miércoles, 18 de diciembre de 2013

CAMBIOS DE GABINETE Y RE-ENDEUDAMIENTO PÚBLICO



Por Héctor GIULIANO 

15.12.2013


La aparente tranquilidad de los mercados bursátiles y las noticias periodísticas no se corresponde con la gravedad objetiva de la situación financiero-fiscal argentina.

Aclaremos la idea: no se corresponde a menos que los cambios y las medidas que se están tomando a nivel de gobierno ya estén predeterminadas y en consonancia con los intereses del establishment financiero - ligado esencialmente al negocio de la deuda pública - en cuyo caso sí se explica la tranquilidad citada.

El objeto de este trabajo es analizar la validez de esta hipótesis, que tiene bases ciertas aunque hasta ahora no se cuenta con anuncios claros y concretos sobre las acciones a seguir por parte de la administración Kirchner en esta nueva etapa suya de gobierno.


CUADRO DE SITUACIÓN.

En las últimas semanas se ha producido un cambio de clima político en la Argentina: la licencia de la presidenta, los resultados electorales con el avance del para-oficialismo Massa y el desistimiento de una posible re-reelección de CFK abrieron un paréntesis en las tensiones económicas-financieras y políticas en el país.

La reciente crisis policial y los saqueos producidos días pasados en varias provincias han introducido un interrogante dentro de este cuadro pero, en principio, se entiende que la situación pasaría a ser controlada, aunque gracias a concesiones salariales que empeorarían más todavía el déficit fiscal de la mayoría de las provincias y también el déficit creciente del Estado Central. 

El relajamiento relativo del ambiente político, sin embargo, no mejora el cuadro de situación financiera del Estado Argentino, que sigue tanto o más comprometido que antes en medio de una nueva Crisis de Deuda Pública: una crisis estructural por iliquidez y por insolvencia que sigue siempre vigente pero de la que nunca se habla como tal.

El manejo controlado de la opinión pública ha venido ayudando mucho en el ocultamiento de la gravedad de este panorama, lo que es producto - como siempre - de la colaboración y complicidad conjunta de oficialismo de turno, partidos con mayor representación parlamentaria y grandes medios de comunicación. 

Pero lo concreto es que este “cambio de clima” no altera ninguno de los problemas básicos o de fondo que arrastra el gobierno Kirchner y sobre los cuales “alguien” tiene que “ponerle el cascabel al gato”, es decir, alguien tiene que tomar decisiones concretas, por lo menos en tres ámbitos prioritarios:

1.         Inflación y retraso cambiario, que están íntimamente relacionados entre sí.

2.         Posición de Reservas Netas del Banco Central (BCRA), que se encuentra en estado de “alerta roja” frente al desequilibrio de la Balanza de Pagos y, particularmente, frente al perfil de vencimientos de la Deuda Externa, Pública y Privada. 

3.         Fin de los superávits gemelos – fiscal y externo - que han pasado a un fuerte déficit creciente del Estado y a una neutralización del saldo de la Balanza de Pagos.

Las tres cuestiones planteadas están directamente vinculadas con la nueva Crisis de Deuda que vive el país:

-           La Inflación aumenta por emisión de dinero del BCRA para sostener los servicios de la Deuda Pública – vía Adelantos Transitorios al Tesoro, impresión de billetes para compra de Reservas y rescate de dinero emitido a través de Lebac/Nobac – y también aumenta por incapacidad del Gobierno para controlar los aumentos de precios y servicios de la Economía.

-           El atraso cambiario relativo  se mantiene como intento de “ancla inflacionaria” pero también – y muy especialmente - como requisito de pago de los servicios de la deuda externa y (tema conexo tanto o más muy importante hoy) como garantía de pagos futuros para la contracción de nuevos créditos.

La posición de reservas internacionales netas ha llegado así al límite de seguridad financiera del BCRA después de haber utilizado sus divisas en gran escala para el pago de la deuda externa con terceros – Organismos Multilaterales de Crédito (OMC) y Acreedores Privados – y de haber permitido salir miles de millones de dólares al exterior.

