A través de sus diversas intervenciones públicas, el Santo Padre Benedicto XVI ha reafirmado en este inicio de 2010 los denominados “valores no negociables” y que se vinculan con importantes temas de la vida y la familia.
1) Defensa de la vida: En continuidad con su encíclica “Caritas in veritate”, al recibir al Cuerpo Diplomática acreditado ante la Santa Sede, el Papa llamó la atención sobre la necesidad de defender la vida del niño por nacer: “Si se quiere construir una paz verdadera, ¿cómo se puede separar, o incluso oponer, la protección del ambiente y la de la vida humana, comprendida la vida antes del nacimiento? En el respeto de la persona humana hacia ella misma es donde se manifiesta su sentido de responsabilidad por la creación. Pues, como enseña santo Tomás de Aquino, el hombre representa lo más noble del universo (cf. Summa Theologiae, I, q. 29, a. 3). Además, como ya recordé en la reciente Cumbre Mundial de la FAO sobre la Seguridad Alimentaria, «la tierra puede alimentar suficientemente a todos sus habitantes» (Discurso, 16 noviembre 2009, n. 2), con tal de que el egoísmo no lleve a algunos a acaparar los bienes destinados a todos” (al Cuerpo Diplomático, 11-1-10).
2) Legislación y uniones de personas del mismo sexo: En el mismo discurso, y enfatizando nuevamente la relación con el tema del medio ambiente, el Papa alude a los intentos de legalizar las uniones de personas del mismo sexo: “Continuando con nuestra reflexión, es preciso señalar la complejidad del problema del medio ambiente. Se podría decir que se trata de un prisma con muchas caras. Las criaturas son diferentes unas de otras y, como nos muestra la experiencia cotidiana, se pueden proteger o, por el contrario, poner en peligro de muchas maneras. Uno de estos ataques proviene de leyes o proyectos que, en nombre de la lucha contra la discriminación, atentan contra el fundamento biológico de la diferencia entre los sexos. Me refiero, por ejemplo, a países europeos o del continente americano” (11-1-10).
3) Educación sexual: En otra intervención, ante autoridades romanas y del Lacio, el Papa se refirió a la problemática de la educación de los jóvenes: “En las propuestas formativas sobre los grandes temas de la afectividad y la sexualidad, tan importantes para la vida, hay que evitar proponer a los adolescentes y a los jóvenes caminos que favorezcan la banalización de estas dimensiones fundamentales de la existencia humana. Para lograr este objetivo la Iglesia pide la colaboración de todos, especialmente de quienes trabajan en la escuela, para educar a una visión elevada del amor y de la sexualidad humana. Deseo, por esto, invitar a todos a comprender que, cuando pronuncia su no, la Iglesia en realidad dice sí a la vida, al amor vivido en la verdad del don de sí mismo al otro, al amor que se abre a la vida y no se cierra en una visión narcisista de la pareja. Está convencida de que solamente estas opciones pueden llevar a un modelo de vida en el que la felicidad es un bien compartido. Sobre estos temas, como también sobre los de la familia fundada en el matrimonio y en el respeto de la vida desde su concepción hasta su fin natural, la comunidad eclesial no puede menos de ser fiel a la verdad, "que es la única garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral" (ib., 9)” (A los administradores de la región del Lacio, del Ayuntamiento y de la Provincia de Roma, 14-1-10).
Vale recordar que la expresión “valores no negociables” se consolidó en la exhortación post-sinodal “Sacramentum Caritatis”, que en su n. 83 habla de la “coherencia eucarística”, y sostiene: “...el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables”.
Buenos Aires, 7/2/10 (SEVI).-