Deuda con nuestra
Armada
Siete años se han
cumplido el mes último del incendio en alta mar que sufrió el rompehielos
Almirante Irízar, hecho que le impidió continuar el esencial servicio que
cumplía todos los años durante la campaña antártica, al posibilitar el recambio
del personal de nuestras bases y el reaprovisionamiento de éstas.
Desde entonces se han
invertido ya más de 500 millones de pesos en las reparaciones de este navío de la Armada nacional de
inconfundible silueta. Hoy, cuando la
Armada cumple un nuevo aniversario, corresponde recordar lo
ocurrido con este imprescindible buque y plantear por qué su reparación parece
no terminar nunca, mientras hubo que gastar 61 millones de dólares para
reemplazarlo por buques y helicópteros extranjeros. La tardanza reviste
gravedad porque el lapso transcurrido debería haber alcanzado para concluir
hace mucho las reparaciones, que se llevan a cabo en el astillero Tandanor.
Las demoras para el
regreso al servicio de la embarcación no pasaron inadvertidas y diputados de la
oposición han insistido con un pedido de informes al Poder Ejecutivo, realizado
por el diputado radical Julio Martínez.
En forma
extraoficial, una alta fuente del Ministerio de Defensa confió a la nacion que
se estimaba que a comienzos del segundo semestre la nave podría ser sometida a
las primeras pruebas de navegación tras las reparaciones.
La excesiva tardanza
también es motivo de preocupación porque los fondos empleados en el alquiler de
buques de otras banderas para poder llevar a cabo el reabastecimiento de las
bases antárticas podrían haber dado origen a posibles negociados durante la
gestión de Arturo Puricelli al frente de Defensa. La Justicia investiga si se
han cometido delitos con las contrataciones.
Así, tras una
licitación, el buque de bandera holandesa Timca cumplió funciones en febrero de
2012 en Puerto Belgrano, pues faltaba reabastecer a las bases Orcadas,
Marambio, San Martín, Esperanza y Carlini. Ante la emergencia, el Ministerio de
Defensa aprobó medidas desesperadas, como el alquiler de urgencia y por
contratación directa de un crucero para el transporte del personal a la base
San Martín. El crucero de lujo Polar Pioneer, que suele navegar en el verano
entre Ushuaia y la Antártida
para excursiones turísticas, fue incorporado aquel año a la campaña antártica,
en momentos en que el ministro Puricelli sostenía que todo se desarrollaba
normalmente.
Trade Baires, la
empresa que perdió la licitación mediante la cual se contrató al Timca,
denunció ante la
Oficina Anticorrupción que se trató de una "licitación a
medida" y con serias irregularidades. En aquel entonces estaba previsto
que cada día extra de empleo del Timca demandaría un pago de 100.000 dólares.
Hay que agregar que, en un principio, el contrato para las reparaciones en
Tandanor ascendía a 325 millones de pesos. Posteriormente, contratos
adicionales elevaron la cifra a 533 millones de pesos.
No caben dudas de que
el actual ministro de Defensa, Agustín Rossi, ha heredado este pozo sin fondo
que es la puesta a punto de nuestro rompehielos. Pero también es cierto que lo
ocurrido con ese buque tras su siniestro, tanto en lo que hace a los siete años
de demoras como a las sospechas sobre irregularidades, obedece a la mezcla de
indiferencia y menosprecio que el kirchnerismo ha manifestado por las Fuerzas
Armadas, su equipamiento y su capacitación, sumado a la falta de políticas para
esas fuerzas.
Los indispensables
servicios que ha brindado el rompehielos Irízar, y que debe volver a brindar a
la brevedad, trascienden la esfera de las Fuerzas Armadas debido a las
importantes labores científicas que llevan a cabo en nuestras bases tanto los
científicos civiles como los efectivos de nuestras Fuerzas Armadas.
Según cálculos de
expertos en la materia, si se suma lo que el Estado ha gastado hasta el momento
en las reparaciones y las contrataciones de naves y equipos extranjeros, la
suma alcanzaría para comprar cuatro rompehielos usados en buenas condiciones.
Por lo tanto, es preciso encauzar la bola de nieve en que se ha transformado
este problema por el camino de la máxima racionalidad y la mayor de las
transparencias.