Por Leonardo Nieva
Perfil, 25/05/2014
El cartel de Sinaloa,
uno de los más poderosos y sanguinarios de México, sigue dando muestras de su
penetración en la
Argentina. Al secuestro de un cargamento con cocaína líquida
que partió del puerto de Buenos Aires y la detención de un narco mexicano en el
barrio porteño de Belgrano, se le sumó ahora el dato de un arrepentido que
cuenta cómo la organización capta a estudiantes avanzados de ingeniería química
e industrial para enviarlos a la
Argentina , Venezuela y Ecuador con el objetivo de
acondicionar la droga para distribuirla después en distintos puntos del
planeta.
El dato fue difundido
por el diario 24 Horas, de México, y replicado por otros medios como Universal
y Jornada. Según pudo saber PERFIL, el testigo declaró ante la Procuraduría General
de la República
(PGR) y aportó detalles de los operativos con nombres y precisiones de la
logística de una banda que domina el mercado global del narcotráfico.
“La información tomó
relevancia a partir del secuestro de dos mil litros de cocaína líquida que
fueron hallados en el interior de unos transformadores que llegaron a México
procedentes de la Argentina ”,
aseguró a este diario Arturo Angel, periodista de 24 Horas.
En un primer momento,
y ante el tenor de otras revelaciones aportadas por el testigo, los
investigadores pasaron el dato por alto. Según explicó el arrepentido, el
cartel no sólo “compra cargamentos de cocaína”, sino que además financia la
operación para que el envío llegue a destino.
Para asegurarse el
éxito del trabajo en territorios lejanos y desconocidos, seducen a estudiantes
de Ingeniería Química o Industrial mexicanos para introducirlos en el negocio
del tráfico de drogas. Con esto, lo que se evita es la intromisión de
especialistas ajenos a la organización.
En los estados
dominados por el cartel, como Sinaloa, Sonora y Durango, hay tres universidades
estatales que son las que más seducen a los soldados de Guzmán, especialistas a
la hora de camuflar los cargamentos (ver aparte).
Los policías que
interceptaron el container con los transformadores –en un operativo realizado
en el puerto de Yucatán, a mediados de abril pasado– no sólo se sorprendieron
por la habilidad demostrada a la hora de camuflar la droga –reemplazaron el
aceite dieléctrico (aislante) que llevan los transformadores eléctricos
trifásicos por un líquido que diluía la cocaína–, sino porque el envío había
sido supervisado por un hombre que tenía contactos directos con el cartel:
César Cornejo Miranda, alias Chacito, un mexicano de 52 años con conocimientos
en ingeniería industrial y mecánica que estaba viviendo en la Argentina desde 2012.
Chacito llegó con
órdenes directas de México. Se sospecha que, además, tenía nexos con policías y
hasta con personal aduanero. Lo que falló no fue su trabajo, sino un error en
los papeles que acompañaban el envío del container ZCSU-402195 que partió en el
barco MSC Michaela, de bandera panameña.
El mexicano es uno de
los seis procesados que tiene la causa que está a cargo de la jueza federal
Sandra Arroyo Salgado, entre los que sobresalen dos empresarios. Otro hombre de
negocios tiene pedido de captura internacional, mientras que desde la PGR de México y la Secretaría de Marina
buscan dar con los nexos de la banda a nivel local.
Viejos conocidos. El
desembarco de los hombres del Chapo Guzmán –preso desde febrero pasado– en el
país no es una verdad revelada por el secretario de Seguridad de la Nación , Sergio Berni, quien
hace una semana anunció que la droga oculta en los transformadores pertenecía
al cartel de Sinaloa.
Hace tres años,
Edgardo Buscaglia, reconocido analista internacional y asesor de la ONU en materia de crimen
organizado, reveló a PERFIL que los narcos mexicanos habían instalado sus bases
patrimoniales y productivas en el norte argentino, principalmente en las
provincias de Chaco, Formosa y Misiones. Según el investigador, el cartel
eligió Argentina para “diversificar sus posiciones” y “minimizar riesgos”.