LUIS MARÍA SERROELS
Especial para Foro de
Cuyo
23-9-14
La elaboración del
presupuesto nacional incluye primordial e irrenunciablemente los gastos
destinados a la defensa. Y se debe
diagramar, estructurar y financiar conforme a análisis actualizados de
la geopolítica, hipótesis de conflicto, recursos técnicos y humanos que
conformen la capacidad de respuestas adecuadas. Todo ello descartando
propósitos de agresión y con vocación integradora y negociadora como vía para
solucionar los diferendos, desechando cualquier contienda estéril. Se trata de
apostar al poder de disuasión y reforzar pautas de equilibrio en la relación de
fuerzas con otras naciones, manteniendo vínculos estables y duraderos con todo
el mundo. Atender la defensa nacional no supone renunciar a la vocación
pacifista.
Datos obtenidos y la
simple observación del escaso material exhibido en los desfiles, dan cuenta de
una disponibilidad en las fuerzas
armadas que lejos está de satisfacer las demandas preventivas mínimas. Un caso
testigo se da particularmente con la debilidad del poder aéreo, fruto de de la
falta de modernización y de una adecuada dotación.
Es un hecho
contradictorio porque Argentina dispone de pilotos a nivel de los mejor
adiestrados del mundo, puesto de manifiesto durante la guerra del Atlántico
Sur. No verlos surcar los aires en las festividades patrias como tantas veces,
denuncia la falta de máquinas (otros países de nuestra región aprovechan sus
conmemoraciones patrióticas para exhibir –sin ánimo belicoso sino más bien de
proporcionar tranquilidad y seguridad– su verdadero potencial). Además, hoy un
tema primordial para la defensa está
centrado en el creciente narcotráfico,
que exige respuestas adecuadas para proteger la soberanía del espacio aéreo.
¿Los jefes militares
no tienen nada que objetar sobre esta política cargada de desidia? ¿Cómo se
establece el nexo castrense con el Poder Ejecutivo y las comisiones del
Congreso para plantear las necesidades básicas?
Las fuerzas armadas
se deben a la seguridad nacional, que implica la custodia de bienes y vida de
los habitantes, de su tranquilidad, de las fronteras y de la preservación y
protección de las reservas naturales (va de suyo que no caben en sus
incumbencias la reflotada inteligencia interna y el espionaje vil de lo cual el
país guarda triste memoria).
En una columna
firmada por Horacio Jaunarena, ex ministro de Defensa de Raúl Alfonsín, queda al desnudo crudamente la
irresponsabilidad del gobierno actual frente a un asunto tan sensible. Con
referencia a las modernas políticas de defensa en –a la capacidad soberana de
una nación, Jaunarena resalta el “poder decir no cuando tenga que decir no”.
Cita que América Latina es la región que más incrementó proporcionalmente el
gasto en equipamiento militar durante la última década, pero por una
declinación acelerada de sus capacidades de defensa, Argentina ha introducido
un factor de desequilibrio por defecto con el resto de los países vecinos.
Este juicio revelaría
la errónea política aplicada por el kirchnerismo que impediría a las FF.AA.
cumplir acabadamente con su misión principal fijada por las leyes, situación ya
advertida en 2008 por los jefes de Estado Mayor. El ex funcionario radical trae
a colación que “el despliegue territorial del Ejército heredado del sistema de
conscripción obligatoria, requiere entre 80.000 y 100.000 soldados y hoy
contamos con 18 mil soldados voluntarios”.
Apuntó que no se
realiza el programa de mantenimiento y reparación en los barcos de la Armada y al navegar poco
los planes de adiestramiento están por debajo de lo deseable. El patrullaje de
nuestro mar por la Armada
y la Prefectura
es insuficiente dando vía libre a la depredación clandestina. Pero en su más
grave descripción, quien firma el artículo reseña que la Fuerza Aérea “carece
de aviones de combate y está en incapacidad de disputar el dominio de nuestro
espacio”. Alude además a la antigüedad y obsolescencia de los aparatos (no hay
repuestos en el mundo para aeronaves tan vetustas) y la imposibilidad de que
los egresados como oficiales de la
Escuela de Aviación Militar puedan completar sus cursos de
pilotos ante la falta de máquinas de entrenamiento.
