viernes, 14 de mayo de 2010

CARIDAD, FUERZA PRINCIPAL Y PRINCIPIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA



Benedicto XVI llegó a la iglesia de la Santísima Trinidad en el santuario de Nuestra Señora de Fátima para encontrarse con los representantes de las organizaciones de la pastoral social. Participaron en el acto, junto a los organismos católicos, miembros de otras instituciones nacionales que se dedican a la asistencia de los necesitados.
Después de recibir el saludo del obispo Carlos Azevedo, auxiliar de Lisboa, el Papa se dirigió a cuantos trabajan en el "vasto mundo de la caridad".

"Cristo nos dice que Dios es amor y al mismo tiempo nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y por lo tanto de la transformación del mundo, es el nuevo mandamiento del amor", recordó el Santo Padre. "El escenario actual de la historia es el de crisis socio-económica, cultural y espiritual, y hace evidente la oportunidad de un discernimiento orientado por la propuesta creativa del mensaje social de la Iglesia. El estudio de su doctrina social, cuya fuerza principal y cuyo principio es la caridad, permite delinear un proceso de desarrollo humano integral que toque el corazón en profundidad y lleve a una humanización más amplia de la sociedad".

"En su dimensión social y política, esta diaconía de la caridad es propia de los fieles laicos, llamados a promover orgánicamente el bien común, la justicia y a configurar rectamente la vida social. (...) Atraer nuevos trabajadores laicos a este campo pastoral merece sin duda una atención especial por parte de los pastores preocupados por el futuro. (...) Unidos a Cristo en su consagración al Padre, nos sentimos llevados por su compasión hacia las multitudes que piden justicia y solidaridad y, como el buen samaritano de la parábola, nos esforzamos por ofrecer respuestas concretas y generosas".

Sin embargo, "a menudo no es fácil llegar a una síntesis satisfactoria entre vida espiritual y actividad apostólica. La presión ejercida por la cultura dominante, que insiste en un estilo de vida basado en la ley del más fuerte y las ganancias fáciles acaba por afectar a nuestra forma de pensar, a nuestros proyectos y a las perspectivas de nuestro servicio, con el riesgo de vaciarlos de esos motivos de fe y de esperanza que los habían suscitado", observó el pontífice.
Al mismo tiempo, "las numerosas y acuciantes peticiones de ayuda y apoyo que nos dirigen los pobres y marginados de la sociedad nos empujan a buscar soluciones que respondan a la lógica de la eficiencia, del efecto visible y de la publicidad. Sin embargo -subrayó el Papa-, esa síntesis es absolutamente necesaria, para poder servir a Cristo en la humanidad que os espera".

Benedicto XVI, recordando que "entre las muchas instituciones sociales al servicio del bien común y cercanas a las personas necesitadas, se encuentran las de la Iglesia Católica", afirmó que la orientación de las mismas debe ser clara para que "asuman una identidad bien evidente" desde "la inspiración de sus objetivos" hasta "la gestión seria y eficaz de los recursos".
"Además de esa identidad y ligado a ella, es fundamental conceder a la actividad caritativa cristiana autonomía e independencia de la política y las ideologías, aunque se colabore con los organismos del Estado para lograr objetivos comunes".

El Papa auspició que las actividades de ayuda educativa o caritativa, se completasen con "proyectos que promueven al ser humano en la búsqueda de la fraternidad universal". "En este ámbito se coloca el urgente compromiso de los cristianos en la defensa de los derechos humanos, atentos a la totalidad de la persona humana en sus diversas dimensiones".
"Expreso mi profundo agradecimiento -dijo Benedicto XVI- a todas aquellas iniciativas sociales y pastorales que luchan contra los mecanismos socio-económicos y culturales que llevan al aborto y tienen bien presente la defensa de la vida y la reconciliación y curación de las personas heridas por el drama del aborto".
"Las iniciativas que se proponen tutelar los valores esenciales y primarios de la vida desde su concepción y de la familia, fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer, contribuyen a responder a algunos de los retos más insidiosos y peligrosos planteados al bien común. Estas iniciativas constituyen, junto con muchas otras formas de compromiso -finalizó- elementos esenciales para construir la civilización del amor".

13-5-10