POR DANIEL VITTAR
En medio de la
controversia por el masivo espionaje estadounidense en la Web y en las redes
telefónicas, el enigmático director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Keith
Alexander, hizo una inusual aparición pública en la famosa cumbre de hackers
BlackHat donde justificó la necesidad de
aplicar los programas de vigilancia como única alternativa para evitar
atentados. “ Los terroristas viven entre nosotros ”, argumentó.
El general de cuatro
estrellas dio su conferencia vestido de uniforme, y enfrentando en un principio
las ironías y abucheos de los piratas cibernéticos que veían en él la
representación del poder. Sin embargo, con habilidad supo ganarse a la peculiar
audiencia de esta cumbre de la industria de seguridad informática que reunió a
principios de esta mes en Las Vegas a 7.000 expertos de todo el mundo. Su
audacia tuvo frutos: terminó siendo aplaudido calurosamente.
Alexander reconoció que los programas de
ciberespionaje se inmiscuyen en la intimidad de la gente, pero aseguró que se
hace bajo un estricto control político. “La mayoría supone que nuestra gente
está por ahí haciendo tejes y manejes, pero nada podría estar más lejos de la
verdad. Tenemos un enorme control sobre estos programas. Podemos auditar correctamente
las acciones sobre nuestro pueblo, y vamos a hacer eso”, dijo.
Para ejemplificar lo
que decía, citó a su propia familia. “ Tengo cuatro hijas. ¿Se creen que puedo
interceptar sus correos electrónicos?
No, las limitaciones
técnicas están ahí. Si alguien en el NSA tratar de eludir los controles a
despecho de la política, tendrán que rendir cuentas”, sostuvo.
Entre los datos
puntuales que dio, figura el siguiente: “No tenemos un cien por ciento de
vigilancia.
Sólo 35 analistas de la NSA tienen autoridad necesaria
para consultar una base de datos de los registros telefónicos de EE.UU.”
Alexander no tuvo ningún recelo en meterse en la guarida de los profesionales
cibernéticos, que por lo general mantienen una pésima relación con las
autoridades. Sobre todo en este momento en que la mayoría de ellos respaldan y
elogian la actitud del ex técnico de la
CIA y la NSA ,
Edward Snowden, quien reveló el descomunal sistema de espionaje montado por los
servicios estadounidenses. Antes de la llegada del militar había un gran nivel
de tensión. Inclusive la seguridad había confiscado huevos que, se presume,
iban a ser lanzados contra él.
Pero ocurrió todo lo
contrario. Con cautela y elogios, y algunos chistes aislados, los fue conquistando.
“Ustedes son la cumbre de talentos técnicos más grande del mundo. Quiero que
nos ayuden a hacerlo mejor”, les propuso. Y luego continuó: “Se dice que
estamos recogiendo todo tipo de información. Eso no es cierto.
Sin nombrar a
Snowden, se refirió al polémico caso. Aseguró que las filtraciones del ex
técnico informático beneficiaron a las agrupaciones terroristas. “ El daño a
nuestro país es significativo e irreversible ”, dijo, sin dar mayores detalles.
“Nuestra tarea –insistió– es la defensa de este país, salvar vidas, apoyar a
nuestras tropas en combate. Es nuestra responsabilidad proporcionarles la
información que necesitan para sobrevivir y para ir tras el enemigo”.
En el razonamiento de
su discurso, Alexander señaló que la modernización de los sistemas les permiten
dar respuesta a las necesidades actuales. Antes,
dijo, la comunidad de Inteligencia no pudo “conectar los puntos” esenciales
para evitar los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas.
Ahora, enfatizó, los nuevos programas de ciberespionaje frustraron 54
actividades relacionadas con el terrorismo, incluyendo 13 en los EE.UU. Por ahora
los hacker le creyeron, y Alexander ganó una pequeña batalla interna.
Clarín, 11-8-13