Se ha publicado la
segunda edición aumentada de este libro venturoso, del Arzobispo Giampaolo
Crepaldi. Esta nueva edición (Cantagalli, Siena 2012) contiene una nueva
introducción ampliada y dos apéndices, entre los cuales se encuentra el
artículo sobre los principios no-negociables publicados por mons. Crepaldi en
“El Foglio” el mes de julio del 2011.
La introdución debe
considerarse como un verdadero ensayo dedicado a los principios no-negociables.
El autor examina las principales objeciones hechas a la primera edición del
libro y aprende de él – sea de las críticas o de las discusiones occurridas en
las numerosas presentaciones públicas. La mayor parte de las observaciones
críticas sucedieron precisamente a causa del tema de los principios
no-negociables, una verdadera piedra de tropiezo para la cultura católica de
hoy en día y también un signo de contradicción. La introducción, como se ha
dicho ya, es un verdadero ensayo sobre este tema y, sería deseable que el
obispo Crepaldi desarrollase el tema más a fondo escribiendo un libro solo
sobre los principios no-negociables.
¿Pero debido a que
razón la crítica se ha centrado principalmente en este punto? Mons. Crepaldi
cree que la razón se debe al hecho que sobre los principios no-negociables
existen muchos malentendidos y aspectos por aclarar. El primero consiste en no
considerarles “principios” sino “valores”. Sin duda alguna son consideraros
también como valores: la vida, la familia, la libertad a la educación, estos
son sin duda grandes valores. Pero no sólo son valores, son principios; es
decir, son luces, criterios, directrices. No son solamente temas individuales,
de mucha importancia, sino que indican la arquitectura de la sociedad, dan la
prioridad, exprimen las instancias que hay que aplicar en muchos campos de la
acción política o administrativa. El hecho que estén presentes o no en una
agenda política no es solo una cuestión importante, en el sentido que carecen
de algunos puntos, sino que tiene una importancia estratégica: falta la
dirección correcta.
Mons. Crepaldi, sin
quitar nada al significado bioético del tema de la vida o de la familia, por
ejemplo, hacer notar que la defensa de la vida o de la familia tiene un
significado principalmente social, que tiene que ver con la casa, la
fiscalidad, la educación, el bienestar, la política de la juventud y etc. Por
lo tanto, no son temas particulares sino opticas generales sobre el desarrollo
de la sociedad.
Dice el autor que
este punto es muy importante porque los que se inspiran en los principios
no-negociables son a menudo acusados de no tener una visión política de
conjunto, sino de hacer peticiones individuales sobre el tema del aborto, sobre
el reconocimiento de las parejas del mismo sexo o sobre otros temas especiales.
No son así las cosas; en cambio, debemos considerar los principios
no-negociables, no como temas individuales de la agenda política sino como
directrices generales con repercusiones en todos los aspectos de la vida social
y política. Sin tenerlos presentes, acaecerá un empobrecimiento general de
nuestra vida comunitaria.
El Arzobispo mons.
Crepaldi sabe muy bien que sobre estos argumentos se esta llevando acabo una
dura batalla de civilización. Sabe que el motivo no es solo político, sino
teológico. La importancia de los principios no-negociables se debe a su
relación con “la naturaleza” y en
particular con “la naturaleza humana”. Aquél que la niega o subestima, de
hecho, abre las puertas al desmoronamiento progresivo del concepto de la
naturaleza humana. No se trata solo de una visión diferente del hombre. Se
trata de impedir o permitir la relación con el Creador. Por esta razón, no es
solo un problema político sino también teológico. Aquel que niega los
principios no-negociables, en el fondo no quiere que exista un puesto para Dios
en el mundo: aquel que los afirma y los defiende, lucha para que exista un
puesto para Dios en el mundo. La disputa está en su nivel máximo.
Esta nueva edición se
ha centrado fundamentalmente en los principios no-negociables, pero esto no
tiene que hacer olvidar la estructura articulada del libro, que se divide en
diez capítulos dedicados a los principios y otros diez capítulos dedicados a
los contenidos. El lenguaje es claro, los ejemplos son eficaces, el tono es
convincente. El católico que se encuentra en la
política puede encontrar aquí un marco completo para definir mejor su
trabajo de acuerdo a la visión de la
Iglesia y de la recta razón.
Stefano Fontana
Osservatorio Internazionale Cardinale Van Thuân, 19-12-12