Por: Jorge Castro
Terminó la recesión de la economía mundial en el segundo trimestre de este año y comenzó una recuperación global arrastrada por los países emergentes, ante todo los asiáticos, encabezados por China. Es la primera vez que esto ocurre en la historia del capitalismo.
La crisis ha acelerado la tendencia de fondo de la época, revelada a partir de 1991 por un doble movimiento. Por un lado, la duplicación del mercado mundial (que pasó de 1.500 a 3.500 millones de trabajadores), a través de la extensión a los países emergentes y en desarrollo del sistema transnacional de producción (empresas transnacionales + inversión extranjera directa). Por el otro, la convergencia del mundo emergente, liderado por China, hacia la avanzada del sistema (Estados Unidos).
El resultado es que 2/3 de la población mundial se ha incorporado al proceso global de acumulación, con un aumento del nivel de ingresos que es el doble del promedio internacional; y lo ha hecho a partir de niveles ínfimos. De ahí el auge de la demanda mundial de alimentos.
La FAO prevé que la demanda de alimentos se duplicará en 20 años; y el Banco Mundial agrega que se requiere un aumento de 70% en la cosecha global de granos y de 80% en la producción de carne.
Por eso vuelve el superciclo de los commodities, tras la breve pausa (septiembre 2008/junio 2009) de la crisis global.
Entre marzo 2006 y marzo 2008, los precios de los granos (soja, maíz, trigo, arroz) aumentaron entre 95% y 152%. Luego, con la crisis, se hundieron 40% entre julio y diciembre de 2008.
Pero a partir de entonces volvieron a crecer. Entre diciembre de 2008 y junio de 2009, el índice de precios de los alimentos aumentó entre 30% y 40%; y la soja y el azúcar casi 50%. Esto ocurrió durante la mayor recesión de los últimos 70 años; y cuando la cosecha de granos alcanza otro récord histórico: 2.2 billones de toneladas.
La respuesta a esta paradoja es la siguiente: China, India y la mayor parte del Asia emergente no dejaron de crecer en el transcurso de la recesión mundial; y ahora arrastran su recuperación, y así traccionan la demanda y el precio de los alimentos.
En China y Asia emergente, la participación de los alimentos en el gasto individual es el doble que en EE.UU. (30% vs. 14%). Se trata de 3.300 millones de personas.
A la vanguardia de la demanda mundial de alimentos se encuentran los aceites vegetales, cuyo consumo crecerá más de 50% hasta 2017; y este indicador fundamental tiene -según FAO/OCDE- tres protagonistas: China, convertida en la primera importadora de granos oleaginosos (soja); Brasil, transformado en el principal exportador de granos aceiteros; y la Argentina, en su condición de centro internacional de la producción aceitera y de principal plataforma de elaboración de aceites y granos de soja en el mundo.
Los grandes países productores y exportadores de alimentos modifican su status global y adquieren una importancia semejante a la de los productores y exportadores de petróleo en la década del 70 y en la primera del siglo XXI.
FAO/OCDE identifican tres grandes potencias agroalimentarias posibles en los próximos 10 años: India, Brasil y la Argentina.
El rasgo estratégico fundamental de la Argentina desde que emergió al mercado mundial en el siglo XIX es que, por su escasa población, su importancia en el comercio internacional es superior a su condición de productora.
Esto implica que, entre los tres gigantes virtuales de los agroalimentos, la Argentina es la que posee un mayor relieve internacional. Lo real es lo actual y lo posible. Para transformar lo posible en actual se necesita voluntad política y es aquí donde la Argentina muestra una carencia esencial.
Clarín, 6-9-09
Terminó la recesión de la economía mundial en el segundo trimestre de este año y comenzó una recuperación global arrastrada por los países emergentes, ante todo los asiáticos, encabezados por China. Es la primera vez que esto ocurre en la historia del capitalismo.
La crisis ha acelerado la tendencia de fondo de la época, revelada a partir de 1991 por un doble movimiento. Por un lado, la duplicación del mercado mundial (que pasó de 1.500 a 3.500 millones de trabajadores), a través de la extensión a los países emergentes y en desarrollo del sistema transnacional de producción (empresas transnacionales + inversión extranjera directa). Por el otro, la convergencia del mundo emergente, liderado por China, hacia la avanzada del sistema (Estados Unidos).
El resultado es que 2/3 de la población mundial se ha incorporado al proceso global de acumulación, con un aumento del nivel de ingresos que es el doble del promedio internacional; y lo ha hecho a partir de niveles ínfimos. De ahí el auge de la demanda mundial de alimentos.
La FAO prevé que la demanda de alimentos se duplicará en 20 años; y el Banco Mundial agrega que se requiere un aumento de 70% en la cosecha global de granos y de 80% en la producción de carne.
Por eso vuelve el superciclo de los commodities, tras la breve pausa (septiembre 2008/junio 2009) de la crisis global.
Entre marzo 2006 y marzo 2008, los precios de los granos (soja, maíz, trigo, arroz) aumentaron entre 95% y 152%. Luego, con la crisis, se hundieron 40% entre julio y diciembre de 2008.
Pero a partir de entonces volvieron a crecer. Entre diciembre de 2008 y junio de 2009, el índice de precios de los alimentos aumentó entre 30% y 40%; y la soja y el azúcar casi 50%. Esto ocurrió durante la mayor recesión de los últimos 70 años; y cuando la cosecha de granos alcanza otro récord histórico: 2.2 billones de toneladas.
La respuesta a esta paradoja es la siguiente: China, India y la mayor parte del Asia emergente no dejaron de crecer en el transcurso de la recesión mundial; y ahora arrastran su recuperación, y así traccionan la demanda y el precio de los alimentos.
En China y Asia emergente, la participación de los alimentos en el gasto individual es el doble que en EE.UU. (30% vs. 14%). Se trata de 3.300 millones de personas.
A la vanguardia de la demanda mundial de alimentos se encuentran los aceites vegetales, cuyo consumo crecerá más de 50% hasta 2017; y este indicador fundamental tiene -según FAO/OCDE- tres protagonistas: China, convertida en la primera importadora de granos oleaginosos (soja); Brasil, transformado en el principal exportador de granos aceiteros; y la Argentina, en su condición de centro internacional de la producción aceitera y de principal plataforma de elaboración de aceites y granos de soja en el mundo.
Los grandes países productores y exportadores de alimentos modifican su status global y adquieren una importancia semejante a la de los productores y exportadores de petróleo en la década del 70 y en la primera del siglo XXI.
FAO/OCDE identifican tres grandes potencias agroalimentarias posibles en los próximos 10 años: India, Brasil y la Argentina.
El rasgo estratégico fundamental de la Argentina desde que emergió al mercado mundial en el siglo XIX es que, por su escasa población, su importancia en el comercio internacional es superior a su condición de productora.
Esto implica que, entre los tres gigantes virtuales de los agroalimentos, la Argentina es la que posee un mayor relieve internacional. Lo real es lo actual y lo posible. Para transformar lo posible en actual se necesita voluntad política y es aquí donde la Argentina muestra una carencia esencial.
Clarín, 6-9-09