Lanzando mi blog a pesar de mis verdugos
Dra. Hilda Molina
Cuando en 1994 me desvinculé por voluntad propia del sistema político impuesto en mi país, estaba convencida de que tendría que recorrer un largo y doloroso calvario. Hoy, casi 15 años después, puedo afirmar que la realidad superó con creces todas las valoraciones de aquel momento, porque los que nos decidimos a enfrentar pacíficamente a este gobierno, nos exponemos no sólo a su nefasto accionar, sino también a las agresiones del conjunto de verdugos nacionales y foráneos que lo secundan. Y es que se trata de un gobierno omnipotente, que durante medio siglo ha exigido irracionalmente, que los habitantes de esta isla, sin excepción, pensemos, sintamos, hablemos y actuemos según sus designios. Se trata de un gobierno que reprime, descalifica y calumnia, mediante los más disímiles métodos, a los que nos rebelamos ante esos designios. Y es que el odio y la intolerancia, meticulosamente sembrados durante 50 años, han influido perniciosamente en los integrantes de esta sociedad enferma. Y es que este gobierno y sus cómplices de otras regiones del planeta, no aceptan ni respetan las diferencias en Cuba; y tratan a la población del país, no como a miembros legítimos de la humanidad pensante, sino como a un rebaño de esclavos alienados, incapaces de pensar, sentir y hablar libremente, y de decidir sus propios destinos. Y es que el tentacular comunismo cubano, comprometiendo, alquilando y comprando conciencias, ha logrado internacionalizar su odio y su intolerancia.
Durante estos casi 15 difíciles pero cada vez más esclarecedores años, siempre en condiciones de total indefensión, he sido víctima ininterrumpidamente, de al menos tres variantes diferentes de verdugos:
1) El gobierno cubano, principal e implacable verdugo, que aplica sus instrumentos sutiles y explícitos de violencia psicológica y física, contra los que como yo, hemos dicho ¡basta! a la colonización de nuestras mentes y nuestras almas, conscientes de que “no hay servidumbre más vergonzosa que la voluntaria”.
2) Los idólatras del régimen, que haciendo uso de las bondades de la democracia en sus respectivos países, vociferan contra el capitalismo, al tiempo que viven como capitalistas. Los que se rasgan las vestiduras cuando aquí en nuestra propia Patria, hacemos uso del derecho a la libertad de expresión que nos asiste, y criticamos lo indiscutiblemente criticable. Los que predican teóricamente sobre derechos humanos y paz, y al unísono reverencian a un gobierno de partido único, adicto al poder, implantado indefinidamente en Cuba; y que involucró a su pueblo en un número no precisado de guerras ajenas. Esos fariseos contemporáneos, asumen como enemigos personales a todos los que el régimen clasifica como enemigos; y se convierten en nuestros verdugos, haciéndonos blancos de ataques infundados, crueles y superficiales, sin importarles el daño que ocasionan.
3) Algunos cubanos, afortunadamente la minoría, que jamás criticaron al gobierno, pero a la primera oportunidad huyeron hacia la democracia utilizando las puertas abiertas en numerosas naciones, gracias a las luchas sostenidas durante medio siglo, por compatriotas abnegados y valiosos. Esos cubanos de doble moral, beneficiados de la libertad que no ganaron con su esfuerzo, y otros que aun permanecen en Cuba, se erigen en jueces y verdugos, y cual serviles voceros del comunismo caribeño, atacan y calumnian a los que, más tarde o más temprano, nos atrevemos a alzar la voz aquí en Cuba, en defensa no sólo de nuestros derechos, sino de los derechos de todos, incluso de los derechos de nuestros verdugos y agresores; y de los de aquellos que optan por un silencio humillante y cómplice ante tanta ignominia. Siento mucha pena por esos conciudadanos dominados por un odio irracional, que contra toda lógica, besan la garra que los hiere; y condenan el pensamiento y la palabra que los defienden.
He recibido también críticas de algunos cubanos respetables, que con loable claridad, vislumbraron tempranamente el peligro que amenazaba a nuestra isla, guardaron prisión durante años por su lucha en aras de la libertad; y ahora, radicados en el exilio, muestran incomprensión hacia los que como yo, según sus criterios, tardamos en valorar en su justa medida, la verdadera naturaleza del régimen. Opino humildemente, que con una actitud de mayor tolerancia cristiana, estos compatriotas podrían ayudar más eficazmente a la imprescindible unión de todos los que anhelamos una Patria nueva, sin los vicios e injusticias del pasado, y sin el horror del presente.
