Fernando E. Sánchez
Argomedo
Yo influyo, 17 Junio
2014
No es un secreto que
una de las vocaciones o profesiones más desprestigiadas en México y el mundo es
la política. Según una encuesta de confianza de Parametría 2014, sólo el 19 por
ciento de los mexicanos confían mucho o poco en los partidos políticos,
mientras que la encuesta de Mitofsky en el año 2012 señala que los sindicatos,
senadores, partidos políticos, la policía y los diputados se encuentran dentro
del índice de confianza más baja con menos del 10 por ciento de ciudadanos que
confían en ellos.
Es sumamente grave
que la percepción de la ciudadanía sea ésta, pues es el reflejo del pobre
desempeño de los políticos, quienes han olvidado cuál es el verdadero sentido
de su trabajo.
El Papa Francisco,
quien indiscutiblemente es hoy el más importante líder moral del planeta, ha
señalado en diversas intervenciones que “la
política es una de las formas más altas de caridad, porque busca el bien
común”.
Frente a esta
declaración y viendo los índices tan bajos de aceptación de los políticos,
surgen muchas dudas sobre el destino de México, la naciones y el planeta mismo:
un camino de destrucción, la política del descarte y el materialismo del corto
plazo, la prevalencia del interés particular y de grupo por encima del interés
de la sociedad en su conjunto, que es el bien común.
Nadie niega que el ejercicio de la política sea un
arte sumamente complicado. Es un arte porque, a partir del conocimiento de la
realidad objetiva, implica mover voluntades; no hay manual para lograrlo, ya
que se realiza partiendo de la libertad de acción de todos los actores.
Frente a los discursos y las acciones de siempre, hay
una gran oportunidad para quienes ejerciendo la política del bien común se
presenten como una alternativa de cambio real en México y en el mundo.
Urgen políticos de
vanguardia, con una actitud diferente y nuevas capacidades, mismas que
podríamos reflexionar a partir de estas tres ideas: principios, enfoque,
interrelación.
Principios
Un político diferente
es aquel que entiende que su trabajo no tiene sentido si no se hace partiendo
de los principios que rodean al ser humano y su naturaleza. Estos nuevos
políticos que necesitamos deben comprender que los destinatarios de todas sus
acciones son personas concretas, con realidades particulares, inmersas en un
entorno social.
Las acciones de un
político deben estar encaminadas a respetar y cuidar la dignidad de la persona,
su libertad y las condiciones para que puedan ser felices. En primer lugar
proteger su primer derecho: el de vivir, desde que es concebido hasta que muere
de forma natural; así como también proteger su ámbito de desarrollo esencial,
que es la familia; crear las condiciones para que haya oportunidades de tener
una vida digna, esencialmente a través del empleo, la justicia y sus derechos
elementales.
Pero no se trata de
crear un nuevo concepto de ser humano, sino de ir verdaderamente a fondo de la
verdad sobre el mismo, su razón de ser y su destino final; de lo contrario, se
cae en la ideologización de algo que no debe ser ideologizable, ya que la
existencia del ser humano es un hecho verificable y presente en este planeta;
y, a pesar de todas las circunstancias históricas, su naturaleza sigue siendo
la misma desde siempre.
Enfoque
Proteger a las
personas implica crear un espacio para que puedan nacer, crecer, desarrollarse
y morir de manera digna, que tengan la posibilidad de ser felices. En este
sentido, el enfoque de las acciones de un político de vanguardia debe ir a los
ámbitos que hagan vulnerable o signifiquen un impedimento para alcanzar dentro
de ese proceso su felicidad.
En México el 45.5 por
ciento (53 millones) de personas viven en situación de pobreza y el 9.8 por
ciento (11.4 millones) viven en situación de pobreza extrema. Algo no se ha
hecho bien cuando existe esta terrible realidad de pobreza.
Las políticas
sociales deben permitir hacer cosas concretas para que estas familias en
situación de pobreza, y más las de pobreza extrema, encuentren oportunidades
para salir de ella por sus propios medios.
El mejor lugar en el
que la persona puede aprender a vivir en comunidad es la familia; un político
de vanguardia debe entender que la familia natural debe ser una prioridad
fundamental, ya que una sociedad con una familia sana y protegida es una
sociedad de vanguardia, llena de esperanza y posibilidades de desarrollo
integral.
Interrelación
Finalmente, es muy
claro que no todos los políticos piensan de la misma forma; hay muchos que sufren
la influencia de intereses particulares, sobre todo los intereses económicos,
materialistas y sin sentido humano. Otros, al no tener claros los principios de
la naturaleza humana, intentan resolver los problemas sociales por un camino
que tendrá efectos negativos en el futuro de la humanidad, como son todas
aquellas políticas a favor del aborto y en contra de la familia; o, por otro
lado, políticas asistencialistas a cambio de votos.
De un político de
vanguardia se espera capacidad de diálogo. El Papa Francisco habla de la
“cultura del encuentro”, cultura que parte de ver a los demás como otros yo,
como hermanos nuestros. Es mediante esta actitud de encuentro que un político
de vanguardia halla la mejor manera que dialogar con sus adversarios políticos
o con aquellos que no piensan como él.
México y el mundo necesitan políticos de altos
vuelos. No estamos esperando seres de otro planeta, sino seres humanos con
claridad de principios, enfoque adecuado y capacidad de interrelación, que
influyan en una agenda común en beneficio de las personas, únicos destinatarios
de todas las acciones y políticas.
Para esto, se
necesitan hombres valientes, dispuestos a hacer la diferencia. Creo que el Papa
Francisco nos está demostrando que se puede ir a la vanguardia en muchos
aspectos, y en muy poco tiempo, dada su sencillez, se ha convertido en el líder
moral más importante del planeta.
Y tú… ¿estás
dispuesto a ser un político de vanguardia? O, ¿seguirás siendo uno más?