Por Carlos A.
Manfroni.
Michele Sindona, que llevó a la quiebra al Franklin
National Bank, integraba el grupo masónico de Licio Gelli, fuertemente
vinculado a la Argentina.
Todos hablan de
Thomas Griesa, el juez federal de Nueva York que dispuso que la Argentina debe pagar la
totalidad de la deuda que mantiene con los fondos buitre. Casi nadie recuerda,
sin embargo, que este magistrado, nacido en 1930 y designado en su cargo en
1972 a propuesta del presidente Richard Nixon (¡eso sí que es estabilidad!), ya
había intervenido en otro caso de resonancia internacional que provocó un
escándalo en Italia y, más tarde, en la Argentina.
En junio de 1980,
Griesa impuso a Michele Sindona una pena de 25 años de prisión, una vez que el
jurado lo encontró culpable de 65 cargos vinculados con la quiebra fraudulenta
del Franklin National Bank, de Nueva York.
La quiebra del
Franklin fue considerada la más grande en la historia de los Estados Unidos, ya
que ese banco era el número 20 por su tamaño. Sindona había tomado el control
de la institución gracias a una transferencia ilegítima de 40 millones de
dólares que había recibido desde Italia, su país de origen, donde manejaba
otras importantes entidades financieras.
La pena impuesta por
Griesa fue la más dura conocida hasta ese momento para un delito “de cuello
blanco”, y el juez declaró que había tomado en cuenta, para fijarla, la muy
alta posición que Sindona había alcanzado en la comunidad de negocios
internacional y la utilización de su influencia para propósitos delictivos.
Pero el asunto no terminó ahí. Mientras el juicio se tramitaba en Nueva York,
Sindona, que ocupaba un departamento en el hotel Pierre –cinco estrellas en la
5ª Avenida–, desapareció por dos meses y regresó denunciando que había sido
secuestrado.
Los fiscales probaron
ante Griesa, por medio de impresiones dactilares y otras evidencias, que no
sólo el secuestro era una mentira, sino que Sindona había viajado a Europa con nombre
simulado. El banquero, después de algunas escalas en Austria y en Grecia, se
alojó en la casa de dos famosos integrantes de la mafia siciliana, a la que
Sindona también pertenecía, y eludió así los controles de Estados Unidos y de
Italia. Fue durante ese juicio cuando Thomas Griesa escuchó –quizá por primera
vez– el nombre de Licio Gelli, una de las personas que habían ayudado a Sindona
a ocultarse durante su breve fuga.
Tiempo después,
trascendió que Sindona pertenecía a una poderosa logia italiana denominada
Propaganda Due, también conocida como P2, que había conseguido captar, como
miembros, a varios ministros e, incluso, primeros ministros de Italia, 43
legisladores del Parlamento, 54 funcionarios civiles de alta jerarquía, 183
oficiales de alto rango de las fuerzas armadas –incluyendo treinta generales y
ocho almirantes–, 19 jueces, abogados, periodistas y jefes de los diversos
servicios de inteligencia. La lista de la logia, con casi mil nombres, incluía
al coronel Antonio Viezzer, jefe de la Secretaría de los Servicios Secretos de
Inteligencia de Italia, también acusado por su complicidad en la fuga de
Michele Sindona –junto con Licio Gelli– y por el asesinato del periodista Mino
Pecorelli, quien poco antes de su muerte estaba por revelar asuntos de
resonante importancia. Esa nómina había sido encontrada durante un allanamiento
en la mansión de Gelli, considerado el jefe máximo de Propaganda Due.
Gelli, un ex
militante fascista, había sido funcionario en el primer gobierno de Juan
Domingo Perón, cuyo retorno había gestado, y viajó con el líder justicialista
en el famoso vuelo de regreso de Alitalia. Después de eso, fue condecorado por
el propio Perón con la Orden
del Libertador y designado agregado económico de la embajada argentina en Roma,
un puesto que mantuvo aun tras el golpe de 1976.
Si esto último parece
increíble, podemos agregar que la publicación de la lista de Propaganda Due, en
1981, incluía los nombres de varios argentinos, entre ellos, el almirante
Emilio Eduardo Massera –que luego del golpe controló la Cancillería –, el
general Carlos Guillermo Suárez Mason, José López Rega y el presidente de la Cámara de Diputados durante
el gobierno de Isabel, Raúl Lastiri.
Estos son algunos de
los que se conocen. El propio Gelli declaró en una oportunidad que su logia
tenía 2.400 miembros, y fuentes muy autorizadas han dicho, también, que el
verdadero jefe de P2 era Giulio Andreotti, ex primer ministro de Italia y uno
de los que más protegieron a Sindona en su propio país.
En realidad, la P 2 era un triángulo trazado
entre Italia, la Argentina
y Libia, como cabeza por entonces del terrorismo islámico, al que Kadafi
financiaba con los dólares procedentes del exorbitante precio que el petróleo
había alcanzado en esos años.
Los negocios entre
esos países estaban enfocados hacia el petróleo, el tráfico de armas y las
finanzas. En Libia convergían Massera, López Rega y los montoneros, que
entrenaron allí para su contraofensiva de 1979, bajo el visto bueno de Kadafi,
algo que difícilmente hubiera sido posible sin la complacencia de Massera,
quien mantenía buenas relaciones con el líder libio. Y se movían en Italia con
absoluta impunidad, con armas, explosivos y pasaportes falsos.
Michele Sindona no
llegó a cumplir la pena impuesta por el juez Griesa. A los tres años de su
encarcelamiento, fue envenenado en su celda. Su sucesor en los negocios
financieros en Italia, Roberto Calvi, apareció en 1982 colgado de un puente en
Londres.
Sería bueno que los
negociadores argentinos que intentarán conversar en los próximos días con
Thomas Griesa tomaran en cuenta que este hombre no empezó su carrera judicial
con los bonos de Argentina; tampoco parece guiarse por meras apariencias ni
inquietarse por ideologías o palabras altisonantes. Ha visto demasiado.
Fuente: Perfil.com.
El Observador
Reproducido de:
Adecirverdad.com, 14-7-14