Tales son los problemas concretos básicos derivados del sistema de la Deuda Pública que las autoridades tienen que afrontar en la actualidad.

Con una particularidad: que ninguno de estos problemas que afectan hoy al gobierno – cualesquiera sean los antecedentes o cuestiones de arrastre en cada caso – son imputables a “herencias” recibidas de otras gestiones sino productos generados por las políticas de la propia administración Kirchner.  

En trabajos anteriores recientes ya hemos tocado y/o desarrollado la mayoría de estos temas, por lo que acá sólo nos vamos a limitar a plantear algunas de las novedades que se han producido hasta la fecha.


I. INFLACIÓN Y RETRASO CAMBIARIO. 

En condiciones “normales” la devaluación monetaria se traslada al sistema de precios y provoca inflación, a través de un proceso que se retro-alimenta.

Es más infrecuente, en cambio, que la inflación conviva con un retraso cambiario, como es el caso de la Argentina hoy.

Hasta hace poco tiempo el ritmo inflacionario en la Argentina – la inflación real, no la oficial del INDEC - era superior al ritmo devaluatorio, lo que venía provocando una apreciación real del peso.

Pero en los últimos tiempos – como hemos explicado - esta tendencia se ha revertido y así hoy el ritmo de devaluación del peso es superior al de la inflación anualizada (hablando siempre en términos de la inflación real).

De mantenerse esta tendencia – al menos en el corto y mediano plazo – el gobierno Kirchner pudiera estar aspirando a lograr una suerte de nueva “tablita cambiaria” donde el tipo de cambio nominal se coloque en línea convergente con la inflación real.

Pero - en el caso de esta supuesta tablita - ¿a qué tipo de cambio nos estamos refiriendo?

Conforme las pocas noticias disponibles, se deduce que sería el dólar “contado con liquidación”, que se usa para arbitrar la venta y compra de títulos en dólares en la plaza local y en el extranjero: venta de bonos dolarizados en Buenos Aires y compra simultánea de bonos en Nueva York. Un procedimiento que constituye una de las vías legales más relevantes de salida de divisas.

Para contener y/o bajar el precio de este dólar implícito por arbitraje las principales agencias del Estado – caso ANSES, BCRA y BNA – están vendiendo parte de sus títulos públicos en cartera.

Estas ventas de bonos significan traspasar Deuda intra-Estado a Deuda con Terceros (un proceso inverso al que se venía siguiendo hasta ahora con la Política de pagos de la Deuda Externa con Reservas internacionales del BCRA), desprendiéndose así el gobierno de los mismos a precios comparativamente baratos.

Esta alternativa no constituiría una solución en sí misma del problema inflacionario pero pudiera aspirar a cumplir la finalidad primaria de “estabilizar” el nivel de la inflación para poder llegar otra vez a un patrón de referencia estable peso-dólar (independientemente de la no convertibilidad del peso que rige en la actualidad después de la modificación de la Ley 23.928 y la Carta Orgánica del BCRA).

Tal nueva paridad, en los hechos, deviene un requisito indispensable para poder volver a colocar deuda en el mercado internacional de capitales.


II. ENCERRONA FINANCIERA FISCAL.

Como lo hemos destacado muchas veces, el mito del Modelo K – un eslogan de “crecimiento con inclusión social” – terminó junto con la bonanza de los superávits gemelos: fiscal y externo.

Hoy, por el contrario, la Argentina tiene déficit fiscal creciente y balanza de pagos negativa.

