Por Fernando
"Pino" Solanas
Con el cuento de la
urgencia, la Presidenta anunció otra medida antinacional: la compra a China de
400 vagones para los trenes del Mitre y Sarmiento, más 120 para el subterráneo
A -llegaron 45-, confirmando así la política de renuncia a la reconstrucción de
las industrias nacionales del transporte.
A meses de iniciar su
mandato, Néstor Kirchner llegó a Tafí Viejo con el cuento chino de reactivar el
gran taller y la industria ferroviaria, pero terminó comprando material
obsoleto y sin repuestos en Portugal y España. El proyecto de su esposa
Cristina fue el cuento francés del tren bala, que afortunadamente pudimos
frenar en 2008: le hubiera costado al país más de 10.000 millones de dólares.
Su promotor era el procesado Ricardo Jaime, que fue seis años secretario de
Transporte de Néstor y Cristina, bajo las órdenes de Julio De Vido.
Entre cuento y
cuento, millones de pasajeros y trabajadores tuvieron y tienen que viajar como
ganado, exponiendo sus vidas. ¿Cuántas veces advertimos que, si no se
reconstruía el servicio ferroviario, íbamos hacia una tragedia prenunciada? En
cinco meses se produjeron dos: los 12 muertos de la calle Artigas y los 51 de
la estación Once. El desguace de los trenes que inició Menem continuó con el
remate de terrenos e inmuebles ferroviarios con el cuento de que no servían. En
2009, el gobierno de Cristina resolvió destruir el material remanente y
convirtieron en chatarra 1.000.000 de toneladas de vagones, rieles y
locomotoras, cuando buena parte podía ser recuperado si se reactivaban las 37
fábricas ferroviarias del Estado.
La millonaria compra
a China se hizo sin licitación, sin transferencia tecnológica y sin construir
nada en el país, lo que confirma el abandono de nuestras industrias básicas. El
gestor fue Franco Macri -padre de Mauricio- y revela la parodia oficialista:
mientras Cristina amaga peleas con el jefe de gobierno, se ponen de acuerdo
para hacer negocios y privatizar los terrenos de la isla de Marchi y la ex
ciudad deportiva de Boca. El cuento fue que "no tenemos la capacidad de
construirlos en el país...", aunque entre 1960 y 1990 se hicieron
kilómetros de vías y varios miles de vagones y locomotoras, que además se exportaban.
Años atrás, el cuento
fue la reactivación de la fábrica de aviones de Córdoba: adquirieron en Brasil
por compra directa, y con sobreprecio del 15%, 20 aviones Embraer, sin la
exigencia de hacer alguna de sus partes en el país. Lo mismo pasó con la
reactivación de la industria naval: en los diez años de gobiernos K no se
construyó un solo barco, y el país gasta 5000 millones de dólares al año para
transportar insumos y cosechas.
El cuento de la
reindustrialización es que el 90% de lo que exportamos a China son productos
primarios, y a la inversa, el 90% de lo que le importamos son bienes
industriales o manufacturados. Ejemplos contrarios son los de Estados Unidos,
que exige invertir en empresas americanas el 100% de las compras federales, y
Brasil, donde el 50% de las adquisiciones del Estado deben ser de fabricación
nacional.
En lugar de
aprovechar la millonaria inversión estatal para crear miles de puestos estables
y formar técnicos en las universidades, la Presidenta opta por comprar trabajo
extranjero y priva así a 80.000 ferroviarios despedidos por Menem a
reincorporarse al mercado laboral. ¿Cuántos puestos estables nos cuesta cada
vagón chino para los trenes y subterráneos?
Ahora el ministro
Randazzo habla de nacionalizar los ferrocarriles, cuando son del Estado y paga
todos los salarios y las reparaciones que los concesionarios hacen con grandes
sobreprecios. La verdadera urgencia es terminar con el corrupto sistema de
concesiones, e investigar la caja y la ruta de los millonarios subsidios que
une a los altos funcionarios del transporte con los concesionarios: Enfer
(Cirigliano), Emepa (Romero), Rioro (Roggio), Metalfer (Taselli) y la alta
dirigencia de la Unión Ferroviaria y la Fraternidad.
El tren, en la larga
distancia, es seis a diez veces más económico que el automotor: una locomotora
arrastra la carga de 50 camiones y una barcaza puede llevar el equivalente de
120 camiones con acoplado y a más bajo precio. La reconstrucción de los trenes
es una causa nacional porque permitiría crear, en seis años, 30.000 puestos de
trabajo en la rehabilitación de las vías y servicios, y otros 15.000 para
construir 500 locomotoras, 6000 vagones de todo tipo y 2000 para los
subterráneos y tranvías.
Si la Argentina se
resigna al rol que nos asignan los centros imperiales y no reconstruye sus
industrias básicas, el futuro de nuestros hijos será el de emigrar y formarse
afuera. Los cuentos chinos deben reemplazarse por un nuevo diseño del
transporte, la renovación de la cúpula ferroviaria con el retiro de los cómplices
del desguace y el perfeccionamiento de la nueva generación de técnicos en los
grandes centros ferroviarios del mundo.
Los futuros trenes
deberán ser ferrocarriles públicos con control social, es decir, controlados
por el público que los usa y paga: pasajeros, trabajadores del riel y
productores que transportan cargas.
La Nación, 22-1-13