Es ciertamente una triste y desalentadora realidad, ante la cual cabe preguntar: ¿Qué pueden esperar los que ahora decidan dar un paso similar al que yo he dado dentro de Cuba? ¿Qué le espera a la nación si los cubanos nos agredimos unos a otros? ¿Qué le espera al país si los cubanos, manipulados, enajenados, e intoxicados por el resentimiento, las mentiras, el odio, las intrigas, e incapaces de definir la única causa de su largo vía crucis, malgastan sus energías intentando destruir a los que indefensos, amenazados; y como en mi caso, sin aspiraciones personales, dedicamos nuestros humildísimos esfuerzos al cese de este suplicio que ha devastado a la Patria? ¿Es que no comprenden que Cuba necesita urgentemente de actitudes cristianas que sumen y unan; y no de conductas intolerantes que resten y dividan? ¿Es que no comprenden que el noble y sufrido pueblo cubano necesita y anhela escuchar palabras de perdón, de paz, de sosiego, de esperanzas; y no un discurso beligerante, agresivo, intrigante, ofensivo e insultante, como el que ha prevalecido en esta isla durante medio siglo? Ciertamente, es una triste y desalentadora realidad. No obstante, con mis más de 65 años, enferma y sola en Cuba, continuaré mi modesta misión en pos de lo que considero mejor para mi país, bajo la implacable vigilancia de mis verdugos, y a pesar de mis verdugos. Trato así de ir saldando mi deuda con mi conciencia, con mi inocente y torturada familia; y con la tierra donde nací. Me alegra contar con este espacio, que me permite interconectarme con el mundo; y que dedico a mi adorada familia: hijo, nuera, nietos y madre. Aquí expondré regularmente mis testimonios, comentarios, opiniones y variados artículos. En relación con estos textos, deseo precisar lo siguiente:
-Consciente de los riesgos que asumo, hago uso aquí en mi Patria, como lo he hecho desde 1994, de la libertad de conciencia y de expresión que me concedió Dios al crearme libre. De mis padres aprendí a defender mis ideas, a respetar las ideas ajenas; y que el ejercicio de la crítica es más digno y valiente, cuando se realiza de frente.
-Los textos que aquí expondré, se nutren de dos fuentes verídicas y reales. Primera fuente: las casi siempre complejas y muchas veces traumáticas experiencias vividas desde la edad de 15 años, dentro de esta sociedad a la que dediqué lo mejor de mi juventud, en las nobles profesiones del Magisterio y la Medicina. Segunda fuente: las vivencias de estos difíciles y aleccionadores últimos casi 15 años de cautiverio sin rejas, de atropellos, de escarnios y de desgarramiento familiar.
-Con la ayuda de Dios, estas publicaciones periódicas sólo concluirán cuando concluya mi vida. Tengo la esperanza de que constituirán mensajes de alerta sobre la terrible realidad del sistema ideológico-político-social-económico en que ha transcurrido la mayor parte de mi existencia.
http://hildamolina.blogspot.com, 26-12-08
Dra. Hilda Molina
Cuando en 1994 me desvinculé por voluntad propia del sistema político impuesto en mi país, estaba convencida de que tendría que recorrer un largo y doloroso calvario. Hoy, casi 15 años después, puedo afirmar que la realidad superó con creces todas las valoraciones de aquel momento, porque los que nos decidimos a enfrentar pacíficamente a este gobierno, nos exponemos no sólo a su nefasto accionar, sino también a las agresiones del conjunto de verdugos nacionales y foráneos que lo secundan. Y es que se trata de un gobierno omnipotente, que durante medio siglo ha exigido irracionalmente, que los habitantes de esta isla, sin excepción, pensemos, sintamos, hablemos y actuemos según sus designios. Se trata de un gobierno que reprime, descalifica y calumnia, mediante los más disímiles métodos, a los que nos rebelamos ante esos designios. Y es que el odio y la intolerancia, meticulosamente sembrados durante 50 años, han influido perniciosamente en los integrantes de esta sociedad enferma. Y es que este gobierno y sus cómplices de otras regiones del planeta, no aceptan ni respetan las diferencias en Cuba; y tratan a la población del país, no como a miembros legítimos de la humanidad pensante, sino como a un rebaño de esclavos alienados, incapaces de pensar, sentir y hablar libremente, y de decidir sus propios destinos. Y es que el tentacular comunismo cubano, comprometiendo, alquilando y comprando conciencias, ha logrado internacionalizar su odio y su intolerancia.
Durante estos casi 15 difíciles pero cada vez más esclarecedores años, siempre en condiciones de total indefensión, he sido víctima ininterrumpidamente, de al menos tres variantes diferentes de verdugos:
1) El gobierno cubano, principal e implacable verdugo, que aplica sus instrumentos sutiles y explícitos de violencia psicológica y física, contra los que como yo, hemos dicho ¡basta! a la colonización de nuestras mentes y nuestras almas, conscientes de que “no hay servidumbre más vergonzosa que la voluntaria”.
2) Los idólatras del régimen, que haciendo uso de las bondades de la democracia en sus respectivos países, vociferan contra el capitalismo, al tiempo que viven como capitalistas. Los que se rasgan las vestiduras cuando aquí en nuestra propia Patria, hacemos uso del derecho a la libertad de expresión que nos asiste, y criticamos lo indiscutiblemente criticable. Los que predican teóricamente sobre derechos humanos y paz, y al unísono reverencian a un gobierno de partido único, adicto al poder, implantado indefinidamente en Cuba; y que involucró a su pueblo en un número no precisado de guerras ajenas. Esos fariseos contemporáneos, asumen como enemigos personales a todos los que el régimen clasifica como enemigos; y se convierten en nuestros verdugos, haciéndonos blancos de ataques infundados, crueles y superficiales, sin importarles el daño que ocasionan.
