domingo, 24 de agosto de 2014

LA INTOLERANCIA DE LOS SUPUESTOS TOLERANTES


Cuando se pretende cercenar la libertad de expresión.



Por Carlos Álvarez Cozzi (·)


Realmente penoso. Uno de los males del postmodernismo. La intolerancia de los supuestos tolerantes ya está llegando a límites extremos y absurdos. Todos tienen en un Estado de Derecho democrático la facultad de expresar con respeto las propias convicciones, al parecer menos quienes disienten con la relativista agenda de género.
Esto es lo que está sucediendo cada vez en forma más frecuente. Esa ideología está convirtiéndose en legislación en muchos países. Quien diga que es antinatural la unión entre personas del mismo sexo y que la ley no debe darle status de “matrimonio”, por ser inhábil para constituir una familia, antes podía recibir el rechazo de esos grupos y de otras personas funcionales a ellos, pero luego de que cada vez más legislaciones han considerado esos supuestos “derechos”, bajo el falso argumento-escudo de la no discriminación, las críticas pueden incluso llegar a ser delitos para quienes ejercen su libertad de expresión. Esto es lo que hace muy poco ha ocurrido en Canadá.  (http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=37273).
                                                                                                                                        Ser acusado de «propagar el odio» por haber escrito en el propio blog un artículo, retomado por un semanario que luego se ha visto en la obligación de pedir disculpas por su publicación, en el cual se enuncian sencillamente los motivos por los que un cristiano debe oponerse al matrimonio homosexual: esto es lo que ha sucedido en Canadá. El semanario es el Newfoundland Herald”, el autor del artículo incriminado se llama Matt Barber y los acusadores son los habituales activistas de los derechos LGTBI (lésbico gays transexuales, bisexuales e intersexuales).                                    Pero en verdad no se necesita ser cristiano para disentir con que algunos Estados hayan dado “status” de matrimonio a uniones de personas que no pueden constituir nunca una familia abierta a la transmisión de la vida, a la educación de su prole y al progreso de la sociedad. Basta con tener una moral natural y un poco de sentido común para así manifestarse. Pero ya vemos lo que pasa. La supuesta tolerancia de los verdaderos intolerantes sólo se verifica cuando las expresiones son favorables a su estilo de vida. No sólo no admiten críticas sino que por su lobby han logrado que la legislación penal prevea como delito no ya la discriminación injusta y persecutoria sino la mera expresión de una convicción. Así sucedió hace algunos años en Uruguay, cuando el arzobispo de Montevideo expresó en un periódico de la arquidiócesis la doctrina de la Iglesia Católica sobre los actos homosexuales, en estricta aplicación de lo que surge de la Sagrada Escritura, un conocido colectivo gay le amenazó con denunciarlo penalmente!!! Finalmente ello no ocurrió pero no es posible que se pretenda limitar por un lado la libertad de expresión y tampoco la libertad de cultos!!! O acaso los sacerdotes o pastores cuando prediquen en lugar de mirar los Evangelios deberán mirar el Código Penal de su país para saber si pueden o no expresar libremente la creencia de su confesión religiosa?

Donde quedaría en ese caso la libertad de cultos consagrada en la Constitución? La relativista reingeniería social antinatural de la ideología de género no sólo existe sino que se va instalando silenciosamente, como el colesterol en el sistema circulatorio, en la propia legislación. Esto constituye claramente una violación de la laicidad. El Estado no debe consagrar por ley una visión de la persona, la familia y la sociedad en desmedro de las firmes convicciones de otras personas y colectivos, que además es la mayoritaria. Por ello lo del título: la supuesta “tolerancia” de los verdaderos intolerantes está llegando a límites insoportables. Es tal su inseguridad que quieren acallar toda discrepancia llegando incluso a pervertir la legislación a fin de que está al servicio de sus intereses. Y si no miren, lamentablemente,  lo que acaba de suceder en Canadá y antes en varios lugares del planeta.