por Francisco de
Narváez
Clarin, 29/10/14
Resulta positivo que
se impulse un mecanismo para expulsar a un extranjero detenido por un delito en
flagrancia. Sin una condena efectiva, este mecanismo será de aplicación
dificultosa merced a garantías constitucionales que podrían apañar al imputado.
Por eso, este año propuse modificar la ley de migraciones para que, ya con
condena firme, todos los extranjeros que cometieron un delito puedan ser
expulsados, y no solo aquellos con condenas superiores a los 3 años.
Nuestro país tiene un
ordenamiento jurídico penal duro de aplicación blanda. Frecuentemente, vemos
como delincuentes identificados aprovechan claroscuros de la ley para esquivar
medidas que puedan restringir su libertad. A menudo jueces y fiscales
interpretan que el delincuente es una víctima de la sociedad. Lo vemos a
diario.
Es positivo que el
kirchnerismo que tantas veces atribuyó a la justicia la única y sola
responsabilidad por la inseguridad, ahora impulse su modificación. Argentina
necesita un Código Procesal moderno, que avance hacia un sistema acusatorio.
Atento al
protagonismo y poder que cobrará con la nueva legislación la figura del
procurador general, resulta clave la actuación futura de la Procuradora General
Gils Carbó, de evidente filiación política con el oficialismo. Este puesto, del
que dependen los fiscales que con el nuevo sistema tendrán mayores poderes,
deberá garantizar imparcialidad y objetividad, algo que hoy no sucede. Habrá
que observar con atención nuevas disposiciones sobre los plazos para las
investigaciones.
Investigaciones
complejas como lavado, corrupción y narcotráfico, requieren de especialistas que
esclarezcan los delitos en tiempos más breves, tiempos que de ninguna manera
puedan servir como virtual amnistía para delitos asociados a funcionarios
públicos.
El avance hacia el
sistema acusatorio es una muy buena noticia para un país donde la justicia se
mueve lentamente y muchos delitos quedan impunes, donde el 55,5% de los
internos en el Sistema Penitenciario Federal está en calidad de procesado,
producto de la lentitud del sistema judicial. Es una excelente oportunidad para
que el nuevo Código sea debatido y que el texto final represente el verdadero
derecho de todos los argentinos por más seguridad y una mejor justicia.
Francisco de Narváez
es diputado nacional (Bloque Unión Celeste y Blanco)