Por Jorge Oviedo
Si es por el ranking
de los países donde los inversores tienen más miedo de no recuperar sus
inversiones, la Argentina
ya está peor que Venezuela. En realidad, está en un más que poco honroso puesto
entre los primeros cuatro o cinco más riesgosos, según cómo se haga la
estadística. La atribulada España, a la que el gobierno de Cristina Kirchner le
gusta poner como ejemplo de lo que es estar en problemas, ocupa el puesto 10° u
11°, según quién haga los reportes sobre los seguros contra default. De hecho,
si se toman los reportes de los seguros más líquidos, la Argentina puede estar en
segundo lugar.
Podría pensarse que
la situación es producto de la confiscación de las acciones de Repsol en YPF,
pero la Argentina
ya estaba en mala situación en el primer trimestre y sólo empeoró un poco en el
mes en curso. El clima de negocios ha empeorado muchísimo. La Presidenta sigue
confiando en que los empresarios ganan mucho dinero aquí. Pero las cosas han
cambiado, en particular para las empresas extranjeras. "Hasta octubre de
2011 podíamos «explicar» a nuestras casas matrices las extravagancias
argentinas", dice un alto ejecutivo, que reconoce que "las ganancias
eran buenas y entonces se facilita la tolerancia". Pero admite que las
cosas cambiaron: "¿Qué les digo ahora que las ganancias no se pueden girar
y ni siquiera se pueden dejar aquí en dólares?"
Dineros atrapados
Hay quienes se quejan
de que el Gobierno no sólo está trabando las compras de dólares y las
importaciones, y además las remesas de utilidades. También, cuando autoriza,
elige a las compañías que mejor se llevan con el Gobierno. "Vemos cómo a
nosotros no nos dejan importar equipos que son imprescindibles y a nuestros competidores
sí", indicó un alto directivo de otra compañía.
En todas las empresas
hay temor. "Si hicieron lo que hicieron con YPF, qué queda para los
demás", señaló otro empresario que cree que el Gobierno no reconoce
límites.
El semanario inglés
The Economist dedicó esta semana varios artículos a la incautación de acciones
de Repsol. "Primero fueron por las AFJP, luego por las reservas del
Central", dijo en uno que tituló con una metáfora: "Feed me,
Seymour". El "Aliméntame, Seymour" refiere a la comedia La tiendita
del horror, en que una monstruosa planta extraterrestre exige a su propietario
víctimas para comer y poder continuar creciendo. El monstruo es, en la
metáfora, el descontrolado gasto público argentino..