por GABRIEL ARIZA
InfoVaticana, 18 noviembre, 2014
Atrás quedan aquellas
convocatorias que ocupaban las portadas de la prensa, hacían temblar al Partido
Popular, unían el laicado español en torno a propuestas de acción y proponían
alternativas a los problemas sociales más urgentes.
Fue hace más de cien
años, el 4 de noviembre de 1908, cuando el P. Ángel Ayala y Alarcó reunía a un
grupo de jóvenes pertenecientes a una congregación mariana para transmitirles
la voluntad de San Pío X, comunicada al Padre Ayala a través de su nuncio
apostólico, en la que le solicitaba la fundación una asociación de jóvenes
católicos españoles para llenar de fuerza y dinamismo la decaída acción de la
Iglesia de principios del siglo XX.
Este grupo de
jóvenes, con sus numerosos talentos, algunos escritores, otros oradores y
grandes intelectuales, pusieron en marcha una asociación que pasaría a formar
una parte activa y fundamental de la vida religiosa, social y política de la
España del siglo XX. Entre sus colaboradores históricos se encuentran nombres
tan conocidos como el de Ramiro de Maeztu, el siervo de Dios cardenal Ángel
Herrera Oria, José María Gil-Robles, José María Pemán, Leopoldo Calvo-Sotelo o
el popular Jaime Mayor Oreja, entre otros.
Algunos asistentes a
los que ha tenido acceso Infovaticana lamentaban este fin de semana que aquella
boyante asociación haya quedado hoy reducida a la mínima expresión.
Ni siquiera el fletar
autobuses gratuitos desde Moncloa para asistir al Congreso de Católicos y Vida
Pública que la Asociación ha organizado en el Campus de Montepríncipe (Boadilla
del Monte) ha sido suficiente para llenar el auditorio. Sólo el haber contado
con declaraciones exclusivas del ex-ministro de justicia, Alberto
Ruiz-Gallardón, inflamando el debate en torno al aborto, ha dado una nota de
relevancia a la convocatoria.
Mientras los centros
del CEU pierden alumnos año tras año, el Congreso, que en ediciones anteriores
era hervidero de ideas para la regeneración política y la actuación católica en
la vida pública, es hoy un evento irrelevante y con la sola presencia de los
afines al círculo del actual equipo directivo de la Asociación, hoy fracturado
por las luchas intestinas entre Raúl Mayoral, director general de la Fundación
Cultural Ángel Herrera, cuyas funciones nadie ha sabido desvelarnos, además de
mantener el sueldo a Mayoral, Eugenio Eubieta, subdirector general de la
Fundación, y el actual director general de la Fundación, José Luis Guillén.
Precisamente en un
momento en que España necesita de un asociacionismo que aglutine a las luces
más notables del catolicismo español, parece que la Asociación Católica de
Propagandistas ha decidido renunciar a ese rol: Ha desmantelado su sección de
jóvenes, cuando la asociación fue fundada por un sacerdote y un grupo de
jóvenes, y ha re-elegido a un presidente, Romero Caramelo, con escasísima
presencia pública e incapaz siquiera de leer los discursos que otros le
preparan.