En un ataque que reavivó los temores a que la violencia vuelva a Irlanda del Norte y desestabilice un proceso de paz que avanza lentamente, dos soldados fueron asesinados y otras cuatro personas resultaron heridas anteanoche en un ataque contra un cuartel del ejército británico, al nordeste de Belfast.
Se trató del primer atentado contra militares en Irlanda del Norte desde 1997, cuando el soldado Stephen Restorick fue asesinado por un francotirador del Ejército Republicano Irlandés (IRA), y ocurrió tan solo un día después de que la policía norirlandesa advirtiera sobre el creciente riesgo de ataques de paramilitares disidentes de esa organización.
El atentado, de hecho, fue reivindicado ayer por el grupo IRA Auténtico, la principal facción disidente del IRA que se opone al proceso de paz en la región, y despertó la condena unánime de las fuerzas políticas de Belfast, Londres y Dublín.
Según informó la policía, el ataque se produjo en el cuartel general del condado de Antrim, 25 kilómetros al noroeste de Belfast, cuando tres hombres armados con ametralladoras abrieron fuego desde un auto contra un grupo de cuatro soldados que estaban recibiendo un pedido de pizzas.
"Los atacantes dispararon primero a discreción, pero luego uno de ellos bajó del auto y disparó contra los que estaban en el suelo", detalló el superintendente de policía Derek Williamson, que dijo que el ataque fue un "intento de asesinato masivo".
El atentado dejó dos soldados muertos y cuatro heridos, incluidos otros dos soldados y los dos repartidores de pizzas; tres de ellos están en grave estado, mientras que el cuarto se encuentra en estado crítico.
Condena unánime
El hecho fue repudiado por los principales líderes irlandeses y británicos, que llamaron a mantener la calma. "Los responsables [del ataque] no tienen apoyo ni estrategia para lograr una Irlanda unida. La intención de esta gente es llevar a los soldados británicos nuevamente a las calles. Ellos quieren destruir el progreso de los últimos tiempos y hundir a Irlanda nuevamente en el conflicto", subrayó Gerry Adams, líder del partido Sinn Fein, ex brazo político del IRA.
"Ningún asesino podrá desbaratar el proceso de paz que apoyan los norirlandeses", advirtió, por su parte, el primer ministro británico, Gordon Brown.
En igual sentido se manifestó el primer ministro norirlandés, Peter Robinson, que prometió que "Irlanda del Norte no se desviará de la dirección que ha tomado", mientras que el primer ministro irlandés, Brian Cowen, declaró: "La violencia ha sido totalmente rechazada por el pueblo de esta isla, tanto en el Norte como en el Sur. Un pequeño grupo de personas malvadas no podrá socavar la voluntad del pueblo de Irlanda de vivir en paz de manera conjunta´´.
Varios analistas, en tanto, destacaron que el ataque no fue del todo inesperado, ya que la policía norirlandesa había advertido en los últimos días que las posibilidades de que se produjera un atentado terrorista estaban en su punto más alto en diez años. Con el fin de afrontar la creciente amenaza de facciones disidentes del IRA, la policía, además, había solicitado la intervención de los servicios secretos británicos.
Durante décadas, Irlanda del Norte fue escenario de una lucha sangrienta -que dejó más de 3500 muertos- entre protestantes probritánicos y católicos proirlandeses, hasta que en 1998 el Acuerdo del Viernes Santo sentó las bases para que se iniciara el proceso de paz, que desembocó en el actual gobierno de coalición, formado en 2007. Ese mismo año, el ejército británico dejó de patrullar las calles norirlandesas.
Agencias AP, AFP, EFE y DPA
La Nación, 9-3-09