Joaquín Morales Solá
El “efecto jazz” está haciendo bailar a la Presidenta, a su gobierno y a los argentinos en general. Pocas veces hubo una ironía que rebotara tan pronto contra su autor, autora en este caso, aunque ella no haya abandonado el púlpito todavía.
Hasta hace 15 días, cuando Cristina Kirchner lanzó esa desdichada metáfora en Nueva York, el kirchnerismo sólo se ocupaba de pobres cuestiones electorales. Pobres al extremo de divagar sobre las futuras autoridades del PJ bonaerense y no sólo sobre las candidaturas legislativas de 2009.
Dicen que aquella definición de la crisis internacional por parte de la Presidenta surgió de una conversación de café, en Nueva York, con su esposo y algunos miembros de la comitiva. Hubo cierto regodeo, aseguran, en el análisis de una crisis que ellos consideraban encerrada en la primera economía del mundo. La anécdota describe con precisión los prejuicios ideológicos de los gobernantes argentinos frente a los Estados Unidos. Con todo, hay una conclusión más grave aún: retrata también la incapacidad argentina para entender un mundo globalizado. ¿Es posible una enorme crisis financiera en Wall Street sin contagiar hasta el último rincón del planeta? Imposible.
El precio de la soja, por ejemplo, está en el piso de la previsión presupuestaria. Las retenciones a las exportaciones de petróleo son móviles y han caído abruptamente en los últimos días. El valor de los alimentos seguirá también una curva descendente. Si la crisis internacional no toca fondo rápidamente, gobiernos y legisladores argentinos habrán estado peleando por un presupuesto que arderá en el fuego del colapso financiero.
El exiguo análisis argentino había señalado, antes de que se contagiaran Europa y Brasil, que la Argentina no está demasiado vinculada a la economía norteamericana. En efecto, sus exportaciones a los Estados unidos no son importantes ni recibe de manera significativa remesas de argentinos que viven allí. No es, por ejemplo, el caso de México, cuyo principal socio comercial es, por lejos, su vecino del Norte. Los mexicanos residentes en los Estados Unidos envían, además, muchos millones de dólares a sus familiares que viven en el país de origen.
El efecto jazz comenzó a cambiar de sinfonía para la Argentina cuando tambaleó Europa, un destinatario de sus exportaciones, y más aún cuando trastabilló Brasil, su principal socio comercial. Un informe reservado adelantó al gobierno argentino que China podría crecer el año próximo al 7 por ciento, frente a un crecimiento del 11 por ciento en 2007. Estaríamos ante una notable desaceleración. China y la India son los grandes motores del consumo de alimentos y del aumento de los precios.
(Extractado de: La Nación, 8-10-08)