Narcotráfico: el
Ejército busca apoyo de EE.UU.
[Al margen de las reales intenciones que pudieran tener las autoridades nacionales, no deja de ser alentador que se reconozca públicamente lo que hemos sostenido desde este blog: la guerra contra el narcotráfico exige la participación activa de las Fuerzas Armadas.]
Por Daniel Gallo
Decidido a dar sus
primeros pasos en la lucha contra las drogas, el Ejército busca el apoyo de los
Estados Unidos para combatir a los narcos. Luego de la orden inicial de la Presidenta para
desplegar unidades militares en la frontera norte, el recientemente ascendido
teniente general César Milani procura la asistencia tecnológica del Comando Sur
norteamericano para fortalecer los patrullajes terrestres. Y está cerca de
conseguir 35 vehículos blindados Hummer para exploración, varios de los cuales
serán asignados a perseguir el tráfico de drogas.
El propio jefe del
Ejército mencionó el proyecto durante un discurso realizado a fines de
noviembre en Campo de Mayo. El permiso oficial para involucrar a los militares
en la lucha contra el narcotráfico es considerado por Milani "una
inmejorable oportunidad" para conseguir nuevos equipos militares, tal como
repitió más de una vez ante las formaciones de tropas.
La semana pasada, la
presidenta Cristina Kirchner prorrogó la participación militar en la lucha
contra las drogas hasta diciembre de 2014. En el llamado operativo Fortín II,
el Ejército participa con elementos de las Brigadas de Monte III y XII y la Brigada de Montaña V.
Además, se abrió en Tartagal una sección de inteligencia dedicada sólo a
conseguir información sobre grupos narco.
Pero el operativo
colisiona con un serio tropiezo: las leyes de seguridad interior y de defensa
prohíben a los militares participar en acciones policiales, como es la lucha
contra el narcotráfico.
Las unidades del
Ejército que patrullan la frontera norte se mueven por zonas alejadas de las
poblaciones, por ahora, aunque con los refuerzos de vehículos blindados
previstos se harán más visibles sus acciones.
"En esta misión
tan importante la inteligencia militar tiene un rol protagónico de apoyo a las
fuerzas de tarea y equipos de combate desplegados en el terreno,
proporcionándoles la información necesaria para que puedan planificar y
ejecutar eficazmente sus patrullas", dijo Milani durante su discurso en el
día de la tropa de inteligencia.
Mencionó
concretamente a los "equipos de combate" que están desplegados contra
el narcotráfico, pese a que el ministro de Defensa, Agustín Rossi, siempre
afirma que los soldados dan sólo apoyo técnico a las unidades de Gendarmería.
La reglamentación de
la ley de defensa firmada en 2006 por el presidente Néstor Kirchner y la
entonces ministra de Defensa, Nilda Garré, cierra todas las posibilidades a las
Fuerzas Armadas para actuar siquiera como hipótesis o inteligencia sobre
situaciones que no sean generadas por un ejército regular enemigo, de un país
agresor.
El cambio de esa
reglamentación podría realizarse mediante otro decreto, situación que empezó a
ser analizada en las reuniones de coordinación entre autoridades políticas,
militares y fuerzas de seguridad, que empezaron a desarrollarse en septiembre
pasado.
A las tropas de Monte
Milani les prometió que en breve los participantes del Operativo Fortín II
contarán con nuevos equipos individuales y vehículos. Entre esas unidades se
desplegarán los Hummer pedidos al Comando Sur. Esa división norteamericana que
sostiene la relación con las fuerzas militares de la región tiene una histórica
posición favorable a la incorporación militar a la lucha contra las drogas.
Vehículos Hummer llegaron también a fines de los 90 como contrapartida al apoyo
argentino en la Guerra
del Golfo.
Las negociaciones del
Ejército y el Ministerio de Defensa con sus pares norteamericanos
descongelarían las relaciones castrenses tras el incidente en Ezeiza de febrero
de 2011. En ese momento se desató un escándalo con la acción del canciller Héctor
Timerman, que incautó un avión de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos y sensibles
equipos de comunicaciones bajo la acusación de tráfico de armas y terrorismo.
En realidad, esa aeronave transportaba personal norteamericano que debía estar
al frente de un curso para fuerzas de seguridad argentinas.
Los militares
argentinos mantuvieron, mientras tanto, las buenas relaciones con Washington; y
volvieron a designar a un general como agregado en los Estados Unidos luego de
que ese puesto fue degradado por el Ministerio de Defensa al rango de coronel
durante varios años, en señal de desagrado por las políticas militares
norteamericanas en la región. La orden presidencial para involucrar a los
militares en la lucha contra el narcotráfico puede ser entendida como un gesto
hacia los EE.UU.
Para el Ejército
representa un triunfo histórico, ya que no sólo la gestión de Milani tuvo en
mente quedarse con el control de las fronteras para relegar a la Gendarmería (que hoy
cuenta con 32.800 efectivos) a misiones de control social y policial. Esa idea
transita el Edificio Libertador desde el año 2000.
Por lo pronto, Milani
logró mostrarse puertas adentro como el militar con peso propio que consigue lo
que otros no pudieron. Y en todos sus discursos a las tropas habla de esa
recuperación del espíritu del Ejército, del protagonismo que tendrá su fuerza.
También expone señales de poder. El viernes pasado dejó finalmente la jefatura
de Inteligencia, que retuvo durante cuatro años mientras ocupaba el puesto de
subjefe y luego de jefe del Estado Mayor General del Ejército. Lejos de una
señal de debilidad, esa decisión es una muestra del control alcanzado en su
fuerza. Y hacia afuera, también.
Elevó el número de
generales de 38 a 55. Casi un general cada mil soldados. Incrementó su cúpula
sin provocar los naturales pases a retiro de generales de cada año. Uno de sus
generales de mayor confianza fue asignado al control directo del combate contra
las drogas. Y ahora busca el apoyo de Washington.