Salvador Treber*
El 20 de septiembre
pasado, el ministro de Economía de la Nación, Hernán Lorenzino, presentó junto
a sus colaboradores, mediante una exposición ante los legisladores, el proyecto
de Presupuesto para 2013. Este había ingresado formalmente en las últimas horas
del viernes 14, pero no había sido difundido.
En todos los países
bien organizados del mundo, el Presupuesto constituye un instrumento alrededor
del cual gira la política de corto plazo, e incluye la respectiva cuotaparte de
las de mediano y largo plazo.
La administración de
Estados Unidos le adjudica primordial relevancia a su elaboración –nada menos
que 13 meses–, hasta que se pone en vigencia el 1º de octubre de cada año.
Eso significa que el
Departamento de Control y Presupuesto, repartición que depende directamente del
presidente, inicia dicha gestión en septiembre del ejercicio precedente.
Ello se extiende
durante cuatro meses y a principios de febrero remite el proyecto a las dos
cámaras del Congreso, que de inmediato lo giran para que sea estudiado por las
comisiones especializadas, junto con quienes tuvieron a su cargo la
preparación.
Luego de que se
completan los respectivos despachos, estos pasan a ser tratados por los
plenarios y suelen ser aprobados, con las rectificaciones introducidas, en los
últimos días de septiembre.
Aun así, el Poder
Ejecutivo acostumbra a esperar hasta la primera semana de octubre, cuando el
presupuesto entra en vigor, en previsión de que surja alguna “novedad de último
momento”, para recién promulgarlo de modo definitivo.
Ese prolongado y
meticuloso periplo es aprovechado para analizar y discutir de manera exhaustiva
todos los aspectos internos e internacionales que maneja la Casa Blanca.
Antecedentes
nacionales.
Muy por el contrario, en nuestro país recién
suelen encararse las tareas después de cumplido el primer semestre del
ejercicio respectivo, seguramente para disponer de la información y
estadísticas relativas a todo lo sucedido hasta ese momento.
Por lo tanto, es
obvio que, en el breve lapso de dos meses y medio, se profundiza bastante
menos. Lo demuestra la cantidad de veces que es objeto de modificaciones
posteriores, algo que le quita unidad conceptual y operativa.
A todo ello se agrega
que en la actualidad rigen normas de excepción que facultan al Poder Ejecutivo
para modificar, desdoblar, acumular, ampliar, reducir o anular partidas, sin
reparar en su magnitud o diverso grado de incidencia.
Esto ha parcializado
las funciones del Congreso, devaluando su análisis y decisiones en forma
manifiesta respecto de lo que era habitual hace algunas décadas.
.....
El Presupuesto para
2013.
Los parámetros
básicos utilizados para la confección del Presupuesto para el próximo año son
bastante poco confiables, pues el incremento de los precios minoristas se estima
en 10,8 por ciento y el de los mayoristas, en 15,1 por ciento.
Además, se sostiene
que el promedio de la paridad cambiaria para los 12 meses será de 5,10 pesos.
En consecuencia, dada la escasa confiabilidad que merecen, no pueden ser
tomados en cuenta seriamente.
Anticipan que se
espera cerrar 2012 con un desequilibrio negativo de 34.216,8 millones de pesos,
después de deducir 27.963,6 millones de pesos provenientes de transferencias de
utilidades 2011 del Banco Central y renta de valores mobiliarios provenientes
de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses).
Por ello es loable
que para 2013 se propongan eliminar ese déficit y se aspire a que el saldo sea
positivo, aunque en apenas 587,6 millones de pesos.
Los ingresos de
fuente tributaria se han estimado en 822.100 millones de pesos, de los cuales
el 75,31 por ciento, o sea 619.100 millones de pesos, se proyecta que queden en
la Nación y los restantes 203.000 millones (24,69 por ciento) se prevé
transferir a las provincias.
Origen de los
recursos y destinos del gasto.
Los principales instrumentos, por orden de
importancia, son el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que, neto de reintegros,
se espera que llegue a 227.200 millones de pesos (27,64 por ciento del total
general).
Luego viene el
Impuesto a las Ganancias, con 161.500 millones de pesos (19,66 por ciento).
Las diversas
contribuciones afectadas a la seguridad social, en conjunto, figuran con
212.500 millones de pesos (25,85 por ciento).
En consecuencia,
entre estos tres rubros se cubre el 73,15 por ciento del total a recaudar.
Han evaluado que los
gastos corrientes llegarán a 610.900 millones de pesos. Eso implicaría un
incremento de 24,3 por ciento sobre los números estimados para 2012. Sería un
logro muy significativo por su moderación.
Entre los gastos,
aparecen, en primer lugar, las prestaciones de seguridad social, con 241.700
millones de pesos, que equivalen al 39,45 por ciento del total.
Siguen las
transferencias corrientes a diversas reparticiones, que ascienden a 165.700
millones de pesos (27,13 por ciento), y remuneraciones al personal, con 89.200
millones de pesos (14,6 por ciento).
Así, las tres
finalidades totalizarían el 81,18 por ciento de las erogaciones.
Es obvio que se trató
de elaborar un Presupuesto muy austero. Sin embargo, es preocupante que los
gastos de inversión sólo impliquen 70.700 millones de pesos (11,57 por ciento),
aun cuando se autorice a financiar con préstamos en moneda extranjera.
Además de cancelar
4.500 millones de dólares de deuda con fondos del Banco Central, se agregan
otros 3.032 millones que ayudan algo, pero no resolverán la falta de capital de
trabajo.
*Profesor de posgrado
de Ciencias Económicas de la UNC
La Voz del Interior,
5-10-12