Ilustra sus
apreciaciones consignando que Brasil tiene 360 aviones interceptores; Chile
122 y nos sobran los dedos de la mano
para contar los nuestros. Brasil tiene 151 aviones de transporte, Chile 25 y
nosotros sólo uno en condiciones de volar. Y no soslaya el tema de los cuadros
de oficiales, quizás lo más valioso por la inversión y el tiempo que demanda
formarlos y constituye el principal capital a cuidar. Subraya asimismo el hecho
de que se multiplique a niveles exponenciales el presupuesto de Inteligencia
del Ejército. Esto nos lleva a mirar hacia el Proyecto X, una buena copia del
último terrorismo de Estado.
Llama la atención que
el ministro de Defensa, ingeniero civil Agustín Rossi –de muy dudosa capacidad
para debatir con los jefes militares asuntos tan espinosos–, haya empezado a
recorrer el país promocionando su candidatura para suceder a Cristina
Fernández.
Mientras todo esto
pasa, la presidente se ufana de destinar 15.000 millones de pesos para nuevas
jubilaciones, como si las leyes previsionales fuesen una cuestión de puro
voluntarismo libradas a la sensibilidad y no puedan coexistir con los demás
gastos. ¿De dónde saldrán los recursos? Del recalentamiento de la maquinita
salvadora del Banco Central (con el costo de una mayor inflación) o de la
cajita mágica de la Anses ,
lo que llevaría a utilizar fondos de la masa destinada a reajustar haberes,
orden mediante de la
Corte Suprema en fallos que la Casa Rosada no
respeta. Desvestir un santo para vestir otro no es el mejor sistema.
El faraónico Polo
Audiovisual parece propio de un país que navega en dinero y encima se le
adjudicará directamente a una empresa denunciada por irregularidades en la
ejecución de obras públicas. Su costo –incluyendo le torre más alta de
Latinoamérica– ascenderá a los 2.500 millones de pesos, una paquetería
demencial si las hay. Las inversiones chinas por 20 mil millones de dólares
anunciadas por Néstor Kirchner nunca arribaron; la promesa del soterramiento
del ferrocarril Sarmiento que data de 2007 duerme plácidamente y la
electrificación de los ferrocarriles Roca y San Martín sigue siendo una
asignatura pendiente. Un juego de fantasías que encandila y se apaga.
Quede para cierre la
“vedette” de los aires de grandeza de la “década ganada”, prometida como “un
salto a la modernidad”. Se trata del no descartado proyecto Tren de Alta
Velocidad o Tren Bala, que sólo serviría para gente muy adinerada pero que se
deberá financiar con el bolsillo de todos los argentinos. En 2005 esta obra
demandaba unos 4.000 millones de dólares
y no tardó en generar suspicacias. Este periodista llegó a bautizarla como “el
nuevo proyectil de la corrupción” y denuncias posteriores ante la justicia
confirmaron presunciones.
Por estos días se
reveló que Aerolíneas Argentinas y
Austral –las empresas que graciosamente esquilman los bolsillos de 40 millones
de argentinos– recibieron en los seis años en manos del Estado subsidios
superiores a los 18.000 millones de pesos (unos 2 millones de dólares diarios)
con destino a cubrir pérdidas. Esta situación de quebranto es lo que colma de
orgullo a Cristina Fernández y así lo proclama públicamente. El presidente de
ambas empresas, Mariano Recalde, permanece en silencio.
En tanto, los planes
de defensa nacional terminarán confirmando las aprensiones circulantes. Aún no
se habría concretado el refuerzo presupuestario para lo que resta de 2013 a fin
de no entorpecer las operaciones pero pareciera que los reajustes sólo se
aceleran para el Fútbol para Todos. Si no es así, que el oficialismo desmienta
y aclare. Tan simple como efectivo. Y además republicano.