Guillermo
Cherashny
Informador Público, 6-4-15
Recientemente se reveló que Nilda Garré, actual
embajadora argentina ante la OEA, antes con el mismo cargo en Venezuela y
posteriormente Ministro de Defensa y también de Seguridad, tenía una cuenta
ligada al fideicomiso del acuerdo bilateral entre Argentina y Venezuela en las
islas Cayman y en un banco de Teherán.
Esto llevó a hurgar en su historia
personal y así es que nuestra colega Silvia Mercado detectó ciertas relaciones
con el régimen del Sha de Persia Reza Pahlevi allá por los ‘70. La por entonces
joven abogada Nilda Garré se había destacado poco tiempo antes como asesora de
Guillermo Borda, por entonces ministro del interior de la revolución argentina
del teniente general Juan Carlos Onganía y autor de la importante reforma del
Código Civil.
Luego, como hija de un histórico dirigente peronista cercano a
Ítalo Luder -Raúl Garré-, fue electa diputada nacional en el ‘73 a los 26 años
y estaba vinculada a la Juventud Peronista, ligada a Montoneros.
Pero alrededor
del ‘75 se acercó al grupo de los 8, que tenía excelentes relaciones con los militares
y el golpe de estado del ‘76 no le trajo entonces ningún problema de
persecución política. Es más, pudo llevar -rumbo al exilio- a su ex marido
Fernando Abal Medina a la embajada de México y nunca fue molestada. Siempre se
mencionó que estaría vinculada al Batallón 601 de la inteligencia de Ejército.
Otros analistas dicen que reportaba a la Fuerza Aérea, como Horacio Verbitsky,
quien participó activamente en la preparación del golpe de estado de junio de
1966.
Una historia que arranca de lejos
Volviendo a Garré, una versión la da como participando
en la guerrilla tucumana con el nombre de "comandante Tere", cuando
en realidad se trataría de una confusión con otra persona parecida a ella, que
en realidad nunca participó en la lucha armada. También dicen que fue una de
las carceleras de Jorge Born, lo cual también es falso.
Su primera relación con
la causa AMIA se produce cuando fue designada al frente de esa unidad -la que
se ocupaba del atentado- en el ministerio de justicia del gobierno de la Alianza,
cuyo titular era el antes diputado nacional Melchor Cruchaga. Fue entonces
cuando dio su primera prueba de amor hacia la República Islámica. Faltando a su
deber, reveló el nombre del testigo C, el arrepentido iraní que detalló cómo se
decidió el atentado contra la AMIA en la ciudad santa de Quom, del que
participaron varias de las más altas autoridades iraníes.
Esto provocó la ira
de la DAIA y la AMIA y a continuación fue echada de su cargo por el presidente
Fernando de la Rúa y de allí pasó al ostracismo hasta que llegaron los Kirchner
y se pudo colar unos años después como embajadora argentina en Venezuela, cuyo
régimen ya tenía una relación estratégica con Irán.
Ya escribimos que, para
ejecutar los acuerdos de Argentina con Venezuela para la exportación de
maquinarias agrícolas y otros productos nacionales contra la compra de una
cantidad de Boden 2015, se formó un fondo fiduciario, con distintas
ramificaciones financieras, una de ellas la cuenta ahora denunciada. Un hecho
altamente significativo es que, a partir de mayo del 2009, por orden de Néstor
Kirchner, la Argentina empezó a importar fuel oil azufrando que le vendía PDVSA
a ENARSA y que se sospecha que provenía de petróleo de Irán, con alto contenido
de azufre.
En este tramo ya estaban negociando ambos gobiernos la impunidad de
los imputados en el atentado a la AMIA, que recién se empezó a instrumentar en
enero del 2013 con el Memorándum de Entendimiento, después de cuatro años de
pingües negociados que Irán le facilitaba a Venezuela y Argentina y que también
incluía el compromiso de provisión de tecnología nuclear a Teherán. Esto el
gobierno nacional nunca se habría animado a cumplirlo, lo que hizo que las
tratativas se redujeran al intercambio de dólares a cambio de la impunidad de
los imputados iraníes. Y por la información en la que ya profundizó Daniel
Santoro, Nilda Garré tuvo un papel preponderante en esta trama.