Alberto Buela
Para que las charlas
o disparadores de reflexiones tengan algún resultado es necesario tener en
cuenta la vieja enseñanza clásica que todo se mide de acuerdo con el
recipiente: quidquid requipitur ad modum recipientis recipitur. Si el que se
pone a perorar no tiene en cuenta al recipiente la charla es un mero hablar por
hablar.
Si hoy hablo acá (1)
es porque Uds. son amigos y no espero nada de esta charla.
La segunda aclaración
que deseo hacer es acerca de nuestra situación como nación. Acabamos de tener
51 muertos en provincia de Buenos Aires y 6 muertos en Capital Federal. Los que
sumados a los 197 de Cromagnon, los 8 de Flores, los 6 bolivianos de Luis
Viale, los 51 muertos de Once y los 11 de la mina de Río Turbio hacen un total
de 330 muertos, sin un solo culpable.
Esto es un signo
evidente de que en Argentina se rompió la relación entre la culpa y la pena,
entre la falta y el castigo. Vivimos en la anomia más absoluta, disfrazada por
un sistema jurídico falaz.
Amigos míos, estamos
en África. Esto no forma parte de la Argentina ni su destinación universal sino que es
más bien el extrañamiento de nuestra Patria de sí misma.
Los gobiernos
responsables de estas 330 muertes impunes: Cristina Kirchner, Scioli, Macri,
Ibarra, Telerman, Menem y Néstor Kirchner son agentes sustantivos de esta
alienación como nación que venimos padeciendo. El resto es todo anecdótico.
Una tercera observación
es que la metapolítica, disciplina que esperamos ejercer en esta charla, es una
ciencia en donde convergen distintas materias (historia, política, filosofía,
sociología, literatura, ciencias duras, etc.) en el estudio de las grandes
categorías que condicionan la acción política.
La metapolítica no es
ni una “metafísica de la política” como muy bien ha señalado Carlo Gambescia
(2), ni un estudio meramente teórico sobre “la situación política”, como ha
propuesto la Nueva
Derecha , sino que es un trabajo teórico especulativo sobre
las grandes categorías que condicionan la acción política y que busca una salida en la actividad
política.
Con estas tres
aclaraciones nos introducimos en el tema de esta charla.
Así como un nombre
condiciona un destino, cada vez que nombramos o mejor, designamos algo, estamos
haciendo referencia a la finalidad de ese algo. Así la primera noticia que
tenemos de nuestro país es la que ofreció su paisaje a los primeros que lo
vieron.
El primero “que ve”
lo que hoy es Argentina buscando el paso al Océano Pacífico es Juan Díaz de
Solís quien en 1516 denominó al río de La Plata como “mar dulce”.
El segundo, en 1520
fue Hernando de Magallanes, también buscando el paso al Océano Pacífico
descubre el estrecho que lleva su nombre y que él bautizara de “Todos los
Santos”. (3)
El tercero, en 1526
fue el italiano Sebastián Caboto, quien también buscando el paso terminó
descubriendo el río Paraná.
Casi sesenta años
después, el 13 de febrero de 1579 aparece frente a las costas de El Callao
(Perú) el Golden Hind del pirata inglés Francis Drake.
Argentina como paso
Durante la época
colonial, Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Salta fueron paso al Perú y a Lima
capital del Virreinato. Buenos Aires fue, básicamente, una ciudad de metecos y
contrabandistas donde no valía la pena vivir sino solo lucrar para gastar y
disfrutar el dinero y la vida en Europa.
Lo ha sido para miles
y miles de inmigrantes que llegaron a fare l’America. Y regresar enriquecidos a
Italia, Francia y España. Y lo es hoy para miles y miles de asiáticos que usan la Argentina como trampolín
para ir a los Estados Unidos. Así la han usado durante siglos los miles de
chilenos en el sur que viajan a tener sus hijos en Chile cuando viven acá. O
los bolivianos y peruanos que viviendo toda una vida acá giran sus ahorros y
sus inversiones a sus respectivos países.
La de los millones de
argentinos que depositan sus ahorros en el exterior porque su vida futura está
en el extranjero. Mientras que en economía el ahorro es “capital acumulado”,
filosóficamente, no es otra cosa que “querer asegurar el futuro” o peor aún,
“una desconfianza en el futuro”.
