martes, 22 de enero de 2013

EL CUENTO DE LOS VAGONES CHINOS





Por Fernando "Pino" Solanas 


Con el cuento de la urgencia, la Presidenta anunció otra medida antinacional: la compra a China de 400 vagones para los trenes del Mitre y Sarmiento, más 120 para el subterráneo A -llegaron 45-, confirmando así la política de renuncia a la reconstrucción de las industrias nacionales del transporte.

A meses de iniciar su mandato, Néstor Kirchner llegó a Tafí Viejo con el cuento chino de reactivar el gran taller y la industria ferroviaria, pero terminó comprando material obsoleto y sin repuestos en Portugal y España. El proyecto de su esposa Cristina fue el cuento francés del tren bala, que afortunadamente pudimos frenar en 2008: le hubiera costado al país más de 10.000 millones de dólares. Su promotor era el procesado Ricardo Jaime, que fue seis años secretario de Transporte de Néstor y Cristina, bajo las órdenes de Julio De Vido.

Entre cuento y cuento, millones de pasajeros y trabajadores tuvieron y tienen que viajar como ganado, exponiendo sus vidas. ¿Cuántas veces advertimos que, si no se reconstruía el servicio ferroviario, íbamos hacia una tragedia prenunciada? En cinco meses se produjeron dos: los 12 muertos de la calle Artigas y los 51 de la estación Once. El desguace de los trenes que inició Menem continuó con el remate de terrenos e inmuebles ferroviarios con el cuento de que no servían. En 2009, el gobierno de Cristina resolvió destruir el material remanente y convirtieron en chatarra 1.000.000 de toneladas de vagones, rieles y locomotoras, cuando buena parte podía ser recuperado si se reactivaban las 37 fábricas ferroviarias del Estado.

La millonaria compra a China se hizo sin licitación, sin transferencia tecnológica y sin construir nada en el país, lo que confirma el abandono de nuestras industrias básicas. El gestor fue Franco Macri -padre de Mauricio- y revela la parodia oficialista: mientras Cristina amaga peleas con el jefe de gobierno, se ponen de acuerdo para hacer negocios y privatizar los terrenos de la isla de Marchi y la ex ciudad deportiva de Boca. El cuento fue que "no tenemos la capacidad de construirlos en el país...", aunque entre 1960 y 1990 se hicieron kilómetros de vías y varios miles de vagones y locomotoras, que además se exportaban.

Años atrás, el cuento fue la reactivación de la fábrica de aviones de Córdoba: adquirieron en Brasil por compra directa, y con sobreprecio del 15%, 20 aviones Embraer, sin la exigencia de hacer alguna de sus partes en el país. Lo mismo pasó con la reactivación de la industria naval: en los diez años de gobiernos K no se construyó un solo barco, y el país gasta 5000 millones de dólares al año para transportar insumos y cosechas.

El cuento de la reindustrialización es que el 90% de lo que exportamos a China son productos primarios, y a la inversa, el 90% de lo que le importamos son bienes industriales o manufacturados. Ejemplos contrarios son los de Estados Unidos, que exige invertir en empresas americanas el 100% de las compras federales, y Brasil, donde el 50% de las adquisiciones del Estado deben ser de fabricación nacional.

En lugar de aprovechar la millonaria inversión estatal para crear miles de puestos estables y formar técnicos en las universidades, la Presidenta opta por comprar trabajo extranjero y priva así a 80.000 ferroviarios despedidos por Menem a reincorporarse al mercado laboral. ¿Cuántos puestos estables nos cuesta cada vagón chino para los trenes y subterráneos?

Ahora el ministro Randazzo habla de nacionalizar los ferrocarriles, cuando son del Estado y paga todos los salarios y las reparaciones que los concesionarios hacen con grandes sobreprecios. La verdadera urgencia es terminar con el corrupto sistema de concesiones, e investigar la caja y la ruta de los millonarios subsidios que une a los altos funcionarios del transporte con los concesionarios: Enfer (Cirigliano), Emepa (Romero), Rioro (Roggio), Metalfer (Taselli) y la alta dirigencia de la Unión Ferroviaria y la Fraternidad.

El tren, en la larga distancia, es seis a diez veces más económico que el automotor: una locomotora arrastra la carga de 50 camiones y una barcaza puede llevar el equivalente de 120 camiones con acoplado y a más bajo precio. La reconstrucción de los trenes es una causa nacional porque permitiría crear, en seis años, 30.000 puestos de trabajo en la rehabilitación de las vías y servicios, y otros 15.000 para construir 500 locomotoras, 6000 vagones de todo tipo y 2000 para los subterráneos y tranvías.

Si la Argentina se resigna al rol que nos asignan los centros imperiales y no reconstruye sus industrias básicas, el futuro de nuestros hijos será el de emigrar y formarse afuera. Los cuentos chinos deben reemplazarse por un nuevo diseño del transporte, la renovación de la cúpula ferroviaria con el retiro de los cómplices del desguace y el perfeccionamiento de la nueva generación de técnicos en los grandes centros ferroviarios del mundo.

Los futuros trenes deberán ser ferrocarriles públicos con control social, es decir, controlados por el público que los usa y paga: pasajeros, trabajadores del riel y productores que transportan cargas.

La Nación, 22-1-13