No existen expectativas confiables de que el gobierno pueda revertir esta situación a corto plazo:

a)        En materia fiscal, las autoridades vienen desarrollando un plan de ajuste encubierto, que se da más por la vía de los ingresos – esto es, por aumento de la presión tributaria directa (Nación, Provincias y Municipios), impuesto inflacionario, retraso de los mínimos no imponibles e incremento de precios y tarifas de los servicios públicos, con su alto componente impositivo – que por la vía de reducción del Gasto Público (caso subsidios y salarios/jubilaciones, por ejemplo); pero los resultados correctivos son notoriamente insuficientes frente al alto crecimiento de los gastos – particularmente el pago de los servicios de la deuda pública – que actúan como determinantes del déficit fiscal.

b)        En cuanto al Sector Externo, la Balanza de Pagos presenta ahora un desequilibrio estructural porque el saldo comercial favorable (menguado hoy por las importaciones energéticas) se neutraliza y deviene negativo por efecto de la salida de divisas por servicios de la deuda externa y por giro de utilidades privadas al exterior, además de las salidas por Turismo y por la cuenta Capital/Financiera.  

Las principales acciones inmediatas para contener la Inflación – según se deduce de lo adelantado por el Jefe de Gabinete de Ministros (JGM) Capitanich – serían: 1. Convenio Gobierno-Empresas para frenar el ritmo de aumento de los Precios de un centenar de bienes y servicios, 2. Acuerdo con los Sindicatos para que éstos acepten en las próximas paritarias aumentos de Salarios por debajo de la inflación real, en línea con una futura inflación esperada más baja, y 3. Desarrollo de proyectos de obras públicas e infra-estructura con financiamiento externo, para reactivar la Economía y el Empleo.

De lograrse estos acuerdos de base, se confiaría en que la Tablita de convergencia devaluación-inflación pudiera funcionar, aumentando gradualmente el ritmo devaluatorio sin fuerte traslado a precios.

Pero este logro es bastante incierto y tardío ante la actual realidad argentina.

Ciertamente, algunos sectores empresarios tendrían que contener sus comportamientos especulativos en el mercado (remarcaciones arbitrarias, cambios de envases, invención de segundas marcas, desabastecimientos relativos, etc.) pero, sobre todo, los gremios debieran aceptar niveles de incremento de remuneraciones según expectativas de inflación y aumentos por productividad.

El sector asalariado (formal e informal) y también el sector pasivo (jubilados/pensionados), deberían afrontar así – en lo inmediato - una merma en los ingresos reales, producto de la citada contención de salarios, del proceso de devaluación de peso superior a la inflación interna y del aumento en curso de la presión tributaria efectiva.

Esta descompresión de los ritmos de aumento en los ingresos trataría de frenar la espiral precios-salarios y pudiera ser presentada como un período “transitorio” de consensos económicos y sociales a la espera de una contrapartida dada por incrementos en la Producción y el Empleo bajo condiciones de relativa estabilidad de mercado.

Sin embargo, tal escenario económico es muy difícil de maniobrar políticamente, carece de resortes gubernamentales propios de verdadera decisión y control, se plantea bajo condiciones de precaria debilidad política de las autoridades y está marcado por reacciones tardías e inoperantes.

Teóricamente un consenso de esta naturaleza sólo pudiera ser posible contando con el apoyo y la benevolencia de los distintos sectores políticos, empresarios y sindicales involucrados, pero a ello se contrapone el agravamiento cuasi-insalvable de las restricciones derivadas de la nueva Crisis de Deuda que arrastra el gobierno Kirchner.


III. DEUDA Y RE-ENDEUDAMIENTO.

La nueva crisis de deuda que vive la Argentina es consecuencia del fracaso del Megacanje Kirchner-Lavagna del 2005-2010.

Esa reestructuración de deuda – que fue presentada en su momento (y lo sigue siendo hasta la fecha) – como un éxito de negociación  resultó, en cambio, un fracaso, como todas las grandes operaciones de canje de títulos que la precedieron (Megacanje De la Rúa-Cavallo 2001, Plan Brady Menem-Cavallo 1992-1993, Acuerdos de Nueva York Alfonsín-Sourrouille-Brodersohn 1985-1987, etc.).

