Nuestra visión del problema (*)
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Rubén Aguilar
Valenzuela
El economista (México),
15 Junio, 2014
El Premio Nobel de
Economía 1992, Gary S. Becker, que enseña en la Universidad de
Chicago, y el también profesor de economía en la misma universidad, Kevin M.
Murphy, dieron a conocer en enero del 2013 su posición sobre la legalización de
las drogas en un ensayo que apareció en The Wall Street Journal.
Los economistas
estadounidenses plantean que “la despenalización de todas las drogas en EU
sería un paso positivo en la dirección contraria a la guerra contra las drogas”
y ven como importante que en su país distintos estados hayan iniciado la
legalización de la mariguana.
Ellos reconocen que
“si bien la legalización del consumo de las drogas tendría muchos beneficios,
no bastarían para reducir por sí solos los numerosos costos de la guerra contra
el narcotráfico”, porque esos costos “no disminuirían en forma significativa a
menos que se despenalizara la venta de las drogas”.
Argumentan que “la
completa legalización en ambos lados del mercado bajaría el precio de las
drogas, reduciría el papel de los delincuentes en la producción y venta de las
drogas, mejoraría la calidad de vida de muchos barrios marginales, incentivaría
a más estudiantes de minorías étnicas en EU a terminar su educación secundaria
y aliviaría sustancialmente los problemas en México y otros países involucrados
en el suministro de drogas”.
Añaden que “también
reduciría en gran medida el número de los presos de cárceles estatales y
federales de EU y los efectos nocivos que sufren los drogadictos al pasar años
en las prisiones. Además, podría ahorrarle algunos recursos financieros al
Estado”. Eso que vale para el vecino del norte es evidente que también opera, aun
más, para México.
En su visión, “el
abaratamiento de las drogas que resultaría con la legalización plena podría
provocar un alza en el consumo, pero también llevaría a menores tasas de
adicción y, tal vez, a menos drogadictos, al facilitar el acceso a programas de
asistencia. Los impuestos sobre la venta de las drogas, semejantes a los que se
aplican sobre el tabaco y el alcohol, podrían usarse para compensar
parcialmente el aumento causado por la caída de los precios”.
Están convencidos de
que “la despenalización tanto del uso como del mercado de las drogas no es
fácil de lograr, dado que la oposición a ambas es poderosa. Sin embargo, los
efectos desastrosos de la guerra contra las drogas en EU se están volviendo más
evidentes no sólo en el país, sino en el extranjero”. La evidencia en México
del fracaso de la estrategia de guerra es muy clara.
El ensayo lo terminan
proponiendo que “tal vez el esfuerzo combinado de los líderes en diferentes
países pueda lograr el impulso lo suficientemente grande para poner fin a este
prolongado y altamente destructivo experimento”, que comenzó en 1971; son ya 43
años, con la declaratoria de guerra del entonces presidente de EU, Richard
Nixon.
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