La colaboración se
lleva a cabo conforme a un contrato voluntario, no en base a citaciones u
órdenes judiciales que obliguen a la empresa a participar, según las fuentes.
Esta estrategia
agrega una nueva dimensión al debate sobre el espionaje que lleva adelante el
gobierno y la privacidad de los registros de comunicaciones, que estuvo
centrado en los últimos meses en los programas de la Agencia Nacional
de Seguridad (NSA según su sigla en inglés). La revelación agrega una nueva luz
a las conexiones entre funcionarios de inteligencia y proveedores de servicios
de comunicaciones. Y muestra también la forma cómo organismos que van más allá
de la NSA
utilizan este gran cúmulo de información –registros de la fecha, duración y
números telefónicos involucrados en una llamada– para analizar los vínculos
entre las personas a través de programas regulados por una red errática de
normas legales, procedimientos y vigilancia.
Como la CIA tiene prohibido espiar las
actividades locales de los norteamericanos, el organismo impone salvaguardas de
privacidad para el programa, aclararon los funcionarios, que pidieron mantener
su identidad en el anonimato. La mayoría de los registros de llamadas que
aporta AT&T incluyen llamadas internacionales, pero cuando la empresa
entrega registros de llamadas en las que uno de los involucrados está en
Estados Unidos no revela la identidad del estadounidense y oculta varios
dígitos de su número telefónico, explicaron los funcionarios.
De todos modos, la CIA puede derivar esos números
que no se revelan al FBI, que puede luego emitir una citación administrativa
exigiendo a AT&T la entrega de esa información censurada.
Este acuerdo muestra
que este tipo de actividades no están limitadas a la NSA y que la cooperación es
voluntaria a veces.
Clarín, 8-11-13