Cuando la Argentina amenazaba entrar nuevamente en cesación de pagos, la administración Kirchner – bajo la gestión Boudou – apeló primero a la estatización de las AFJP (que es plata de los jubilados) para poder atender los servicios de la Deuda y luego – sobre la base del antecedente de pago efectuado al FMI de Enero 2006 y la autorización análoga dada para con el Club de París en 2008 – pasó a utilizar en gran escala las reservas internacionales del BCRA con la misma finalidad para el pago de todas las deudas en moneda extranjera (salvo las que pasaban a formar parte de la Deuda intra-Estado).

Esto llevó a la conformación de una muy importante Deuda intra-Estado , tan elevada como impagable, que sirvió para desagotar o descongestionar deuda pública con terceros – OMC y Acreedores Privados – a costa de la descapitalización del BCRA, del desfinanciamiento de la ANSES y del desvío de fondos de sus destinos específicos de toda una serie de agencias del Estado (BNA, AFIP, FFRE, Lotería, PAMI, etc.).

Como lo venimos advirtiendo hace tiempo, la política de pago de la deuda externa con reservas internacionales y de cobertura de vencimientos de la deuda en general con Deuda intra-Sector Público estaba llegando a su límite de endeudamiento. Y a ese tope, como era inevitable, ya se ha llegado.

En consecuencia, la administración Kirchner ha entrado ahora en una nueva etapa de conversión o “lavado” de deuda – es decir, cambio de obligaciones actuales  ilegítimas, irregulares y/o directamente contraídas sin capacidad de repago, por nuevos pasivos – lo que implica el comienzo de un cambio o replanteo notable de la política declarada seguida hasta el presente:

a)        Pago de juicios contra el Estado con  títulos públicos (reclamos ante el CIADI, negociaciones con los Holdouts y acuerdo con Repsol por la expropiación de las acciones de YPF).

b)        Arreglo de la deuda externa con los países del Club de París, que conlleva la normalización de relaciones con el FMI (revisiones del artículo IV del Estatuto y modificación de las estadísticas con el nuevo IPC Nacional). 

c)         Nuevos paquetes de crédito con OMC: programas trienales de Estrategia de Asistencia al País del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) – por unos 3.000 MD cada uno – y más proyectos con financiación de la Corporación Andina de Fomento (CAF).

d)        Paquete de acuerdos con China – en curso de negociación - para el financiamiento de obras públicas y de infraestructura por un monto total de 20.000 MD.

e)        Utilización de los bonos BAADE – originalmente habilitados sólo para el Blanqueo de Capitales – como fuente de endeudamiento general (unos 500 MD).

f)          Toma de nueva deuda en Letras de corto plazo del BCRA (4-6 meses) para obtener adelanto de divisas por parte de empresas cerealeras (por unos 2.000 MD).

g)        Aumento del endeudamiento “lateral” o indirecto del Estado a través de la toma creciente de préstamos por parte de Empresas Públicas, Organismos Nacionales y Fondos Fiduciarios (con YPF  a la cabeza) , con avales del Tesoro Nacional.

h)         Aumento del endeudamiento “lateral” de Provincias y Municipios – CABA, Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Chaco, etc. – también con autorización y garantía del Estado Central.

i)          Aceleración de las expectativas y planes de colocación de nuevos bonos del Estado Argentino en el Mercado de Capitales.

Todos estos pasos están en línea con la instrumentación de la Hoja de Ruta Boudou, que planteaba la necesidad de liquidar la cuestión de los holdouts y llegar a un nuevo arreglo con el Club de París para poder volver al Mercado internacional de Capitales, esto es, para volver a tomar más Deuda externa (que era, en definitiva, el objetivo del fracasado Megacanje Kirchner-Lavagna de 2005).

