lunes, 3 de junio de 2013

DROGAS Y MENORES EN RIESGO


En el Hospital de Niños de la ciudad de Córdoba, el 52 por ciento de los menores en los que se ha diagnosticado intoxicación con drogas –legales e ilegales– en los últimos años tiene menos de 14 años, y un 10 por ciento de ellos apenas tiene de 8 a 10 años. Los datos, por demás preocupantes, surgen de una investigación académica realizada por la jefa de Toxicología del Hospital, Nilda Gait.
La muestra analizada es de 414 casos registrados entre 2003 y 2011 y, al igual que otras investigaciones, detecta cómo ha bajado la edad de iniciación para el consumo, que ya se encuentra en los 13 años.
En cuanto a los ámbitos donde se produjo, el 53 por ciento lo hizo en la vía pública, pero un llamativo 37 por ciento consumió en su casa. Si sólo un siete por ciento se drogó en la escuela, tal vez no sea por los controles que el sistema educativo ejerce sobre niños y jóvenes, sino porque el 13 por ciento de los intoxicados no concluyó el primario y el 65 por ciento abandonó la escuela en el ciclo básico del secundario.

Como motivaciones principales para consumir drogas, los pacientes señalaron al grupo de amigos (45 por ciento) y los problemas familiares (35 por ciento).
El perfil de este consumidor que demanda atención médica de urgencia por intoxicación es el siguiente: tiene, en promedio, 13 años; por lo general, no está escolarizado; consume junto con sus amigos o motivado por ellos; uno de cada tres asocia distintos problemas familiares al consumo. Si a eso sumamos que se recurre a un hospital público para su atención, no es difícil imaginar que ese menor, si no es pobre, pertenece a los sectores menos favorecidos económicamente.

El diagnóstico es claro y de sentido común: estos niños necesitan contención y educación. Y sus pares, tanto aquellos que todavía no han consumido como los que aun habiendo consumido no llegaron al nivel de intoxicación que requiere intervención médica, además necesitan un programa eficaz de prevención.
Contención, educación y prevención es lo que realiza la Escuela Rodolfo Walsh, de la capital provincial, a través de sus talleres quincenales de promoción de la salud, que reúnen a docentes, padres, estudiantes y especialistas. El proyecto surgió como respuesta al creciente impacto de las adicciones entre los alumnos y a cierta resistencia de los padres a reconocer que sus respectivos hijos están en riesgo. Proyecto plausible, hay que decirlo, pero que depende del acotado número de voluntades que puedan sumarse en una comunidad educativa.

La pregunta es qué espera el Estado para asumir las responsabilidades que le corresponden en la materia. Porque si se cruza el perfil del intoxicado con datos estadísticos de pobreza y deserción escolar, podría estar en riesgo casi la mitad de los menores que viven en Córdoba.


La Voz del Interior, 3-6-13