Por Fernando Oz
Los antiguos
ingenieros y especialistas de Fabricaciones Militares, acostumbrados a sostener
la producción a fuerza de ingenio, ya se muestran hartos de los jóvenes de La
Cámpora, que en un año ocuparon los principales cargos de esa compañía estatal
a un devorador ritmo de Pac-Man. Con una caja de más de 600 millones de pesos,
los integrantes de la agrupación que protege Máximo, el hijo de la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner, buscan exportar armas a Angola y radares a
Ecuador.
La primera vez que
Santiago Rodríguez palpó un puñado de pólvora fue hace algunos años, cuando
intentó desarmar un petardo durante una fiesta navideña. La segunda sucedió no
hace mucho, pero en un escenario completamente diferente y estando como
interventor de la Dirección General de Fabricaciones Militares (DGFM). El
licenciado en economía e integrante emérito del Centro de Estudios Políticos de
La Cámpora llegó a ese cargo con 35 años, el 12 de enero del año pasado,
noticia que recibió con alegría el Día de Reyes.
Cómo piensa Rodríguez
vender armas, municiones y radares a Angola es un secreto que pocos conocen. Lo
que sí se sabe es que la idea lo entusiasma. Cuando el mes pasado la Presidenta
salió en misión comercial al país africano, el director de DGFM fue de los
primeros en desembarcar junto con el secretario de Comercio Interior, Guillermo
Moreno.
“Algunos sectores donde
puede haber intercambio son Infraestructura y provisión a las Fuerzas Armadas
angoleñas, ya que vino a este país una delegación de Fabricaciones Militares”,
anunció Moreno desde Angola. La Presidenta no quiso hablar de armas y sólo se
limitó a mencionar “energía nuclear con fines pacíficos, radares y software”.
No sería un mal negocio. Según el Instituto Internacional de Investigaciones
para la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés), los gastos
militares en Africa aumentaron un 5,2% durante 2011, principalmente en Argelia,
Angola y Nigeria.
“Hablemos de
municiones”, comienza a explicar un especialista de la DGFM, antes de
sentenciar que “la única manera de exportar municiones es desabasteciendo el
mercado interno”. Lo confirma otra fuente, un ex funcionario que dejó
Fabricaciones cuando llegó La Cámpora: “Alcanza para el mercado interno. Hay
capacidad de abastecer un millón de tiros por mes, y Brasil diez millones”.
Un ingeniero que
aportó información con la condición de que su nombre no fuera publicado comparó
Fabricaciones Militares con “un Ford Falcon con ruedas nuevas”. “En materia
tecnológica estamos mal. Nuestras pistolas son de doble acción, y el mercado de
hoy pide de una sola acción. No somos competitivos para proveer ni reparar”, agregó.
Siguiendo una vieja
tradición criolla, reafirmada por el gobierno de Carlos Menem, Rodríguez busca
colocar sus productos bélicos en Ecuador. Para la misión ya habló con el
embajador argentino en Quito, Alberto Alvarez Tufillo, el mismo que diagramó la
estrategia comercial entre el kirchnerismo y el chavismo durante cinco años, y
que acompañaba a las reuniones al ex director del Occovi y ex embajador
paralelo en Caracas, Claudio Uberti.
El 16 de febrero,
mediante una decisión administrativa, la DGFM recibió un oxígeno extra de
50.820.000 pesos. Nada mal para una compañía que genera unos 200 millones de
pesos en recursos propios y, según el Presupuesto 2012, tiene prevista una
erogación de 628.357.000 pesos.
Durante sus 17 meses
de gestión, Rodríguez nombró a una treintena de asesores y colocó otros tantos
en puestos clave. El tercer cargo más importante en la estructura de la DGFM se
lo obsequió a su prometida, Bárbara Grané. La actividad anterior de la ahora
coordinadora general, según diferentes sistemas de antecedentes contables, fue
“servicios de publicidad”. Un funcionario técnico que ingresó a Fabricaciones
cuando Néstor Kirchner llegó a la presidencia y que ahora pide a gritos ser
trasladado a otra empresa estatal la pintó así: “Es una chica muy agradable,
que hace honor a su nombre”.
Parecería que el
equipo de Rodríguez recién se completó el 10 de abril último con la firma del
Decreto Presidencial 524/2012, en el que se designa a Agustín Poussif como
subinterventor. Es un abogado de 25 años oriundo de la ciudad santafesina de
Firmat, cuyo único antecedente laboral es haber firmado un par de escritos
judiciales como laboralista.
Ese cargo lo ocupaba
Rubén Stehling, que había llegado a la DGFM junto con Arturo Puricelli. Pero
desde que Puricelli asumió como ministro de Defensa, Stehling quedó bajo la
mirada de La Cámpora. Las quejas de los “desmanejos” y las “arbitrariedades” de
Rodríguez llegaron a oídos del ministro de Planificación Julio De Vido. “Yo no
puedo hacer nada, la designación de Rodríguez la hizo Máximo”, contestó el
atado ministro.
politicaydesarrollo.com.ar,
19-06-2012