GIANFRANCO
PASQUINO
PROFESOR DE POLITICA
CONTEMPORANEA (UNIBO),
EX SENADOR NACIONAL ITALIANO
En marzo de 1994, un
empresario televisivo muy exitoso entró en la política, creó un partido nuevo, “Forza
Italia”, organizó dos coaliciones, ganó las elecciones nacionales y se
convirtió en Jefe de Gobierno. Después, no fue capaz de gobernar, ciertamente
no ayudado por ministros y parlamentarios igual de inexpertos que él y más.
De todos modos
derrotó, no definitivamente, a la vieja política de los partidos tradicionales,
ninguno de los cuales cambió a su cúpula dirigente.
Prácticamente todos
estos dirigentes, incluido el empresario Berlusconi, continuaban en la política
y fueron candidatos al Parlamento en las elecciones del 24 y 25 de febrero.
Esta vez le tocó a un
cómico que se decidió a hacer política y fundar un Movimiento Cinque Stelle
(Movimiento Cinco Estrellas), derrotar a toda la vieja política y a los
políticos envejecidos. El partido de Bersani perdió tres millones y medio de
votos con respecto a 2008 y el de Berlusconi perdió nada menos que seis
millones trescientos mil votos.
Beppe Grillo obtuvo
ocho millones setecientos mil votos. Sumado a una pésima ley electoral, que
solamente servía a los dirigentes partidarios para designar parlamentarios
adeptos, el “tsunami Grillo” creó una situación totalmente nueva en el Senado.
Mientras que en la Cámara de Diputados,
gracias al “premio di maggioranza” (atribución al partido o la coalición que gana
las elecciones de un número de bancas superior al derivado del puro cálculo de
los votos) Bersani y su coalición, “Italia Bene Comune”, cuentan con una cómoda
mayoría absoluta (340 escaños sobre 630), en el Senado es casi imposible
construir una mayoría absoluta.
Pero es absolutamente
imprescindible hacerlo porque, antes de entrar en funciones, el gobierno debe
obtener el voto de confianza por mayoría absoluta.
El éxito grande e
imprevisto del movimiento Cinque Stelle es producto de tres factores. El más
importante es sin duda la enorme y justificable insatisfacción de los electores
italianos frente a la vieja política, sumado a la constatación de que los
viejos políticos no tienen ninguna solución para los problemas italianos. El
segundo factor es la intensísima campaña electoral llevada adelante por Beppe
Grillo en muchísimas plazas italianas y, naturalmente, debatida y reproducida
en todos los medios de comunicación masiva, pese a que Grillo nunca quiso ir a
la televisión.
El tercer factor es
la movilización de un electorado de jóvenes que ven en Grillo y en el
Movimiento Cinco Estrellas la posibilidad de cambiar, si no a Italia, por lo
menos a la política. No será fácil porque ninguno de los parlamentarios de
Grillo cuenta con experiencias anteriores de actividad política en las
instituciones y su idoneidad no será verificable.
Tendrán que aprender
rápido. Probablemente también se vean llamados a establecer compromisos, a
negociar con los otros partidos. Será dificilísimo gobernar con los parlamentarios
de Grillo en contra; sin el apoyo, selectivo, negociado, ocasionalmente, de los
parlamentarios de las Cinco Estrellas será improbable conseguir aprobar una
ley.
El próximo Jefe de
Gobierno, cuya designación es tarea del presidente de la República , que debe
tener en cuenta dos factores: primero, los votos y los escaños obtenidos;
segundo, la capacidad de dar vida a un gobierno estable y funcional- deberá
tratar de conseguir el apoyo incluso, y quizá sobre todo, de los parlamentarios
del movimiento Cinque Stelle. No podrá, de ningún modo, contar con un apoyo sin
condiciones. Por ende, se verá obligado a comenzar a partir de las temáticas de
la reforma de la política y las instituciones que Grillo planteó ya hace
algunos años y por las cuales había reunido nada menos que 350 mil firmas para
obligar al Parlamento a discutirlas: reducción del número de parlamentarios,
límite del número de mandatos, prohibición de ser candidatos para los
parlamentarios investigados, eliminación del financiamiento público de los
partidos.
A estos temas se
agregaron la eliminación de las provincias, la reforma de la ley electoral y el
conflicto de intereses. Son todas temáticas controvertidas, pero importantes,
respecto de las cuales el Partido Demócrata podrá ponerse de acuerdo con Grillo
sin demasiadas dificultades. El verdadero problema está referido a las
relaciones entre Italia y la
Unión Europea (y el euro) sobre las cuales Grillo se ha
manifestado en forma muy, demasiado, crítica con soluciones inaceptables para
el PD y perjudiciales para Italia. Respecto de estas soluciones, la negociación
será ocasionalmente dura y difícil.
Tal vez la nueva
política golpee como un tsunami al Parlamento, al Gobierno, al sistema político
italiano.
Tal vez Bersani y
Grillo logren transformar las energías destructivas del Movimiento Cinco
Estrellas en la construcción de un sistema político nuevo y mejor. En la
convulsionada fase post-electoral, más que hábiles constructores de la
indispensable gobernabilidad, lo que se ven son escombros. Alguien, incluido el
que suscribe, considera que la respuesta, al menos inicial, vendrá de la
cultura política y de la sabiduría institucional del presidente de la República , Giorgio
Napolitano.
Clarín, 6-3-13