domingo, 1 de agosto de 2010

GUERRA

La guerra de Obama

Por
Gustavo Sierra


Obama heredó la guerra de Afganistán. Pero la situación en el frente se complica día a día . Nueve años después de la invasión, las tropas enfrentan a los talibanes que ya no sólo le disputan el sur del país sino que logran penetrar constantemente la capital fortificada de Kabul. El mes de julio, con 66 muertes, fue el de mayor cantidad de bajas en todo el conflicto. En lo que va del 2010 murieron 265 soldados.

Y no son sólo bajas en el frente. Se está registrando un altísimo porcentaje de suicidios entre los reclutas.

Fueron 160 que se pegaron un tiro y otros 146 que lo hicieron con drogas en el último año y medio. No hay que olvidarse el caso del soldado argentino Juan Torres, que se suicidó inducido por los delirios provocados por una pastilla contra la malaria que le daba el propio ejército. “Muchas veces somos más peligrosos para nosotros mismos que el enemigo”, dice el informe especial ordenado por el jefe del comando conjunto, el general Peter Chiarelli. También menciona que hubo al menos 25.283 soldados que cometieron faltas graves –entre ellas, la más común, la de traficar con heroína– que no fueron sancionados por la falta de voluntarios que padece el ejército.

Y lo que terminó de hundir esta semana a la campaña afgana fue la publicación de 91.000 documentos secretos en los que se ventilan al menos tres matanzas por parte de soldados y otros numerosos delitos. La revelación la hizo el sitio web WikiLeaks que dice tener en su poder otras decenas de miles de cables diplomáticos estadounidenses, que habrían sido entregados por un analista de espionaje del ejército. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo ayer en una entrevista con la cadena NBC que “sólo podemos implorar a la persona que tiene los documentos que no los cuelgue más en Internet”.

El cambio de comandante, el envío de otros 30.000 soldados adicionales a los 65.000 que ya había y la retórica ambigua de Obama poco han contribuido a llevar paz a este conflicto. Una guerra que entre las víctimas –unos 3 millones de civiles afganos cayeron en la última década– va a tener que sumar a los jóvenes soldados estadounidenses, decenas de miles de latinoamericanos, que se enrolan sin tener idea de lo que enfrentan.