Guillermo Cherashny
"Informador Público", 28-3-15
Ayer fue noticia que la jueza federal Sandra Arroyo Salgado pidió y obtuvo de la jueza Fabiana Palmaghini la suspensión de la junta médica que había citado la fiscal Vivian Fein, de la que está excluido el comisario y abogado Daniel Salcedo y en la cual la querella cuestionó al médico Roberto Godoy, el decano del cuerpo forense, quien es psiquiatra, no conoce de autopsias y lo convocaron aparentemente para que avalara lo que dictaminó el perito forense sin concurso Héctor di Salvo, que está cerca de ser llevado a juicio oral por dejar morir a un bebé por falta de un anestesista en el hospital Santojani. Aunque no habría sido su culpa sino del Ministerio de Salud porteño, que no contaba con anestesiólogos porque son muy caros. Esto cuando la ciudad malgasta los dineros públicos en publicidad.
Al estar di Salvo muy cerca del juicio, es pasible de recibir presiones de un gobierno que tiene mucha injerencia en tribunales y pueden alivianar su situación, ya que por este hecho lamentable no aprobó el concurso de perito. Nadie sabe cómo aparecieron di Salvo y Godoy, cuando en el cuerpo médico forense hay 79 inscriptos y sólo ocho aprobaron los concursos, pero se supone que Sergio Berni -entre otros funcionarios- apuraron la autopsia pese al pedido de Arroyo Salgado y que Fein, en otra muestra de su incompetencia, aceptó las presiones sin dudar. Así salió la autopsia: "no intervinieron terceras personas y es muy probable que el disparo fuera auto-infligido".
Con este informe en la mano, Berni y Fein el lunes 20 afirmaron a los gritos que fue suicidio. Días más tarde, cuando la prueba de la pólvora en las manos del fiscal no salió bien para el gobierno, Fein dijo que: "lamentablemente no coincidió con la autopsia". Arroyo Salgado, de entrada quejosa porque no demoraron la autopsia, declaró que Nisman no se suicidó y menos con esa arma. A todo esto, ya intervenía Diego Lagomarsino, quien declaró en forma espontánea que le prestó a Nisman su arma, lo que el sargento Luis Benítez corroboró al decir que el fiscal le pidió un arma para defenderse, sobre lo cual no hay ninguna prueba. Tampoco la hay acerca de que Nisman le dijo a su custodia que el sábado se tomaran descanso, versión dada por el jefe del Departamento de Custodias de la Policía Federal, comisario Abraham Jonte, pariente además de un PCI (Personal Civil de Inteligencia) de la Dirección de Inteligencia del Ejército.
Una trama sutil
Lo que sospecharía la ex mujer de Nisman es que Lagomarsino habría prestado el arma por dinero o coaccionado o las dos cosas juntas y que los asesinos le dieron el libreto. Es decir, que se presentara el lunes declarando que Nisman le pidió su pistola para defender a sus hijas, y le dijeron que la fiscal lo podía acusar del crimen a él. Pero como el arma no tenía sus huellas y el gobierno tiene la opinión pública en contra, ésta diría que estaban culpando a un perejil. Así es que la conspiración marchaba en principio sobre rieles hasta que Arroyo Salgado llevó a sus peritos a una inspección ocular y, aunque no lo dijeron en ese primer momento, a los pocos días concluyeron que la muerte de Nisman fue un verdadero magnicidio.
Como Arroyo Salgado pidió el allanamiento del departamento de Lagomarsino, la opinión pública se extrañó de que tomara como blanco a un "perejil". Sin embargo, a los pocos días, el informático empezó a sorprender: dijo que le daba la mitad de su sueldo a Nisman y ayer reveló que éste le había dicho: "con esta denuncia me llevo puesta a Cristina". De este modo quedó a un paso de decir que el muerto era un golpista. Lo cierto es que, hoy por hoy, ya nadie cree que Lagomarsino sea un simple perejil sino el facilitador del asesinato. El hecho de que el gobierno lo denuncie por lavado dinero es sólo para dejarlo como una víctima, cuando para Arroyo Salgado es victimario y cómplice del asesinato de su marido.
Cada vez se advierten más posibilidades de que Nisman fuera asesinado con la pistola de Lagomarsino, que no sólo habría prestado el arma sino que si tenía llaves del departamento también las habría prestado o entró con los asesinos. El fiscal se habría desangrado durante varias horas, ya sin la presencia de Lagomarsino, y después sus victimarios lavaron toda la escena del crimen durante la madrugada del domingo. Cuando el periodista Damián Patcher recibió la información y la divulgó de inmediato, les habría quitado a los asesinos el tiempo necesario para limpiar toda la escena. Después, la operación oficial habría seguido imponiendo a un perito forense cuestionado en la justicia, o sea, fácil de apretar, y un psiquiatra como Godoy. A esto se le sumó la complacencia de la fiscal Fein, que es fácilmente presionable por Gils Carbó y Sergio Berni. Éste le dijo a un forense: "si digo lo que sé, se arma un escándalo político", o sea, una vasta conspiración criminal de la que participaron servicios de inteligencia locales y tal vez también venezolanos, médicos y altas autoridades del gobierno nacional. En diciembre, alguien en Olivos dijo: "sáquenme de encima a Bonadío", pero apareció el cisne negro de Nisman y le tocó primero la bolilla negra al jefe de la UFI AMIA.