La de los millones de
argentinos que desesperadamente han buscado la doble nacionalidad porque su
propio arraigo está en crisis. No creen en un solo arraigo y así prefieren a
Italia, Francia, España o Israel.
En todos estos casos
y otros que se nos escapan y que Uds. pueden agregar Argentina está tomada y
entendida “como paso”.
Pero en nuestro
criterio existe otro sentido, otra interpretación de este paso y es el de
Argentina como puente.
Es la de nuestros
criollos que son, como dice el gran Lugones, quienes fueron los verdaderos
conquistadores de la Pampa ,
y no el español como nos lo pintan los libros de texto. Estos criollos son la
genuina raza originaria de América, que bajo las formas de huaso, gaucho,
llanero, montubio, jíbaro, ladino, charro, cholo, etc., dieron un tipo humano
original al mundo.
La de los inmigrantes
que actuaron con “grandeza de alma”, principalmente españoles e italianos, que
se arraigaron con grandísimo esfuerzo personal y familiar y que nos dejaron en
cada pueblo esa grandeza artística que son los hermosos edificios de las
asociaciones italianas y españolas.
La de los pobres
misioneros, Buodo, Burela, Brochero, Solano y tantísimos otros, que predicaron
con ocasión o sin ella el evangelio, que les costaba un Perú hacerse entender.
Y que gastaron toda su vida en ello sin recibir nada a cambio.
Del trabajo
educacional, continuo y regular, del maestro como profesión de sacrificio que
dio unos resultados extraordinarios en todo el ámbito de la República , con una
capacidad de lectura que llegó a ser única en América.
La conjunción de
estos esfuerzos construyó la cabeza de puente que es Argentina con respecto no
ya al Pacífico sino a Europa. Donde hasta ahora teníamos en España y en Italia
nuestros mejores aliados y, figurativamente, la otra cabeza del puente. Pero
que desde hace unos días nomás, tenemos un Pontífice, un “hacedor de puentes”
con el Papa Francisco.
Es paradójico.
Mientras Argentina va llegando a la plenitud de su sentido metapolítico dentro
de la historia del mundo, en su interior se desatan todos los demonios. Y esto
lo vemos a dos puntas: Por un lado se lo difama pública y notoriamente al “Hacedor
de puentes” y al mismo tiempo su dirigencia política, social, cultural y
económica está llegando a la plenitud de su desatino y desvarío, donde: nadie
gobierna nada.
Hoy, como afirmó
acertadamente el sociólogo Eduardo Fidanza: la crisis política se mide en vidas
humanas. “No puede ser que un gobierno que hizo del pueblo su causa central lo
deje liberado después a la delincuencia, las inundaciones, los accidentes, la
corrupción, el narcotráfico, las mafias.”
En politología hoy se
distingue en el orden internacional entre Estados con poder duro por su
capacidad tecnológica, industrial, militar, financiera y comercial y Estados
con poder blando por su capacidad cultural o simbólica. Y Argentina es el
típico Estado con poder blando. En el fútbol (la religión de las masas) con Messi y Maradona. El lucimiento social
(Máxima de Holanda). El poder espiritual (el Papa Francisco). Esto es parte de
lo que constituye el poder blando o suave y sobre lo que la nueva dirigencia
argentina tendrá que trabajar para buscar una inserción en el mundo. Atrás
vendrá la venta de productos.
El único aspecto del
poder duro que hoy tiene Argentina, que está en acto, se encuentra en el
aparato agroindustrial, sobre todo en los “contratistas cosecheros”, que
producen 35.000 millones de dólares al año.
Otro aspecto del
poder duro pero que está “en potencia” y que es menester contribuir a su
desarrollo exponencial es la investigación nuclear aplicada.
Bueno, estas son sólo
algunas sugerencias para comenzar a reflexionar. Muchas gracias.
1. Charla dada ante
un grupo de jóvenes sindicalistas, políticos y empresarios Buenos Aires,
4/4/13.
2. Metapolítica, Ed. Il Foglio, Piombino (Italia), 2009
3. Recién sesenta
años después, el 13 de febrero de 1579 aparece frente a las costas de El Callao
(Perú) el Golden Hind de pirata inglés Francis Drake. Claro está que no fue un
mérito de él sino de sus timoneles que eran portugueses, y que navegaban sobre
el mapa del Estrecho robado a la capitanía de Chile que había realizado puntillosamente por Juan Ladrillero
en su viaje de 1557.
InformadorPúblico,
14-4-13