lunes, 3 de agosto de 2009

YA NO ALCANZA UN GOBIERNO, POR MÁS FUERTE QUE SEA, PARA ORIENTAR UN PAÍS


Luis Aguilar Villanueva

Los componentes del gobernar una sociedad son mayores que la legitimidad electoral, o que el control de otros poderes públicos, o que el escrutinio ciudadano. Hay ingredientes financieros (una hacienda pública robusta, clara, equilibrada, una asignación perspicaz de recursos), administrativos (una administración pública organizada, competente, eficiente); hay componentes políticos internos (la relación que un gobierno establece con los sectores sociales, particularmente con los sectores que son clave para el crecimiento económico y el desarrollo social); internacionales y, entre los componentes políticos cruciales, la relación con empresas privadas, con las grandes corporaciones nacionales y transnacionales. Nuestros gobiernos están por debajo de los problemas, no cuentan con los recursos para resolverlos, no tienen en sus manos los factores cruciales para el éxito de la sociedad, y en el caso que tuvieran todas las capacidades y éstas fueran aprovechadas a plenitud, nuestros gobiernos son insuficientes para la magnitud de nuestros problemas y, sobre todo, para la magnitud de nuestras aspiraciones.

Yo creo que el punto central es la necesidad de un nuevo proceso directivo. Léase una nueva relación entre gobierno y sociedad en la definición del rumbo de un país, en la definición del sentido colectivo y de las acciones que pueden considerarse causalmente idóneas para conseguir esos objetivos y metas, y en la ejecución. Creo que lo que no se percibe es la necesidad de un nuevo proceso directivo, de un nuevo arte de gobernar. Aun los gobiernos democráticos se siguen pensando gubernamentalistas; siguen pensando que ellos son, además de necesarios, suficientes. Que ellos tienen el poder suficiente, los recursos suficientes, la inteligencia suficiente para definir y ejecutar el sentido colectivo de un país, por ellos mismos, por sí solos. Y lo que todo está mostrando, y podríamos señalar una serie de factores, es que los gobiernos son necesarios pero no suficientes. Esto está hoy en el corazón del debate de la ciencia política. Es el tema: que los gobiernos son necesarios pero son insuficientes para dirigir a un país a un lugar que valga realmente la pena: que cierre la brecha de la desigualdad, que amplíe oportunidades, que haga una prosperidad sostenible. Los gobiernos ya no bastan.

Se puede decir que el Estado está hoy -y debe estar- en todos lados: en formas de regulación, de convocatoria, de arbitraje, de incentivo a la negociación, de persuasión, de movilización. Pero su presencia es cambiante. En algunos puntos su presencia es decisiva y determinante, como el orden público, la seguridad pública, la certidumbre jurídica. Y en otras cosas es menos determinante, aunque quiera serlo, como el crecimiento económico. El gobierno, aunque esto moleste en América latina por cómo hemos crecido, no tiene ni los recursos financieros, ni los recursos cognitivos, ni los tecnológicos, ni los organizativos y gerenciales para determinar por sí mismo la agenda del crecimiento económico y hacerlo posible.

Requerimos más y mejor gobierno, lo que es indispensable. Pero debemos reconocer que éste no posee ya todas las palancas, los instrumentos, los recursos, para, por sí mismo, hacerlo. El asunto no es tanto la discusión de las funciones del Estado, aunque esto es clave porque deslinda cuáles son las responsabilidades, sino el modo de gobernar, el arte de gobernar. Hay que encargarse del orden público. ¿Cómo hacerlo? ¿Es de nuevo por mando y control, por ordenanzas, por instrucciones, por verticalismo, o son otras formas de gobernar, de conversación, de discusión, de debate, de animación del esfuerzo? Por eso se empieza a hablar de gobernanza. La gobernanza viene a decir que es necesario un nuevo modo de gobernar donde esté presente el gobierno, pero en donde el gobierno sepa que no necesariamente por ser la autoridad pública es el líder animador de todas las actividades y políticas.

Luis Aguilar Villanueva es doctor en filosofía y politólogo mexicano (Universidad Autónoma Metropolitana, UNAM) especializado en reformas de la administración pública.

Extractado de Clarín, Zona, 2-8-09