Para acelerar los pasos en esta dirección se dictó ahora el Decreto 1935, del  28.11.2013, que crea dentro del Ministerio de Economía (MECON) la llamada Unidad de Reestructuración de la Deuda, que pasa a entender en todas las renegociaciones de las obligaciones financieras del Estado, y que estará a cargo  del ex ministro Lorenzino (quien desempeñará esas funciones con carácter “ad honorem”).

No se tiene ninguna información sobre las gestiones en curso en esta materia  porque las negociaciones de deuda son secretas.


CONCLUSIONES.

En la actualidad, se habla de la apertura de una etapa de transición hasta el 2015, que es el fin del mandato CFK; pero ¿qué significa “transición”? o, para decirlo en forma más simple: ¿transición de dónde a dónde?

La Argentina se encuentra inmersa hoy en una nueva y grave crisis de Deuda, una crisis por iliquidez y por insolvencia del Estado frente a una Deuda Pública impagable. Una deuda que este gobierno – como todos los anteriores – ha venido, soslayando y ocultando pese al aumento de los montos y la concentración creciente de sus vencimientos.

Ahora que la administración Kirchner agotó virtualmente sus recursos extraordinarios vía Deuda intra-Estado, o sea, traspasando al Sector Público – en sus distintas agencias - la mayor parte de la deuda impagable.

Ahora que se habría llegado al límite del vaciamiento de reservas del BCRA, al tope de la sustracción de fondos de la ANSES, a la riesgosa acumulación de préstamos del BNA al Tesoro y al desvío de disponibilidades de caja de las diversas agencias del Estado.

Ahora que el gobierno se quedó sin reservas netas y atado a compromisos externos crecientes por vencimientos de capital, pago de intereses, pago de cupones PBI, indexación de deudas en pesos, pérdida de juicios y arbitrajes en cadena, etc.

Ahora, siguiendo la teoría de la “pera madura”, viene la etapa del re-endeudamiento: el gobierno prepara la vuelta al Mercado de Capitales controlado por los banqueros del Club de la Deuda Pública que regresan así dispuestos a recoger el fruto preparado por y durante la gestión de las actuales autoridades.

Este endeudamiento implica un nuevo paso dentro de la trampa de Deuda Perpetua donde los vencimientos se cubren íntegramente con nuevas obligaciones y además se toma más deuda.

Hoy se ha creado una falsa imagen de proximidad del fin de mandato presidencial pero todavía faltan dos largos años de toma de decisiones hasta esa fecha; y la nueva crisis de la Deuda y los desequilibrios financieros que la misma conlleva (inflación, retraso cambiario, aumento del gasto público, déficit fiscal, desbalance de pagos, etc.) requieren medidas correctivas o de ajuste fiscal urgentes donde no se dispone de mucho tiempo para la toma de esas decisiones oficiales.

Es posible así que, pese a los discursos exitistas, las declaraciones suficientes y los anuncios periodísticos aperturistas, al gobierno K se le plantee en realidad un angustioso período de prueba para “pasar el verano”, afrontando una rápida fase de replanteos y de cambios en la política y en el discurso que ha llevado hasta el presente.

Una administración debilitada es siempre proclive a mayores concesiones y el gobierno Kirchner parece haber entrado en esa variante, en la  cual el sistema de la Deuda conduce el “modelo” y cuyos ejemplos paradigmáticos serían hoy YPF como nueva fuente de endeudamiento público (pasivos heredados por 9.000 MD, necesidades de financiamiento por 37.000 y pago con bonos de las acciones de Repsol por unos 5 ó 6.000 MD) y el propio Estado Central con su vuelta al Mercado de Capitales.

Restaría sólo saber quién será, en definitiva, el piloto esta “transición” hacia el re-endeudamiento público: si será la actual administración CFK, controlando la situación y ofreciendo resultados durante el Verano, o si su fracaso en controlar la nueva Crisis de Deuda dará lugar anticipadamente a que esta transición la pilotee otro gobierno. Pero en uno u otro caso, el camino hacia el re-endeudamiento argentino ya está marcado.-