3) Algunos cubanos, afortunadamente la minoría, que jamás criticaron al gobierno, pero a la primera oportunidad huyeron hacia la democracia utilizando las puertas abiertas en numerosas naciones, gracias a las luchas sostenidas durante medio siglo, por compatriotas abnegados y valiosos. Esos cubanos de doble moral, beneficiados de la libertad que no ganaron con su esfuerzo, y otros que aun permanecen en Cuba, se erigen en jueces y verdugos, y cual serviles voceros del comunismo caribeño, atacan y calumnian a los que, más tarde o más temprano, nos atrevemos a alzar la voz aquí en Cuba, en defensa no sólo de nuestros derechos, sino de los derechos de todos, incluso de los derechos de nuestros verdugos y agresores; y de los de aquellos que optan por un silencio humillante y cómplice ante tanta ignominia. Siento mucha pena por esos conciudadanos dominados por un odio irracional, que contra toda lógica, besan la garra que los hiere; y condenan el pensamiento y la palabra que los defienden.
He recibido también críticas de algunos cubanos respetables, que con loable claridad, vislumbraron tempranamente el peligro que amenazaba a nuestra isla, guardaron prisión durante años por su lucha en aras de la libertad; y ahora, radicados en el exilio, muestran incomprensión hacia los que como yo, según sus criterios, tardamos en valorar en su justa medida, la verdadera naturaleza del régimen. Opino humildemente, que con una actitud de mayor tolerancia cristiana, estos compatriotas podrían ayudar más eficazmente a la imprescindible unión de todos los que anhelamos una Patria nueva, sin los vicios e injusticias del pasado, y sin el horror del presente.
Es ciertamente una triste y desalentadora realidad, ante la cual cabe preguntar: ¿Qué pueden esperar los que ahora decidan dar un paso similar al que yo he dado dentro de Cuba? ¿Qué le espera a la nación si los cubanos nos agredimos unos a otros? ¿Qué le espera al país si los cubanos, manipulados, enajenados, e intoxicados por el resentimiento, las mentiras, el odio, las intrigas, e incapaces de definir la única causa de su largo vía crucis, malgastan sus energías intentando destruir a los que indefensos, amenazados; y como en mi caso, sin aspiraciones personales, dedicamos nuestros humildísimos esfuerzos al cese de este suplicio que ha devastado a la Patria? ¿Es que no comprenden que Cuba necesita urgentemente de actitudes cristianas que sumen y unan; y no de conductas intolerantes que resten y dividan? ¿Es que no comprenden que el noble y sufrido pueblo cubano necesita y anhela escuchar palabras de perdón, de paz, de sosiego, de esperanzas; y no un discurso beligerante, agresivo, intrigante, ofensivo e insultante, como el que ha prevalecido en esta isla durante medio siglo? Ciertamente, es una triste y desalentadora realidad. No obstante, con mis más de 65 años, enferma y sola en Cuba, continuaré mi modesta misión en pos de lo que considero mejor para mi país, bajo la implacable vigilancia de mis verdugos, y a pesar de mis verdugos. Trato así de ir saldando mi deuda con mi conciencia, con mi inocente y torturada familia; y con la tierra donde nací. Me alegra contar con este espacio, que me permite interconectarme con el mundo; y que dedico a mi adorada familia: hijo, nuera, nietos y madre. Aquí expondré regularmente mis testimonios, comentarios, opiniones y variados artículos. En relación con estos textos, deseo precisar lo siguiente:
-Consciente de los riesgos que asumo, hago uso aquí en mi Patria, como lo he hecho desde 1994, de la libertad de conciencia y de expresión que me concedió Dios al crearme libre. De mis padres aprendí a defender mis ideas, a respetar las ideas ajenas; y que el ejercicio de la crítica es más digno y valiente, cuando se realiza de frente.
-Los textos que aquí expondré, se nutren de dos fuentes verídicas y reales. Primera fuente: las casi siempre complejas y muchas veces traumáticas experiencias vividas desde la edad de 15 años, dentro de esta sociedad a la que dediqué lo mejor de mi juventud, en las nobles profesiones del Magisterio y la Medicina. Segunda fuente: las vivencias de estos difíciles y aleccionadores últimos casi 15 años de cautiverio sin rejas, de atropellos, de escarnios y de desgarramiento familiar.
-Con la ayuda de Dios, estas publicaciones periódicas sólo concluirán cuando concluya mi vida. Tengo la esperanza de que constituirán mensajes de alerta sobre la terrible realidad del sistema ideológico-político-social-económico en que ha transcurrido la mayor parte de mi existencia.
http://hildamolina.blogspot.com, 26-12-08