precios se han disparado, en parte, por la mayor demanda de comida proveniente de los países emergente de Asia. El creciente uso de grano para producir biocombustibles -una de las medidas para revertir el cambio climático- también contribuye a que haya escasez y a que los precios se multipliquen y, con ellos, la cola del pan y los estallidos de violencia a escala global. Los disturbios ya han prendido en países como Egipto, Haití, Mauritania, Camerún, Burkina Faso, Pakistán, Indonesia, Tailandia, Filipinas, Perú y México.
(Fuente: Ámbito Financiero, 25-4-08)
En Haití, Egipto o Camerún, decenas de personas han muerto en los disturbios provocados por las llamadas revueltas del pan. Se avecina un período de inestabilidad social marcado por el hambre.
Con la bolsa de arroz y el precio de la harina por las nubes, muchos ciudadanos de países en desarrollo no han visto otra solución que salir a la calle. La espectacular suba de los productos básicos tienen en jaque a decenas de gobiernos mientras la inestabilidad y la incertidumbre son el pan de cada día. Recientemente se produjo en Haití la primera caída de un Ejecutivo motivada por el actual alza de los precios. La paz social de 37 países está en juego con los llamados motines del hambre.
El costo de los alimentos ha subido 48 % desde finales de 2006 hasta hoy. Esta situación amenaza con crear una emergencia alimentaria global.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA, organismo dependiente de la ONU) ya habla de emergencia alimentaria y de que necesitará 500 millones de dólares para hacer frente de forma urgente a la necesidad de comida.
La producción de alimentos está fuertemente globalizada debido al abaratamiento del transporte y a comunicaciones más eficientes. Aquí radica la razón por la que esta crisis se ha extendido a escala mundial.
“Vamos hacia un período muy largo de motines, de conflictos, de oleadas de inestabilidad regional incontrolables, marcado a fuego vivo por la desesperación de las poblaciones más vulnerables”, subraya Jean Ziegler, relator de la ONU para el Derecho a la Alimentación. “Un niño de menos de 10 años muere cada cinco segundos [17.280 por día; 6.220.800 por año] y 854 millones de personas están gravemente subalimentadas en el mundo”, recuerda.
Los precios se han disparado, en parte, por la mayor demanda de comida proveniente de los países emergente de Asia. El creciente uso de grano para producir biocombustibles -una de las medidas para revertir el cambio climático- también contribuye a que haya escasez y a que los precios se multipliquen y, con ellos, la cola del pan y los estallidos de violencia a escala global. Los disturbios ya han prendido en países como Egipto, Haití, Mauritania, Camerún, Burkina Faso, Pakistán, Indonesia, Tailandia, Filipinas, Perú y México.
(Fuente: Ámbito Financiero, 25-4-08)