viernes, 21 de noviembre de 2014

LA SOBERANIA, EN LA AGENDA POLITICA DE HOY


Por Juan Manuel Lozita*

La Voz del Interior, 20-11-14

Una vez más, los argentinos celebramos la reafirmación de la soberanía nacional sobre nuestros territorios y mares a partir del hecho histórico del combate militar denominado Vuelta de Obligado, sucedido el 20 de noviembre de 1845.

Ese día, el ejército de la Confederación Argentina inició una serie de enfrentamientos bélicos con las armadas imperiales de Gran Bretaña y Francia, que impunemente buscaban imponer el comercio ilegal que afectaba a nuestras incipientes industrias nacionales, y la libre navegación de nuestros ríos interiores.

La bravura de las tropas argentinas, bajo el mando del general Lucio N. Mansilla, y las diversas estratagemas militares empleadas desde Obligado hasta Angostura del Quebracho (4 de junio de 1846) hicieron que las potencias imperiales de Gran Bretaña y Francia rindieran honores a la enseña nacional y se allanaran a las condiciones de paz establecidas inteligentemente por Juan Manuel de Rosas y su brillante ministro de relaciones exteriores, Tomás Guido.

Importancia actual

Si extrapolamos la noción de soberanía de aquellos tiempos a nuestros días, es necesario admitir que la guerra no debe ser opción preferencial en sí misma, pero el concepto de soberanía sigue teniendo importancia a la hora de explicar algunos problemas estructurales que nuestro país padece.

Nadie puede negar que hoy la lucha contra el narcotráfico es una cuestión de soberanía. Que otros poderes discutan al Estado-nación su poder de imperium sobre el territorio y que ciertos sectores de la población no puedan ejercer sus derechos y obligaciones ciudadanas por estos grupos irregulares y paraestatales nos indica que la soberanía es un tema de actualidad en la agenda política del país.

Eso repercute de manera indefectible en el fomento de grupos criminales que generan circuitos informales en la economía, con consecuencias conocidas en la seguridad ciudadana y en el tejido social de nuestra patria.

Basta con mirar los millares de jóvenes perdidos en la incultura de la droga y sus flagelos para dimensionar la problemática y decidir que es de sentido común implementar políticas públicas integrales contra el narcotráfico y no caer en el eufemismo de tratar de recuperar de las adiciones a los jóvenes cuando sus verdugos se pasean alegremente por nuestras calles y fronteras.

La entrega vil de los recursos del petróleo y gas de esquisto (no convencional) a grandes multinacionales y al capitalismo de “amigos” a que nos tiene acostumbrado el gobierno de turno es un tema de actualidad soberana.

Nuevamente, una Argentina pletórica de recursos (esta vez en Vaca Muerta), en lugar de hacer un uso racional e inteligente de ellos, decide emprenderse a una actividad que no conoce y asociarse con los que fueron hasta hace poco sus enemigos, entendidos como capital concentrado y financiero, que poco tiene que ver con el modelo nacional y popular que se vocifera.

Nuestra soberanía también se jaquea cuando se discute el tema de la deuda pública nacional que ya supera los 400 mil millones de dólares, si tenemos en cuenta la deuda intraestado, deuda externa, pasivo del Banco Central, organismos autárquicos, Banco de la Nación Argentina, Pami, Anses y deudas de provincias-municipios.

Esta es una verdadera espada de Damocles que condiciona la viabilidad política del Estado argentino y ahoga a cualquier gobierno que pretenda no resolver el tema y prologar la agonía hacia adelante.

Los Kirchner lo saben bien, porque mintieron al pueblo argentino acerca de la verdadera entidad del problema de la deuda y luego de 10 años, el iceberg (los  holdouts ) se asoma y pone en jaque a toda una economía que se encuentra en recesión e inflación ascendente.

Territorios

Por último, Malvinas y Antártida son la disputa territorial más grande del mundo, con más de un millón de kilómetros cuadrados en juego con Reino Unido y Chile.

La clase dirigente no entiende el terrible desenlace de una guerra que terminó hace más de 30 años, pero cuyas consecuencias políticas, como toda derrota militar, implican al derrotado, y que la versión criolla del Tratado de Versalles sigue vigente con los tratados de Madrid y Londres de 1990.

Argentina no puede aspirar a ser un país soberano si mantiene un desarme y una desmovilización de sus Fuerzas Armadas en un vasto territorio bicontinental y con un extenso mar territorial.

Es impensable que el país tenga una política exterior creíble y coherente sin un componente militar que disuada a sus adversarios de las decisiones geopolíticas y estratégicas que tome.

En definitiva, con estos cuatro ejes (narcotráfico, deuda pública nacional, Vaca Muerta y Malvinas-Antártida) queremos demostrar que la soberanía política y nacional debería estar en la agenda de cualquier clase dirigente que se precie como tal.

Pero la bravura de Obligado y la inteligencia de Angostura del Quebracho son dos cualidades que escasean en la Argentina de hoy.

Por lo tanto, urge que seamos artífices del surgimiento de una nueva clase dirigente que valore su pasado como tal, con sus luces y sus sombras (y no simplemente que reniegue de él), que sea coherente con el presente que vive y se proyecte estratégicamente hacia un futuro en común como nación que somos y merecemos ser.


*Presidente de la fundación 20 de Noviembre, politólogo y magíster en Gestión Política